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Reportajes

Disturbios en Kosovo: una nueva estación en el calvario de Serbia


Nikola Mirkovic | 03/06/2023

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Una vez más, Kosovo vuelve a estar en el punto de mira internacional con imágenes espeluznantes de violencia y peleas entre serbios, albaneses y soldados de la OTAN.

El motivo de la ira es el miedo de los serbios del norte de Kosovo (donde son mayoría) que ven cómo el dominio albanés se estrecha a su alrededor. En 2013, Belgrado y Pristina firmaron un acuerdo de cooperación que no equivalía al reconocimiento por parte de Serbia de un Kosovo independiente, sino que pretendía facilitar la vida a ambas comunidades. Tras el acuerdo, los serbios reconocieron la policía y el sistema judicial kosovares, entre otros. El otoño pasado, la situación ya era tensa por la cuestión de las matrículas. Finalmente, Belgrado volvió a ceder y se comprometió a dejar de emitir matrículas para las ciudades de Kosovo.

Los serbios hicieron concesiones pero los compromisos de los albaneses con los serbios tardaron en llegar. Cansados de no ser respetados, los serbios del norte de Kosovo han abandonado en masa sus puestos en la administración kosovar, en la policía y en los ayuntamientos. La política de la silla vacía era una fuerte señal pacífica para obligar a los albaneses a respetar su parte del acuerdo y permitir la creación de una comunidad de municipios serbios que agrupara a todos los municipios donde los serbios son mayoría. En lugar de comprender el mensaje serbio, los albaneses aprovecharon la situación para apoderarse de los puestos serbios y ocupar sus ayuntamientos. Las fuerzas especiales albanesas ROSU acompañaron a los nuevos administradores, cuya primera acción fue arrancar las banderas serbias de las fachadas de los ayuntamientos y sustituirlas por banderas kosovares.

Los serbios reaccionaron con manifestaciones pacíficas para expresar su desaprobación, pero la policía albanesa y la KFOR (OTAN) en equipo de combate intervinieron. La situación degeneró rápidamente. Dos serbios resultaron incluso heridos de bala y decenas resultaron heridos en ambos bandos. Las manifestaciones del miércoles fueron más tranquilas, pero el fuego sigue ardiendo. El ejército serbio ha sido puesto en alerta máxima y ha sido enviado a la frontera de Kosovo, que podría estallar en cualquier momento.

La OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea han condenado oficialmente las acciones de los albaneses, pero esto parece demasiado bueno para ser cierto. Desde la agresión de la OTAN en 1999, Washington ha estado manejando los hilos en Kosovo. Este último episodio de tensión e intentos albaneses de hacerse con el control del norte de Kosovo parece más bien otra manipulación orquestada por el Tío Sam para aislar definitivamente el norte de Kosovo de Belgrado y meter en problemas al presidente serbio, Alexandar Vucic, por rechazar el reconocimiento de un Kosovo independiente y enfurecer a la Unión Europea y a Estados Unidos al negarse a aplicar sanciones contra Rusia. Si Washington hubiera sido sincero, las fuerzas de la OTAN habrían protegido a los serbios de las fuerzas albanesas en lugar de ponerse de su lado.

Cuando Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea bombardearon ilegalmente Serbia en 1999 y después reconocieron ilegalmente la independencia de Kosovo en 2008, juraron que lo hacían por «la democracia y la paz entre los pueblos». Más de veinte años después, Kosovo sigue siendo un pandemónium de caos. La actual manipulación atlantista no es más que otra estación del vía crucis para los serbios, que pagan caro su apego a su fe cristiana y a su libertad. Más información en la próxima estación.

Nota: Cortesía de Boulevard Voltaire