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Odio contra un sistema que promueve actos terroristas como el de Annecy


Santiago Prestel | 10/06/2023

Escribo estas líneas movido por el odio más profundo a un sistema que promueve actos terroristas como el ocurrido en Francia. También lo hago con la máxima consternación, derivada de la preocupación por el estado de salud de los niños que han sido brutalmente apuñalados por un inmigrante sirio. Porque sí, porque hay que decirlo: quien ha realizado el atentado es un inmigrante. Es alguien que no debería estar en suelo francés ni en suelo europeo. Hay que decirlo abiertamente: el multiculturalismo mata. Y los muertos son siempre los nuestros. Hombres y mujeres europeos, que pagan las consecuencias de esta inmigración descontrolada, que es absolutamente nefasta para la civilización occidental.

¿Cuántos muertos tendremos que poner sobre la mesa para que los hombres y mujeres europeos despierten? ¿Cuántos padres o madres tendrán que perder a sus hijos en estos atentados? ¿Cuántos hijos deben perder a sus padres o madres por ataques de aquellos que no deben estar en nuestra tierra? Esta inmigración mata. Y mañana puedes ser tú o puedo ser yo o cualquier familiar o conocido nuestro.

Si bien ha sido un inmigrante quien ha blandido el cuchillo, no es el único culpable de lo sucedido hoy, ni de lo sucedido en otros ataques producidos en Europa contra nuestros compatriotas por el simple hecho de serlo. La política migratoria de puertas abiertas de la Unión Europea y del Parlamento Europeo son políticas genocidas que atentan directamente contra la base de la civilización occidental. Y hay que remarcarlo y decirlo muchas veces: el objetivo del capitalismo y de todos sus entes supranacionales es acabar con nosotros. La sustitución poblacional es un hecho. No nos quieren. El hombre europeo molesta en los planes del capitalismo global.

Vemos como una jugadora del Fútbol Club Barcelona femenino ha dado la bienvenida a los refugiados. Pues bien, espero que a esta futbolista se le esté cayendo la cara de vergüenza, ya que «uno de sus refugiados», ha apuñalado a varios bebés indefensos. ¿Es eso lo que querías? Pues ya lo tienes. Espero sinceramente que los remordimientos no te dejen dormir aunque dudo que tengas conciencia. De hecho, tampoco creo que tengas sentimientos. La maldad existe, las malas personas existen.

Y, como ejemplo de estas malas personas, los periodistas que tratan de justificar los atentados. La vileza de estos seres se me antoja repugnante. Son malas personas. No cabe otra explicación. Justificar lo injustificable simplemente por el hecho de que es un inmigrante quien ha perpetrado los atentados. ¿Acaso hay que justificar algo ante lo que ha pasado? Sois inmundicias de la peor calaña y cómplices, sois cómplices de lo que está pasando. Por tratar de justificarlo y después, por tratar de esconderlo. Podemos observar como los grandes medios de comunicación tratan de no difundir el vídeo porque es un inmigrante quien ataca a bebés indefensos.

Y no, no cuela que lo que queréis es proteger a la gente para no herir su sensibilidad. La gente os da exactamente igual. Más concretamente, los que os dan igual son los europeos, para los otros, barra libre.

Día tras día, vemos noticias donde «jóvenes» han violado grupalmente a una mujer o se lían a machetazos en nuestras calles o a tiros entre bandas. Sí, hay decirlo: el multiculturalismo no es compatible con la civilización occidental. Porque son ellos o somos nosotros. Porque el globalismo nos ha declarado la guerra. Y, por desgracia, la vamos perdiendo. Europa y sus gentes están siendo borradas del mapa.

La única política con la inmigración es la de la fronteras cerradas. Nadie que no sea europeo tiene motivo alguno para estar en nuestra tierra. No hay refugiados políticos, ni asilo político. Las vidas europeas importan y son las únicas que nos deberían importar. El globalismo se ha mostrado como un arma de destrucción masiva contra nuestra raza, contra nuestras costumbres, contra el modo de vida occidental. El multiculturalismo mata y esto hay que decirlo mucho y muchas veces porque no hay más verdad que la nuestra. Y si el mundo esta contra la verdad, nuestro deber es estar contra el mundo.