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Lee aquí un extracto del prólogo de Distributismo: La economía social de Chesterton


Antonio Moreno Ruiz | 21/07/2021

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

La sangre de los mártires nunca es en vano. En Inglaterra y alrededores, donde tan atrozmente se persiguió al catolicismo, surgió un renacimiento cultural católico (tomando la expresión del bibliófilo Joseph Pearce) entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, ostentando Gilbert Keith (G.K.) Chesterton un lugar preminente en esta importante corriente cuya influencia enhorabuena perdura.

Influenciados por la dialéctica de las revoluciones, se nos ha aplicado un pensamiento que mezcla lo mágico y lo romántico (acaso valga la redundancia) a fuer de leyendas sobre la historia y la economía. Así, a algunos le resultarán sorprendentes las coincidencias de «criterios históricos» entre liberales y comunistas con respecto a revoluciones como la francesa o la rusa.

Pero la «sorpresa» en verdad viene por el desconocimiento del intríngulis familiar que hay en un acervo ideológico que, aun en varias derivaciones, nace de la misma ruptura traumática y violenta del orden tradicional y que hoy se encuentra sin problemas en vertientes que en teoría serían antagónicas. Es muy famoso el caso del modelo chino, pero en verdad no es algo único. Y por eso mismo también se nos intenta ocultar que ilustres economistas, escritores o hasta revolucionarios anglosajones o franceses que los tertulianos televisivos nos ponen como máximos modelos exactos y absolutos a seguir hasta el fin de los tiempos, eran partidarios del trabajo infantil o de la esclavitud y no digamos del racismo.

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En esa mixtura o redundancia de magia y romanticismo radica la idealización de la Revolución Industrial, la misma que provocó un cataclismo social cuyo eco fue inmortalizado en las novelas de Charles Dickens. Niños explotados, proletarios que vivían peor que los esclavos, desplazamientos traumáticos del campo a la ciudad; son los «olvidos» a los que acostumbran los que dicen defender la «libre competencia» o el «libre mercado» como si todo dependiera de azares o algoritmos, tal y como ocurre hoy en día con las redes sociales, siendo que en eso de la «“libertad de expresión», unos resultan ser más libres que otros. Lo mismo que en los mercados o en los estados.

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Pretender confundir la realidad y sus térmi-nos presentes e históricos con «magias» que al final no van sino a lo más despiadado del utilitarismo y la especulación, bien nos explica que estemos inmersos en una tiranía global cada día más amenazante, en un mundo que no valora el servicio, la jerarquía o la hermandad (evocando a Ramiro de Maeztu) porque el bombardeo mediático y pseudoeducativo, ahíto de sentimentalismos y «redefiniciones» le ha hecho perder el norte, ahogado en toda clase de «realidades» paralelas/virtuales.

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Y es que, al fin y al cabo, el Distributismo, aun teniéndolo todo en contra, tuvo una entrañable habilidad pedagógica. De ello hemos de nutrirnos en estos días tan aciagos en los que continentes y contenidos se confunden en el marasmo de la ignominia. Por tanto, acudamos a los que saben, desde Gilbert Keith hasta Sergio.

Sergio Fernández Riquelme: Distributismo: La economía social de Chesterton. Letras Inquietas (Julio de 2021)