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Ideología de género, revolución e ingeniería social


Fernando José Vaquero Oroquieta | 01/05/2020

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

La izquierda, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, viene experimentado una profunda evolución, transitando diversas etapas y tácticas. Numerosos intelectuales, entre los que destacaremos a Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, se incorporaron, antes o después, al entorno comunista motivados, también, por su odio a la Iglesia católica; orientando sus trabajos a la extirpación de toda forma de «superstición» religiosa. Inspirándose en el supuesto «Marx humanista» de sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, elaboraron una nueva dogmática con la pretensión de deconstruir toda forma de alienación; incluidas las de naturaleza familiar y sexual que encubrirían –conforme su juicio- el capitalismo.

En el itinerario de esta evolución seguiremos, como hilo conductor, el magnífico trabajo elaborado por el abogado José Luis Sáiz Calabria titulado Una aproximación a la mentalidad dominante. La izquierda como nuevo moralismo . Así, el neomarxismo de los años 60 del siglo XX invertiría los esquemas ortodoxos anteriores, cargando el acento en la superestructura (pensamiento, valores, religión, estética) por encima de las condiciones materiales y de producción; sirviéndose para ello, y no poco, de la reelaboración marxista del italiano Antonio Gramsci. Para este autor, el cambio de mentalidad, liderado por quienes denominó «intelectuales orgánicos», debiera preceder todo cambio social revolucionario; enfrentándose con el «sentido común» propio de la tradición católica.

Otra vía de renovación del marxismo se generó en la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcuse, Fromm, Benjamín). Sus diversas elaboraciones extendieron la crítica de la alienación a toda forma de institución social. A tal fin investigaron las raíces familiares y cualquier otra forma de autoridad prefiguradora –supuestamente- de toda «estructura represora» y, por definición, «fascista». Herbert Marcuse sintetizará a Marx y Freud, con el objetivo final de la supresión de toda forma de alienación; lo que acaecería necesariamente mediante la liberación sexual, transformando el cuerpo humano en un instrumento de placer y no de explotación. Erich Fromm, por su parte, denunció toda forma de autoridad: la familia, la religión, el patriarcado, el machismo…

Caído el Muro de Berlín, descompuesta la Unión Soviética, reformulado el modelo chino, con una socialdemocracia en abierta convergencia con los dictados de las oligarquías económicas del mundialismo y diezmada por los nuevos partidos antisistema (Frente Nacional francés, Partido Liberal austriaco, Partido del Progreso -danés y noruego-, Liga Norte y Movimiento Cinco Estrellas en Italia, UKIP británico…), fueron aquellos intelectuales quienes proporcionaron muchos de los instrumentos interpretativos y de acción de la izquierda postmarxista de los años 80 y siguientes.

Sáiz Calabria sintetiza esa perspectiva, magistralmente, en el siguiente párrafo: «Esta nueva izquierda se modula en una lucha constante contra el fascismo y en la promoción permanente de la agitación cultural desde las grandes plataformas mediáticas y culturales de lo políticamente correcto, en las que se elaboran las agendas culturales y se ensalzan o se proscriben los libros, los autores y los temas de interés, y que finalmente van introduciéndose, en un proceso incontenible y devastador, en los grandes medios y en las expresiones de la cultura popular, la televisión, la música, la literatura o el cine».

La última mutación de esta evolución sería la denominada «ideología de género». Ya Simone de Beauvoir enunció en 1949 su conocido aforismo: «¡No naces mujer, te hacen mujer!». Sigamos con Sáiz Calabria: «La ideología de género es un feminismo radical surgido hacia fines de los 60, que rompe con el anterior movimiento feminista de paridad (que creía en la igualdad legal y moral de los sexos), para exigir el derecho a determinar la propia identidad sexual, y así llegar a una sociedad sin clases de sexo. Tuvo una fuerte presencia en la polémica Cumbre de Pekín, la IV Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, realizada en septiembre de 1995» en la que se propondrían, entre otras tácticas y estrategias, el tan discutible como ya implantado, concepto de «violencia de género».

Se trata, en suma, de una nueva utopía, de un proyecto humano sustentado en contravalores que «mantiene un vínculo con las utopías liberadoras de antaño y adquiere las formas de una nueva religión política, sin coerción física ni liderazgos heroicos, pero que va decantándose en un totalitarismo blando aunque, por ello mismo, extraordinariamente eficaz por cuanto oculta los verdaderos mecanismos de su asimilación»; asevera Sáiz. Debemos precisar, no obstante, que ya en el poderes el caso de España- los partidarios de tal ideología no vacilarán en servirse de los medios represivos tradicionales: desde los recursos policiales, judiciales y sociales, el adoctrinamiento igualitario de masas, y la exclusión del disidente.

Fernando José Vaquero Oroquieta: De Navarra a Nafarroa: La otra conquista. La Tribuna del País Vasco (Enero de 2020)

Nota: Este artículo es un extracto del citado libro