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Afirmarse hoy para el día de mañana


Jean-Patrick Arteault | 15/11/2021

En lo que sigue, afirmaremos posiciones claras con pleno conocimiento de que no son necesariamente audibles o aceptables hoy en día para una gran parte de la opinión pública general, incluso identitaria.

Por decirlo sin rodeos, nosotros representamos un punto de vista ultraminoritario. Pero no hay razón para que un punto de vista ultraminoritario en un determinado momento no pueda tener pertinencia y legitimidad. Y, sobre todo, no hay razón para que un punto de vista ultraminoritario esté condenado a seguir siéndolo. Donde hay voluntad, hay un camino, como dice la célebre máxima, nos pertenece hacer prueba de voluntad y trazar el camino. Lo que supone, en primer lugar, afirmar principios y orientación.

Al hacerlo, nosotros tomaremos plena conciencia de estar sobre el terreno de la teorización en lo que concierne a los desafíos actuales, pero nuestro papel no es situarnos en relación a las próximas elecciones o a los plazos geopolíticos, sobre los que no tenemos ningún control concreto. Queremos posicionarnos en relación con los desafíos culturales y políticos a largo plazo de las etnias europeas para despertar y reunir una nueva vanguardia de la reflexión y de la acción.

Se trata, para nosotros, de afirmar nuestro rol de escuela de pensamiento, pero en el sentido gramscista del término: el pensamiento preparado, hecho posible, acompaña a la acción y solo se justifica por la misma. Esta es la razón, a diferencia de aquellos que se reclaman, o son reclamados, de Gramsci sin haberlo leído, o sin haber comprendido lo que leían, el pensamiento solo tiene interés para nosotros en la medida en que esté estrechamiento ligado, orgánicamente, a la acción. El intelectual orgánico es un combatiente o no lo es. Y su combate no se limita a las bibliotecas, sino que tiene su primer campo de acción en la sociedad. El combate cultural no tiene ningún sentido si no conduce a un control del poder. No del poder en sí mismo, por sí mismo, desde luego. Sino porque sin el poder nada es posible.

La elección del largo plazo, si bien tiene la ventaja de liberar el terreno de las pequeñas y nimias preocupaciones de la política cotidiana y de la gestión de los asuntos corrientes del desorden francés y europeo actuales, no significa una indiferencia o una retracción de acciones concretas con posibles socios políticos o culturales. Consideramos, en efecto, que es mejor avanzar de forma imperfecta pero pragmática en la buena dirección con socios con los que no estamos de acuerdo en todo, más que esperar indefinidamente, con el arma a nuestros pies, a los raros pájaros que estén en perfecta comunión de pensamiento con nosotros.

Por encima de todo, queremos afirmar la libertad de pensamiento y de expresión que no depende de cuestiones a corto plazo. En otras palabras, las alianzas o las ententes necesarias con diferentes socios culturales o políticos, franceses o europeos, no deben conducirnos a censurarnos en nuestras reflexiones o nuestras propuestas para evitar a priori el riesgo del desacuerdo. El ecumenismo no puede, en ningún caso, ser la fusión en el más bajo común denominador. Nosotros respetamos en nuestros socios los enfoques que pueden divergir de los nuestros (no hay necesidad de estar de acuerdo en todo para trabajar conjuntamente) y esperamos el mismo respeto a cambio. Y, para ser completo, precisemos que el respeto pude acomodarse perfectamente con la crítica cortés sobre los puntos de desacuerdo.

Jean-Patrick Arteault: Por una brújula metapolítica y otros ensayos identitarios. Letras Inquietas (Noviembre de 2021)

Nota: Este artículo un extracto del citado libro