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¿Interferencia estadounidense en Nagorno-Karabaj?


Alexander Markovics | 31/10/2022

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Más de 100 muertos, vídeos de mujeres armenias mutiladas y prisioneros de guerra armenios liquidados: desde septiembre de este año se ha reanudado el conflicto de Nagorno-Karabaj.

El conflicto, que ha estado latente desde 1991, se refiere al enclave armenio en el centro de Azerbaiyán. En 1993, Armenia logró apropiarse del territorio, pero Ereván no logró asegurar sus conquistas a través de acuerdos diplomáticos, tal como le aconsejó Rusia. Así es como la situación en el estado cristiano del Cáucaso ha cambiado drásticamente desde 2020: con armas turcas e israelíes, incluidos drones, Bakú ha logrado recuperar gran parte de la región sin salida al mar.

Solo una fuerza rusa de mantenimiento de la paz podría evitar lo peor. En la propia Armenia, Nikol Pashinyan, que llegó al poder en 2018 tras la revolución de la seda patrocinada por Occidente, ha sido acusado de incompetencia en la guerra y traición. Pero Pashinyan logró sofocar las protestas y ganó la reelección como primer ministro en 2021 en una elección que manipuló. La situación geopolítica en el estado del Cáucaso también ha cambiado: anteriormente un aliado cercano de Rusia e Irán, Pashinyan comenzó a nombrar a miembros de ONG occidentales para puestos gubernamentales y a firmar un acuerdo con la Unión Europea. Bajo su égida, Armenia envió tropas a Kosovo y Afganistán para apoyar la «Asociación para la Paz» de la OTAN.

En 2022, el avance de Azerbaiyán en Karabaj nuevamente vio protestas, pero Pashinyan continúa aferrándose al poder. Todo esto no es una coincidencia: como indica el documento estratégico «Extending Russia» del think tank globalista RAND Corporation, se trata de sobrecargar las fuerzas de Moscú comprometiéndolas en tantos frentes como sea posible.

Para hacer esto, es necesario vincular a las fuerzas rusas a través de los conflictos en el sur de Rusia, Osetia del Sur y Abjasia, así como en el Cáucaso, para que sean derrotados en otros frentes. En este contexto, la base militar rusa cerca de Ereván es una espina en el costado de Washington, ya que consolida el poder de Moscú en el Cáucaso. El conflicto tiene varios objetivos: es empujar a Armenia a retirarse de la CSTO, la alianza centrada en Rusia, y distanciarla de la Organización de Shanghái, que se está convirtiendo en una alternativa a las instituciones occidentales. Mientras tanto, una misión de la CSTO partió hacia Karabaj para analizar la situación.

Por eso, por primera vez desde 1991, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, visitó Armenia para condenar la agresión de Azerbaiyán. Al mismo tiempo, Soros está haciendo campaña, a través de sitios que financia como eurasia.net, para que Armenia se separe de Rusia y se una a la OTAN, y la Unión Europea de repente se involucró como un «mediador». En esta agitación, Ereván puede estar seguro de una cosa: Occidente no está preocupado por el bienestar de los armenios, sino por llevar la bandera del arcoíris aún más hacia el Este.

Fuente: Euro Synergies

Alexander Markovics: Biopolítica, transhumanismo y globalización. Letras Inquietas (Junio de 2022)