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El primer patinador transexual: ¿a qué viene este ridículo espectáculo?


Marie Delarue | 02/02/2023

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Todos conocemos la imagen del elefante en la cacharrería. Ahora hay una alternativa: el patinador trans en los Campeonatos de Europa.

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Fue la improbable actuación de Minna-Maaria Antikainen la que impresionó a espectadores y medios de comunicación de todo el mundo, ya que la Federación Finlandesa de Deportes sobre Hielo quiso convertir a la primera patinadora artística transexual en la estrella de su ceremonia inaugural.

Es precioso. Es generoso. Sobre todo, era perfectamente ridículo, y créanme, no hay transfobia en ello. Al contrario: tanto la caridad cristiana como la preocupación por valorar la LGBTI+, etc. habrían querido que el granjero reconvertido en sílfide se ahorrara lo grotesco de la situación.

Y es que la señora de 59 años que debía demostrar al mundo que basta con cambiar al mono del circo por otro con volantes para encarnar la gracia sólo duró unos metros antes de caer de pie. Y sin embargo, ni lutz ni flip, ni single y menos aún doble axel, ni pirueta ni giro, sólo la llegada de un tanque a la pista. Qué voy a decir: en la Berezina, pues el que ha caído, caerá. Fue uno de los elegantes patinadores que giraban con la bandera de su país ondeando el que acudió a relevar al patinador transexual para que volviera a ponerse de pie.

Fdesouche relata que «cuando Markku-Pekka Antikainen se trasladó de Siilinjärvi a Helsinki a los veinte años, no pensó que volvería a los 59 como representante del sexo opuesto. Es agricultora y madre de dos hijos y ahora se llama Minna-Maaria. Quizá haya que admitir que Minna tuvo dos hijos cuando aún se llamaba Markku, hijos de los que, por tanto, es padre y no madre… a menos que los transformadores de género hagan milagros hoy en día».

También se nos dice que empezó a patinar a los 50 años, valiéndose por sí misma. Gracias a Dios que no probó el patinaje en pareja (al menos que sepamos), porque si no, no me fiaría mucho de los compañeros. Aparte de Schwarzenegger, no sé quién la llevaría.

Markku-Minna podría haber seguido patinando tranquilamente en los lagos finlandeses, a sus anchas, en pantalones o falda si hubiera querido. En cambio, el activismo LGBTI+, muy insensato, la convirtió en el hazmerreír de millones de telespectadores. ¿Por qué tanto odio?

Fuente: Boulevard Voltaire