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Una novela apetecible: La luz del Norte


Xuan Xosé Sánchez-Vicente | 01/06/2021

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Acabo de terminar La luz del Norte, una novela de Carlos X. Blanco, escritor e investigador que trabaja con frecuencia en el ámbito de lo asturiano y de lo asturianista.

Organizada en unidades narrativas breves y con una prosa sin muchos remilgos creativos o trasgresores, la novela es agradable y se lee bien, quiere decirse, atrapa el interés para seguir leyendo escena tres de escena.

La trama narrativa son los antecedentes más o menos históricos, en el ámbito de España y de Asturias, que van desde la derrota de don Rodrigo a la sublevación de Pelayo y los astures en Covadonga. Sobre esa trama histórica (contada con libertad literaria) se pinta, de una parte, la vida en el antiguo reino visigodo (Toledo y Córdoba, fundamentalmente), tanto en el plano los protagonistas como en el social: la esclavitud de una parte los cristianos y godos y la violencia a que se los somete tanto física como económicamente; la connivencia, de igual forma, con los invasores por parte de los «traidores»: los partidarios de Witiza, como don Oppas, que fueran quienes llamaran a la morería invasora, o los nobles entregados al invasor, como el godo Athala.

De otra parte, se describe la vida entre los astures libres: astures del centro y del oriente, los astures vadinienses, de quienes es cabecilla Pelayo (godo y astur a la vez) y los cántabros libres, a los que encabeza el duque de Cantabria, Alfonso.

Desde el punto la vista narración de la historia, van a alternarse episodios o aventuras de algunos personajes que tienen orígenes y trayectorias diferentes hasta que, al final, se agrupan en Covadonga y en torno a Pelayo: Teud y Adosinda (la germana de Pelayo), Teud y su hermana Brunilda, Álvaro y Brunilda… Y, junto con ellos, personajes históricos: aparte de Pelayo y Adosinda, Oppas, Munuza, Alkama…

En cuanto al reflejo de la historia real en la ficción novelesca, el autor emplea un esqueleto «realista» a la vez que incorpora sucesos terminantemente inventados, lo que acompaña con leyendas en torno a Pelayo: su nacimiento y raigambre, su viaje a Córdoba, la entrega de Adosinda como rehén. Y, al mismo tiempo, la invención de una red de «monjes sabios y visionarios» que ven el futuro y hacen porque este se cumpla.

Ha un punto en el que el autor puede encontrar resistencias u obstáculos en algunos lectores, por el trasfondo «ideológico» o de visión del mundo que estructura la visión de la historia en la novela: unos, desde el punto vista nacionalista, la encontrarán demasiado «goticista» e «hispanista» y, acaso, demasiado cristiana. Otros, desde el punto de vista de una visión determinada de España, la verán como demasiado nacionalista asturiana.

La verdad es que, si la novela se lee desde un punto vista meramente literario, más se acerca de la novela de aventuras que a otra cosa, y esos obstáculos desaparecen porque el colorante ideológico se reduce entonces a un sencillo elemento de la trama y de la creación de ambiente.

Carlos X. Blanco: La luz del Norte. Argos (Abril de 2016)

Fuente: Nacionalismu Asturianu