Destacados: Agenda 2030 | Libros | Ucrania | Vox

       

Artículos

El legendario nacimiento de la Rus de Kiev y la dinastía ruríkida


Sergio Fernández Riquelme | 05/06/2020

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Esta Tercera Roma nacía en una tierra definida como desconocida y primitiva en las crónicas del Medievo. Anales que hablaban de un inicio mítico: de una misteriosa tribu de vikingos (Varegos) que civilizó a los salvajes tribus eslavas y ugrofinesas habitantes de los «confines del mundo», y de su primer príncipe Rúrik (830-869).

Entre las brumas de la historia surgieron los Varegos, «viajeros del mar» para Lomonósov, que según la Crónica de Néstor (1113) eran mercaderes y mercenarios escandinavos (y germanos); conocidos como los rus (posteriormente conocidos como Ruotsoi en finés) entraron en contacto con la población eslava y ugrofinesa nativa al utilizar en sus numerosos viajes comerciales el sistema fluvial de la que llamaban como región de Gardariki (la actual Rusia central), que les permitían llegar hasta las ricas costas del Mar Negro y del Mar Caspio.

Para la Crónica, hacía el 859 los Varegos impusieron un tributo a la población autóctona (danegeld) y en el año 863 tres de sus caudillos, los hermanos Rúrik, Sineús y Trúvor se convirtieron en gobernantes de la región como fuerza pacificadora entre las distintas tribus, en torno a varios asentamientos cerca del lago Lágoda (Aldeigjuborg). Rus, Angliane, Gote, Normane o Svie, diferentes nombres para este un pueblo de origen nórdico que según los Annales Bertiniani llegaron a mantener contacto, como peligrosos viajeros «suecos» (rhos), con el Emperador bizantino Teófilo.

Nacía la dinastía ruríkida, fundadora de la Rus de Kiev. Primero bajo el supuesto y difuso asentamiento de Rúrik alrededor del señalado lago Lágoda, posteriormente con la fundación de Kiev por los soldados varegos Askold y Dir (en su avanzadilla hacia el intento de saqueo de Constantinopla en el 860), y de manera final con la expansión hacia el sur tras la conquista del valle del Dniéper. Los varegos pronto se eslavizaron, solo sobreviviendo parte de su identidad como mercenarios en la legendaria y brutal «Guardia varega» al servicio de Bizancio frente a francos y árabes hasta el siglo XI, destacando la figura del mítico y futuro rey noruego Harald Sigurdsson III El Indomable.

Territorios a los que el patriarca ecuménico de Constantinopla Focio (Photios) quiso cristianizar desde el año 867, siguiendo a los recién convertidos búlgaros (como recogía en su carta encíclica); proceso que, según Constantino VII en De administrando, fructificó en amplias regiones de la Rus, tal como evidenció el Tratado ruso-bizantino de 944, en el cual numerosos nobles rusos juraban apelando a Cristo. Aunque hasta finales de siglo, la corte de la Rus siguió rindiendo culto a las deidades paganas de Perun y Veles (creencias solo accesibles a través de textos secundarios posteriores, ante la ausencia de testimonios escritos de la vieja religión eslava).

Sobre zonas de las actuales Bielorrusia, Rusia y Ucrania se fue configurando la Rus como federación de pequeños principados eslavos y ugrofineses, en manos de legendarios clanes y caudillos varegos. Según la Crónica, Oleg El Profeta (el nórdico Helgi) (879-912) fue elegido como líder de los guerreros varegos ante la minoría de edad de Igor supuesto hijo de Rúrik: «en su lecho de muerte, Rurik legó su reino a Oleg, que pertenecía a su familia, y confiado en las manos a Oleg a su hijo Igor, que para él era muy joven». Posible familiar del primer caudillo varego, llevó la capital de la zona norte de Nóvgorod (la citada Staraya Ladoga) a la meridional de Kiev en el año 880 tras someter a los eslavos polianos y derrotar al mítico clan varego de Askold y Dir, comenzando una rápida expansión por el rio Dniéper hasta llegar a la frontera bizantina, firmando un primer pacto comercial con el Imperio en el año 911.

«Oleg ya establecido, llevándose con él a muchos de los guerreros de los Varegos, y de las tribus de los Chudos, los Eslavos, los Merianos y todos los Krivichianos. Llegó así con los Krivichianos a Smolensk, capturando la ciudad, y estableciendo una guarnición allí. Marchó de la misma y capturó Lyubech, donde también creó una guarnición. Luego llegó a las colinas de Kiev, y contempló cómo Askold y Dir reinaban allí. Escondió sus guerreros en los barcos, a la izquierda unos detrás de otros (…) y después de ocultar sus tropas, envió mensajeros a Askold y Dir en su representación como un extraño de camino a Grecia ligado a Oleg e Igor, el príncipe y su hijo, pidiendo acercarse a saludarles como miembros de su raza. Askold y Dir salieron a su encuentro. Entonces todos los soldados saltaron de los barcos, y Oleg dijo a Askold y Dir, «o sois príncipes, ni aun príncipes de reserva; pero yo si tengo a un príncipe de nacimiento. Igor’ fue llevado adelante, y Oleg anunció que él era el hijo de Rurik. Mataron a Askold y Dir, y después de llevar sus cadáveres a la colina conocida como de los húngaros y los enterraron allí (…)».

Finalmente llegó al poder Igor (912-945) (el nórdico Ingvar Røriksen), el supuesto hijo de Rúrik, quién se lanzó a tomar infructuosamente Constantinopla en 941 (logrando el citado Tratado o pacto comercial de 944, en igualdad de condiciones con los bizantinos), siendo asesinado por la tribu eslava, vasalla y sureña, de los drevlianos de Iskórosten.

Tras la regencia de su viuda Olga (945-965), que según ciertas crónicas se bautizó en secreto en un viaje a Constantinopla, su hijo Sviatoslav I (el nórdico Sveinald Ingvarsson) (942-972), profundamente pagano, llevó a la Rus entre 965 y 972 a su máxima extensión, hasta la estepa póntica y el Danubio, eliminado la oposición jázara y búlgara con apoyo pechenego y húngaro; admirado por las cálidas y ricas tierras danubianas, llevó su capital a la rumana ciudad de Pereyaslavets. Como uno de los estados más grandes de su época, convirtió a la Rus en notable foco comercial entre el mar báltico y Oriente, y logrando el reconocimiento de Kiev como principado dominante (Veliki knyaz). Bajo su principado se adoptó definitivamente la lengua y religión eslava, a excepción de la élite militar varega o druzhina, que siguió con sus prácticas escandinavas.

Su hijo Yaropolk I (958-980) reinó entre 972 y 980 como líder los principados eslavos orientales, tras derrotar a sus hermanos Vladímir y Oleg (al que asesinó) con el apoyo del mítico caudillo militar varego Sveneld (920-970). Pero acusado de convertirse al cristianismo y de relaciones demasiado cercana con los católicos latinos (como recogió Lambert de Hersfeld), los caudillos varegos apoyaron la reacción de Vladímir, quién tomó Kiev y ejecutó a Yaropolk.

Sergio Fernández Riquelme: El renacer de Rusia. De las ruinas de la URSS a la democracia soberana de Vladímir Putin. Letras Inquietas (Abril de 2020)