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Entrevistas

Armando Besga Marroquín: «Hay un gran interés por ocultar la violencia de la invasión musulmana de España»


Redacción | 23/10/2023

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El historiador vizcaníno Armando Besga Marroquín acaba de presentar en la editorial Letras Inquietas su nuevo libro Al Ándalus: La España que dejó de ser España.

Redacción: ¿Qué fue Al Ándalus?

Armando Besga Marroquín: En principio, el nombre que los musulmanes dieron a lo que los cristianos llamaban «Hispania». Pero en la Edad Media el vocabulario geográfico era impreciso: los corónimos podían tener varios significados. Sucedió también con Al Ándalus, que significó, sobre todo, la parte menguante de Hispania en poder de los musulmanes. Así, Al Ándalus, al final, quedó reducida al emirato de Granada, que abarcaba esta provincia y las de Málaga y Almería. Algo parecido sucedió con «España» entre los cristianos. Lo que les diferenció, como ya mostré en mis dos volúmenes de La Reconquista, es que «España» obligaba a la completa conquista y Al Ándalus, que no fue concebida como una patria, no.

¿Cómo se gesta Al Ándalus?

Por una conquista. Nada extraordinario en ello porque el islam, desde la época de Mahoma, se extendió por la espada. No hay que olvidar nunca que una obligación colectiva, que no personal, de los musulmanes es la Guerra Santa no para extender la religión, pues está prohibida la conversión forzosa, sino el dominio por el mundo de Alá y de los musulmanes, que no conquistaban para colonizar el territorio, sino para vivir de las rentas e impuestos que debían pagar los vencidos (como señaló Pedro Chalmeta, «la conquista no tuvo por meta establecer una colonia «de poblamiento», sino «de explotación»»). En este sentido, a la mayoría de los conquistadores y sus descendientes no les interesaba la conversión de los conquistados, pues eso significaba que dejaban de pagar unos impuestos a cambio de la protección que eran esenciales para el mantenimiento del Estado. A todo ello hay que añadir que el islam divide el mundo en Dar al-Islam (casa del islam) y Dar al-Harb (la casa de la guerra), destinada a desaparecer. Con la conquista musulmana, España dejó de ser una parte de Dar al-Harb y se integró en Dar al-Islam, saliendo de la civilización occidental.

¿Fue una creación estrictamente musulmana o hubo una participación nativa en mayor o menor medida?

Como en todas partes, los conquistadores fueron una minoría; buenos guerreros, pero no especialmente preparados. Por eso, tuvieron que recurrir a los nativos, incluidos los obispos, para organizar la dominación y el cobro de impuestos. Eso en los primeros dos siglos, porque después los musulmanes fueron mayoría, ya que los cristianos se convirtieron masivamente.

¿Qué supuso Al Ándalus para los españoles de la época?

Un desastre. Para el primer cronista cristiano que evaluó la conquista (una generación después, en el 754) el mayor que había conocido el mundo. Y tenemos dos himnos litúrgicos de la época de la invasión que documentan la crueldad de la época. Ha habido y hay un gran interés por ocultar la violencia de la conquista del reino visigodo, que no hay que olvidar que duró catorce años. Se ha escrito por especialistas que no sólo mejoró la situación de los campesinos, sino de la aristocracia y hasta la de los obispos (no es necesario conocer nada para saber que no puede ser cierto). En la extensión de esa interpretación incruenta de la conquista ha jugado una gran importancia la difusión de una frase de Pedro Chalmeta, uno de los arabistas españoles más importante: «realmente, no se puede afirmar que España fuese conquistada, sino que habría que hablar más bien de la entrega mediante capitulaciones» (el autor considera que la conquista musulmana de España «invirtió el sentido de la evolución peninsular […] En vez de la erosión progresiva de los derechos de los individuos pertenecientes a los grupos socioeconómicos más desheredados y de la creciente importancia de los lazos de hombre a hombre, la sociedad andalusí tenderá a favorecer el paso desde un status servil al de libre y al establecimiento generalizado de relaciones directas entre individuo y Estado»).

Pero en el mejor de los casos, se trata de un verdad a medias, con la agravante de que no se aplica a la Reconquista, que también se verificó mediante capitulaciones (también el gran público suele ignorar que pasó con las generosas capitulaciones ofrecidas por los musulmanes al poco tiempo, incluso antes de acabada la conquista). Decenas de miles de hispanos fueron matados por los invasores durante la conquista y otra cantidad importante, imposible de precisar, fueron esclavizados. Las violaciones de mujeres debieron ser frecuentes, dada la forma de hacer la guerra que tenían. Y decenas de miles fueron convertidas en esclavas sexuales. Baste recordar, que según Ibn al-Atir, cuando, dos años después del comienzo de la conquista, Muza viajó a Damasco para rendir cuentas llevó un botín fabuloso, que incluía «treinta mil hijas de reyes y nobles godos y damas cautivas». Sin duda, esa cantidad es exagerada, pero ese botín, que era el quinto que correspondía al califa, sólo era una pequeña parte del que los invasores obtuvieron, pues quedaba todavía más una década de saqueos. En La Reconquista lo he contado. No obstante, hay que reconocer que la conquista romana, que creó España, fue más violenta. Finalmente, quiero precisar que entiendo por el español de la época al cristiano con pasado romano y visigodo. Ni más, ni menos.

