Rima Hassan ha anunciado que intervendrá en el Parlamento Europeo con motivo del Día Europeo contra la Islamofobia, que se celebra en septiembre. Es necesario aclarar el término «islamofobia», que se ha convertido en un arma ideológica disfrazada de instrumento de defensa de los derechos. Este término no se utiliza para denunciar la discriminación real que sufren algunos individuos, sino que se emplea con demasiada frecuencia para sofocar cualquier crítica legítima de los excesos islamistas.
En lugar de ceder a las tentaciones comunitarias, los eurodiputados franceses deberían defender con firmeza, en el seno del Parlamento Europeo, nuestra singularidad nacional: la del laicismo y la separación estricta de los poderes religioso y político. Estos valores, que sitúan la libertad individual, la libertad de conciencia y la igualdad ante la ley por encima de cualquier consideración comunitaria o religiosa, son esenciales para la cohesión de nuestra sociedad y de nuestro continente.
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La historia de Europa es una historia de liberación progresiva de la dominación teocrática y confesional. Esta lucha dista mucho de haber terminado, y sigue siendo una causa común con quienes, aún hoy, tratan de escapar de estas opresiones, ya sea en Europa o en el mundo árabe-musulmán. En este sentido, su destino y el nuestro están unidos.
Pienso en particular en las mujeres, los intelectuales y las minorías religiosas, que son las primeras víctimas de la intolerancia islamista, tanto en nuestro suelo como más allá de nuestras fronteras. Es lamentable que muchos de los que vinieron a Europa para huir de la opresión teocrática se vean ahora traicionados en sus aspiraciones de libertad, víctimas de un antirracismo mal utilizado por políticos amiguetes y otros influenciadores identitarios que propagan un verdadero discurso del odio.
La libertad de expresión, la libertad de religión o de no religión, la libertad de conciencia y de juicio, la neutralidad de la esfera pública y la negativa a reconocer comunidades a costa de los derechos individuales están en el corazón de nuestra civilización europea y, por tanto, deben estar en el corazón del proyecto europeo.
Nuestra lucha debe tener un objetivo: que un día estos acontecimientos parezcan inútiles, como un vano intento de disfrazar el verdadero significado de los valores europeos. Entonces celebraremos la lucha contra la intolerancia y la defensa de las libertades públicas, en lugar de promover discursos victimistas que amenazan la cohesión de nuestras sociedades.
Nota: Cortesía de Boulevard Voltaire
Julie Rechagneux es diputada de la Agrupación Nacional francesa (antes Frente Nacional) en el Parlamento Europeo.