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Estados Unidos: la contraofensiva republicana anti-woke


Frédéric Lassez | 16/01/2023

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En un editorial del 3 de enero, el diario francés Le Monde denunciaba el «desmoronamiento ideológico de los republicanos estadounidenses». De hecho, el Grand Old Party (GOP) se había «convertido a un populismo alimentado por la ansiedad identitaria» que le llevaba «a denostar el progresismo, calificado uniformemente de wokismo, negando la persistencia de las desigualdades sociales, empezando por la permanencia del racismo sistémico». Le Monde, que nunca anda escaso de admoniciones ideológicas, concluye que el Partido Republicano debe cuestionarse a sí mismo y abandonar «la opción de una guerra cultural sin cuartel».

Nuestro periódico progresista e «ilustrado» se sentirá decepcionado. Parece que en el seno del GOP no ha llegado la hora de la autocrítica, sino de persistir en la lucha contrarrevolucionaria. El 13 de enero, el republicano de Indiana Jim Banks anunció su intención de crear un grupo parlamentario para luchar contra el «wokismo institucionalizado». Una «tiranía rastrera» que, según él, se infiltra ahora en «las fuerzas más poderosas de la nación», es decir, las agencias de inteligencia, las empresas, la prensa, las universidades e incluso el ejército.

No es sólo la ideología woke lo que Jim Banks denuncia, sino sobre todo el hecho de que esté «promovida y financiada por el propio gobierno federal«. En su punto de mira, la orden ejecutiva de «promoción de la equidad racial y apoyo a las comunidades desfavorecidas» firmada por Joe Biden el 20 de enero de 2021, el día de su toma de posesión, que preveía la «integración de principios, políticas y enfoques de equidad en todo el gobierno federal». Se trataba de «equidad», no de «igualdad», porque se trataba de poner en marcha medidas desiguales que daban un trato preferente a las minorías consideradas históricamente víctimas del racismo y la discriminación sistémicos.

Cada agencia federal debía evaluar sus programas y políticas en relación con la nueva ideología estatal en un plazo de 200 días a partir de la publicación de la orden. Para Jim Banks, es por tanto urgente que la nueva mayoría republicana ponga fin al adoctrinamiento woke y a su financiación por parte del gobierno federal. El adoctrinamiento de los despiertos es, en su opinión, la «mayor amenaza interna para Estados Unidos en la actualidad».

De hecho, no sólo para Estados Unidos porque, desde el principio, Joe Biden quiso hacer de la difusión de esta ideología un eje fuerte de su diplomacia. A principios de febrero de 2021, un memorando presidencial ordenó a las agencias y departamentos de Estado que trabajan en el extranjero que elaboraran un informe en un plazo de 180 días sobre sus avances en la promoción de los derechos de las personas LGBTQI+ en todo el mundo. «Estados Unidos está al frente de esta lucha», afirmaba el documento. En septiembre de 2021, Joe Biden había nombrado un representante especial para este fin. La hoja informativa del Departamento de Estado dice que Jessica Stern, que ha trabajado anteriormente para varias ONG, «acepta todos los pronombres». Es un alivio.

En junio de 2022, la administración Biden nombró a un representante especial para promover «la equidad y la justicia raciales» a escala internacional. Desiree Cormier Smith tenía muy buenas credenciales, pues había trabajado en las Open Society Foundations de George Soros como asesora política para África, Europa y Eurasia. En un discurso pronunciado en agosto de 2022 ante la Misión de Estados Unidos ante la ONU en Ginebra, explicó que su función era garantizar que la política exterior estadounidense promoviera los derechos de las personas pertenecientes a grupos raciales y étnicos marginados y que abordara el racismo, la discriminación y la xenofobia sistémicos en todo el mundo.

En efecto, la revolución cultural woke ha barrido Europa desde Estados Unidos. En Francia, también se está infiltrando en la esfera pública y en el sector privado sin despertar mucha resistencia por el momento. A veces, con la bendición del Estado, se organiza y despliega una red de propaganda, que puede incluso ir acompañada de un sistema de vigilancia. No cabe duda de que la lucha de los republicanos estadounidenses es también la nuestra.

Fuente: Boulevard Voltaire