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Jean Thiriart y la China maoísta: la colaboración con Joven Europa


Luc Michel | 30/10/2020

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Los resultados de la reunión entre Thiriart y Zhou Enlai en Bucarest fueron espectaculares. Los chinos, petrificados en el dogmatismo de su catecismo marxista-leninista, buscaban vasallos ideológicos y no aliados tácticos. Desencantado, Thiriart señaló por aquel entonces: «Los líderes de Pekín se encuentran hoy en un notable aislamiento. Jugaron torpemente en Yugoslavia al insultar injustamente a Tito y se separaron del mundo. Estos excesos, que son útiles para la preparación psicológica de la lucha dentro de China, no son exportables. En Europa, el ejército antiamericano será nacional-comunitarista. Es necesario que Pekín se dé cuenta de que el gran nacionalismo europeo será la única palanca para una acción antiamericana histórica. Los excesos, el puritanismo marxista no son ni serán aceptados por las masas europeas. Mao todavía no lo sabe y es aquí donde reside el error político-estratégico actual».

Por otro lado, para los chinos, Europa es un terreno de acción secundaria en el que solo le interesa la agitación que sirve directamente a su propaganda contra las superpotencias (Estados Unidos y Unión Soviética). En este sentido, es revelador un artículo de Lin Piao, por aquel entonces un gran rival de Mao, publicado en Pekín Información el 7 de agosto de 1967: «Si tomas el mundo como un todo, América del Norte y Europa occidental pueden ser considerados como ciudades mientras que Asia, África y América Latina sería en el campo. Los movimientos revolucionarios proletarios de los países capitalistas de América del Norte y Europa occidental son quienes, por diferentes razones, marcaron el ritmo pero los movimientos revolucionarios de los pueblos de Asia, África y América Latina se han desarrollado vigorosamente. Y, en cierto sentido, la revolución que el mundo hoy conoce ve una situación similar a aquellas ciudades rodeadas por el campo. Al final, la causa revolucionaria mundial depende de la pelea revolucionaria de los pueblos de Asia, África y América Latina, en los que vive la abrumadora mayoría de la población mundial».

Ante una China ensimismada en una visión tricontinental, la lucha cuatricontinental propuesta por Thiriart contaba poco. Así, los beneficios de la reunión fueron prácticamente nulos. Sin embargo, desde otro punto de vista, a nivel psicológicos, serían muy importantes. Joven Europa logró salir de su aislamiento, del gueto político en el que estaba confinada por la infame acusación de «fascismo» difundida por la policía del régimen estadounidense y los servicios de acción psicológica. Zhou Enlai ofreció una alternativa «progresista» a dicha organización que abrirá muchas puertas, sobre todo en la extrema izquierda. A partir de este momento, La Nación Europea (la revista de Joven Europa) se convierte en una importante tribuna antiamericana en la que habrán muchas fuerzas revolucionarias. Para las organizaciones maoístas, Joven Europa deja de ser un oponente, más o menos fascista, para convertirse en un posible aliado. Por ejemplo, el líder la facción prochina del Partido Comunista de Suiza, Gérard Buillard, no dudará en conceder una entrevista a La Nación Europea.

Sin embargo, es en Italia donde ocurrirán las consecuencias más importantes. En este país, donde hay ningún «cadáver» que separa a dos partes (como es el caso de Bélgica), tuvo lugar un movimiento en la base entre Joven Europa y los grupos maoístas. El trasvase de cuadros y militantes de Joven Europa a las filas maoístas durante las luchas estudiantiles de 1967 y 1968 abonó el terreno. Maoístas y nacional-europeos lideraron unidos numerosas acciones comunes en la lucha anti-imperialista. Prueba de ello fue un folleto titulado «El Frente del Tercer Mundo pasa por el río Ussuri», firmado conjuntamente por la federación provincial de Imperia (Italia) de Joven Europa y por el comité local del Partido Comunista de Italia (marxista-leninista).

La convergencia ideológica entre los dos sectores se muestra claramente: hostilidad al imperialismo y a las dos superpotencias, lucha en común con China y el Tercer Mundo, rechazo de la ocupación estadounidense en Europa, antisionismo, anti-israelismo y socialismo. A excepción del «romanticismo» chino y tercermundista, vemos aquí la aceptación por parte de los maoístas de las ideas fundamentales de Joven Europa.

Este documento («El Frente del Tercer Mundo pasa por el río Ussuri») arroja luz sobre la futura evolución de numerosos militantes de Joven Europa quienes, tras la desaparición de la organización, se pasarán a la extrema izquierda maoísta. De hecho, no se sentirán extraños en ellas. También se debe hablar de su importante presencia en las luchas del llamado Movimiento Estudiantil Europeo. El embrión de esta organización de estudiantes universitarios fue creada a iniciativa de Joven Europa con el objetivo de orientar a grupos de estudiantes autónomos hacia las ideas de las organización.

Nota: Este artículo es un extracto de la presentación del número 3-4 de la revista en papel de Adáraga bajo el título Jean Thiriart: El gran europeo del siglo XX.

Jean Thiriart y la China maoísta

1. El encuentro con Zhou Enlai en Bucarest
2. La colaboración con Joven Europa