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Vox rompe con el sistema por el problema migratorio y se convierte en la alternativa


Ignacio Eguiluz | 12/07/2024

Por fin, Vox ha decidido ser la alternativa al sistema y no solo al Partido Popular. Llegar a esta situación ha costado una década desde su fundación pero, desde ayer, la formación presidida por Santiago Abascal ha roto con el sistema en una cuestión que ya divide en dos a la opinión pública: la inmigración.

Guste o no a los mass media y al establishment, el debate sobre la inmigración ha llegado para quedarse. A la preocupación sobre los innegables problemas de seguridad, delincuencia y violencia crecientes en nuestras calles (ahí están los datos para el que quiera consultarlos) y relacionados (de una u otra manera y en mayor o menor medida) con este fenómeno, se irán sumando otras cuestiones adicionales que radicalizarán las posiciones entre el bloque de los fanáticos de la inmigración (wokistas, izquierdistas, progresistas y multiculturalistas debidamente engrasados mediática y financieramente por el sistema) y el de los identitarios.

Que Vox iba a oponerse al reparto de los menores extranjeros no acompañados (menas) llegados en tromba a Canarias entre las comunidades autonómonas se daba por hecho. Lo que no se daba por hecho es la posición de firmeza, coherencia con unas ideas y valores y, sobre todo, de respeto a su electorado que supone el romper los gobiernos de coalición con el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo. Renunciar a altos cargos, salarios aún más altos, posiciones de poder y, sobre todo, a romper con el dictado del sistema en una cuestión tan fundamental como es la inmigración no es algo a lo que estemos acostumbrados en España.

Por este motivo, los de Abascal son desde hoy la única oposición y la única alternativa en España. El resto de partidos (todos, absolutamente todos) no solo no se niegan a tomar medidas contra el problema migratorio y sus derivados sino que aprueba complacidos las órdenes recibidas desde «organismos superiores» y/o «supranacionales» que nadie ha votado y que, en demasiadas ocasiones, su existencia es prácticamente desconocida para el común de los mortales.

Mención aparte merece la actitud del Partido Popular. Acostumbrados al lampedusiano juego político español (cambiar todo para que nada cambie), los zahoríes de Génova 13 confiaban hasta ayer por la tarde en que Vox se limitaría a criticar vehementemente en la prensa el reparto de menas pero que, a la hora de la verdad, aceptaría el trágala a cambio de seguir en los diferentes ejecutivos regionales. El PP se equivocó pensando que Vox seguiría sus pasos, pidiendo primero la intervención de la Armada para frenar la crisis migratoria para, acto seguido, aceptar el reparto de los menas.

Hasta la fecha, Vox ha sido una piedra en el zapato del PP pero los asesores y estrategas de Génova 13 siempre confiaron en que, antes o después (según esa concepción tan patrimonialista del voto insertada en el, de momento, principal partido de la derecha sociológica), los votantes de la formación abanderada por Santiago Abascal terminarían por volver al redil. Pero, ayer, todo cambió. Como expresó acertadamente Javier Ortega Smith, Vox ha preferido la honra antes que los barcos.

Por todo esto, Vox es hoy la única oposición y la única alternativa no ya al régimen de partidos sino al propio sistema. No deben obviar en la madrileña calle de Bambú que su particular larga marcha ha comenzado. A buen seguro, recorrerán un duro camino por el ostracismo político-mediático y bajo crecientes pulsiones de «cordones sanitarios» pero también lo harán acompañados de un creciente número de españoles concienciados de la gravedad del problema y de la decisión, para nosotros muy acertada, tomada ayer por Vox.