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Unidad de la Hispanidad o sumisión a lo extranjero


Ernesto Ladrón de Guevara | 01/03/2020

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

En 2015, la revista Time hizo público un informe elaborado en 1969 por la Fundación Rockefeller con el título «Sectas y apoyo del Gobierno de los Estados Unidos contra la Iglesia católica». En dicho texto, se daba cuenta de que Nelson Rockefeller, a la sazón vicepresidente de Richard Nixon, tras visitar varios países de Iberoamérica, ofreció, a través de la CIA, un apoyo financiero para la expansión de sectas de corte pentecostal y origen norteamericano con el objeto de crear división y socavar la autoridad moral de la Iglesia en los países del centro y sur de América al estimar que, tras el Concilio Vaticano II y el posterior Concilio de Medellín, el catolicismo había experimentado un notable impulso en la región.

Todavía en 1980 se consideraba que el catolicismo perjudicaba la campaña presidencial de Ronald Reagan, elaborándose el «Documento de Santa Fé» para contraatacar las tendencias de la Iglesia y textos de las diferentes Conferencias Episcopales que se consideraban muy peligrosos para la política exterior de los Estados Unidos, cuya finalidad y objetivo era ir creando las bases para una futura absorción de esos países por Washington Una tarea complicada, según el punto de vista de sus analistas, si dichos países siguieran siendo católicos a pesar que, desde el año 1969, se había desarrollado por parte de la Casa Blanca una estrategia de invasión de Hispanoamérica mediante sectas y grupos de cristianos alternativos a la Iglesia católica. De hecho, mucho años antes, Karl Marx ya había visto en el pentecostalismo una forma de sustitución que permitiera un cambio cultural propicio para la dictadura del proletariado.

La Hispanidad atacada

El empeño del mundo protestante junto a la masonería y los poderes anglosajones por destruir la herencia cultural civilizadora de la Hispanidad no ha cesado desde el siglo XVII, con la inestimable ayuda de los afrancesados tras la entronización de la dinastía de los Borbones tras el fallecimiento del último monarca de la Casa de Austria, Carlos II sin descendientes. La eficaz labor caustica desempeñada por promotores y divulgadores de la llamada leyenda negra, que, efectivamente, era una leyenda, fue secundado y reproducido por los acólitos de la demolición de los restos del Imperio español, siendo peores los propios que los ajenos.

Si analizáramos dicha leyenda negra, que nada tenía que ver con la realidad hasta la llegada de los Borbones en relación a las fechorías del poder colonizador anglosajón y a las invasiones depredadores de los holandeses y franceses, es evidente que salimos claramente desde una posición de ventaja y el saldo es claro a favor de la obra civilizadora de lo hispano.

La Hispanidad frente al saqueo y asesinato

Los anglosajones han sido unos poderes imperiales depredadores enemigos a cualquier labor evangelizadora, civilizadora, de mestizaje y de creación de un mundo cuyo marco de referencia fue el mandato testamentario de Isabel La Católica, con la protección de los derechos de las personas, instaurada por Francisco de Vitoria y las Leyes de Indias. Ese afán de creación de universidades, hospitales, escuelas, ciudades donde aborígenes convivían en igualdad de derechos con los conquistadores y sus herederos, etc., no tuvo parangón en el espacio angloamericano, esquilmador y perseguidor de los pueblos autóctonos, hasta tiempos muy recientes, es decir, bien entrado el siglo pasado.

Las independencias fallidas

No debe extrañar que, quienes abominaban de la igualdad de indios y esclavos negros y de la protección de los derechos de los hombres con independencia de su raza u origen, garantizados por la idea católica y de la Hispanidad como obra civilizatoria, se mostrasen preocupados ante la dificultad de lograr la expansión territorial de su poder en tierras que un día fueron hispanas.

Con los procesos de independencia en el primer tercio del siglo XIX, aprovechando la descomposición de España producida por el liberalismo y la invasión francesa y mediante revolucioneslideradas por destacados masones financiados y apoyados militarmente por los poderes británicos, franceses y holandeses, como Simón Bolívar o José de San Martín, esos derechos primigenios contemplados en la obra civilizadora y espiritual que tan bien recogió Ramiro de Maeztu en su libro Defensa de la Hispanidad, que provocó su asesinato en 1939, fueron vulnerados gravemente por los criollos que eliminaron los virreinatos para hacer y deshacer sin control ni límite su acopio de poder y propiedades.

Los pequeños propietarios que surgieron con las encomiendas dejaron de poseer sus tierras y se formaron grandes latifundios por expolio. De tal manera que la desigualdad en la propiedad nunca tuvo el alcance que hoy afecta al conjunto de los pueblos hispanos. Unos pocos concentran la riqueza, y la mayoría carece de lo más elemental para vivir.

Un ataque que no cesa

Esa ingeniería social de descabalgamiento de la Iglesia católica en su relación con la Hispanidad y el ataque que está sufriendo la lengua española en España, siguen su curso y no solamente desestabilizan a las naciones iberoamericanas, sino que también ha alcanzado toda su virulencia y eficacia en España, buscando su desmembramiento mediante la modificación cognitiva de las masas al difundir cosmovisión que supone, en la práctica, la destrucción del legado de nuestros abuelos y ancestros.

Las campañas proabortistas y de ingeniería social que persiguen una modificación del ethos colectivo, de la antropología tradicional de países como España, siguen esa estela con una notable eficacia. Entre sus objetivos está atacar a la familia. Stalin vio en la familia un enemigo a sus pretensiones supremacistas y a la idea de sociedad controlada por el Estado. La familia era un obstáculo a la sovietización de la sociedad rusa. Para ello había que eliminar todo vínculo entre la familia y su prole y pasar la propiedad y control de la infancia al Estado. En esa dirección han ido colectivos promovidos por la Comisión Trilateral como Católicas por el Derecho a Decidir o la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII junto la Fundación PRISA.

Recuperando la idea de la Hispanidad

Es necesario recuperar la idea primigénica de la Hispanidad. Es preciso que España sea, como en otros tiempos la cabeza de operaciones de la unión del mundo hispano. Es obligado repeler los ataques contra la lengua española y a la idea espiritual que fue la fortaleza de la Hispanidad y de los derechos humanos anteriores a la declaración, tras la Revolución francesa. Es requerido proteger el marco de nuestra forma de ser, de nuestro ethos colectivo, de nuestra cosmovisión humanista, como herederos del legado de Isabel La Católica y del Cardenal Cisneros.

En Europa no aseguramos la continuidad de ese legado sino que tenemos a su frente a aquellos que lanzaron diatribas y falsedades sobre nuestro carácter hispano y sobre la realidad de lo que fue y es esa realidad histórica de la Hispanidad como orden mundial civilizador. Nuestro lugar natural está en la unidad, encuentro, cooperación y unidad con aquellos que son nuestros hermanos de historia y civilización. No tenemos derecho a tirar piedras sobre nuestro tejado.

Ernesto Ladrón de Guevara: Nueva defensa de la Hispanidad. Letras Inquietas (Enero de 2020).