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Daniel Cologne presenta Elementos para un nuevo nacionalismo y La ilusión marxista


Daniel Cologne | 23/09/2021

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Destinada al público hispanohablante, esta obra reúne Elementos para un nuevo nacionalismo, escrita en 1976 antes de ser publicada en forma de folleto en la primavera de 1977, y La ilusión marxista, procedente de una conferencia pronunciada en Lausana (Suiza) en 1977 y transcrita en el número 156 de Défense de l’Occident en marzo de 1978, la revista de Maurice Bardèche.

En Elementos para un nuevo nacionalismo, Fausto y Prometeo se citan de nuevo entre los héroes europeos bajo la influencia de lo que pronto se llamaría la Nueva Derecha. Unos meses más tarde, participó en la fundación de la revista Totalité, que se presenta como disidente de Éléments y Nouvelle École. En el mito de Don Juan exaltado por Michel Marmin, cinéfilo y varias veces redactor jefe de Éléments, Georges Gondinet, redactor principal de Totalité y futuro fundador de Pardès, discierne una «ética de la cantidad».

En el centro de la polémica sobre el nominalismo de la que se jactó la Nueva Derecha a finales de los años 70, Marco Ingravalle predijo que las posiciones de la Nueva Derecha la predisponían inexorablemente a magnificar «las figuras del capitalismo y de la técnica». Por mi parte, me centro en los repetidos ataques al «judeocristianismo», que se considera erróneamente como precursor del igualitarismo.

El contexto ha cambiado considerablemente en las últimas cuatro décadas. Marco Ingravalle se equivocó. Sigo siendo un lector habitual de Éléments y rindo homenaje a la coherencia con la que esta revista denuncia los peligros esenciales de nuestro tiempo: la mercantilización frenética y «fáustica» de la vida, el desencadenamiento «prometeico» y titánico de la tecnociencia, el transhumanismo que traiciona el deseo de abolir todos los límites. La lucha anticapitalista emprendida por Éléments se hace eco de la guerra declarada por Julius Evola y René Guénon contra la «demonía de la economía» y el «reino de la cantidad».

La ilusión marxista ya denuncia la interseccionalidad que se da en la actualidad. A partir de los años setenta, el marxismo empezó a trasladar la lucha burguesa-proletaria a todas las formas de relación social: la relación de pareja, la relación maestro-alumno, la actitud de los países de acogida hacia los inmigrantes, para convertirlas en actitudes de opresión del maestro hacia el alumno, del artista hacia su público, del escritor hacia su lector, del hombre hacia la mujer.

La última parte de La ilusión marxista evoca este fenómeno, que sigue agravándose en la actualidad, que da lugar a reformas «pedagógicas», según el columnista político de derechas Éric Zemmour, que llevan al naufragio de la educacion, que atribuye un «racismo estructural» a los autóctonos frente a los inmigrantes, que califica de «fascismo» una estética que opone la representación significativa al caos informal del arte moderno y la literatura minimalista, y que, finalmente, fomenta la máxima tolerancia hacia las minorías étnicas y sexuales.

Hacia el final de esta charla, señalo algunos vestigios de la mentalidad tradicional que el régimen soviético dejó intactos, a los que hay que añadir la práctica religiosa ortodoxa que está en pleno resurgimiento desde los años 90, una especie de «venganza de Dios» que el investigador Gilles Kepel ha observado también en el mundo islámico.

Nota: Este artículo el prefacio del citado libro

Daniel Cologne: Elementos para un nuevo nacionalismo y La ilusión marxista