¿El fin de Al Ándalus responde únicamente a la Reconquista o hay factores internos que facilitaron su caída?

No. Hay que considerar también dos fenómenos muy importantes. Uno es que Occidente conoció a partir del siglo XI un desarrollo extraordinario que sentó las bases de la primacía mundial. En cambio, el mundo musulmán inició en el siglo XII una decadencia de la que todavía no ha salido. El otro es que los musulmanes lucharon constantemente entre sí, hasta el punto de que mataron más correligionarios que cristianos. La unidad de Al Ándalus fue impuesta por la fuerza. Primero por el despotismo de la espada de los omeyas y después por beréberes extranjeros, almorávides y almohades, que incorporaron Al Ándalus a sus imperios. No sólo hubo tres épocas de reinos de taifas (con más de veinte reinos en el siglo XI, cuyas fronteras cambiaban constantemente por las guerras), sino periodos de división tanto en el emirato dependiente de Damasco como durante la monarquía Omeya. La misma conquista del reinode Granada por los Reyes Católicos fue favorecida por las luchas entre tres miembros de la familia real. Es posible que los musulmanes ganaran tantas batallas como los cristianos, pero perdieron la guerra por los constantes conflictos de una sociedad llena de rivalidades (árabes del norte y árabes del sur, beréberes divididos en múltiples tribus, e hispanomusulmanes, que generalmente fueron súbditos de segunda).

¿Tiene el español de hoy una visión adecuada sobre lo que fue Al Ándalus o, por el contrario, está basada en planteamiento equivocados que confunden deseos con realidades?

Creo que la mayoría de los españoles no tiene una visión adecuada de su historia, ni siquiera de las etapas más recientes. A juzgar por lo que se ve en algunos concursos (en vía de desaparición), se puede concluir que habrá millones que ni sepan que significa Al Ándalus. Y me temo que buena parte de los que creen saber están equivocados, lo que es peor que la ignorancia. Pienso que la historia de las religiones debería ser obligatoria, aunque fuera una asignatura de dos horas semanales. Y uno de esos cursos debería estar dedicado al islam, para conocer la vida de Mahoma y el Corán, porque me da la impresión que se piensa que el Profeta Armado fue una figura parecida a Jesucristo y la religión musulmana algo similar a la cristiana.

Por eso, para familiarizar al lector con la civilización musulmana intenté añadir una introducción al libro. Pero cuando comprobé que resultaba más larga que el resto del libro abandoné la empresa. Espero retomarla algún día y publicar El infierno andalusí (también lo era el cristiano de la época). Finalmente deseo de aprovechar la pregunta para recordar que ya en 1537 Alejo de Venegas escribió al enumerar los males de los españoles que «el cuarto vicio es que la gente española ni sabe ni quiere saber». En esto hemos podido ser unos adelantados, porque como señaló Jean-François Revel vivimos hoy en la época del conocimiento inútil. Ya no debería haber excusa, con toda la población escolarizada en Occidente y todas las fuentes de información fácilmente disponibles, para la ignorancia. Y lo peor es que no solo aumenta la ignorancia, sino que cada vez es más atrevida, pues las redes sociales permiten opinar de todo, un derecho que no va acompañado del deber de informarse bien.

¿Por qué existe en España una visión tan idealizada de Al Ándalus?

Es una pregunta muy complicada, porque para contestarla es necesario tratar varias cuestiones. Primero, hay que recordar que, como escribió Tácito, «Omne ignotum pro magnifico est» («todo lo desconocido se supone maravilloso»). Cuando se conoce bien la realidad, no se encuentra ningún paraíso en la Tierra. Los hay en el pasado, como el paraíso andalusí, que tantos ríos de tinta ha derramado, o en el futuro, como la utopía comunista, que tantísima sangre ha vertido. Por otra parte, pienso que la mayoría de españoles no tienen una visión idealizada de Al Ándalus. El problema se encuentra en los semicultos, particularmente entre los que tienen un determinado espectro ideológico. Y no sólo españoles, pues se ha escrito mucho más sobre el paraíso de Al Ándalus fuera de España que aquí. La islamofilia remonta al siglo XVIII y, como en el caso de la patraña del buen salvaje, era una forma de criticar a Occidente. Hoy en la guerra cultural declarada por la izquierda-traicionada-por-el-proletariado que fascinada por la fuerza del nacionalismo, se ha hecho identitaria, la demonización de Occidente es un frente muy importante. Y en ese frente, el paraíso de Al Ándalus es una batalla que se da en todo Occidente.

¿Qué aporta a este debate tu nuevo libro Al Ándalus: La España que dejó de ser España?

No es una historia de Al Ándalus. Se centra en demostrar que Al Ándalus no fue una de las Españas que ha habido. Era algo que ya sabían los que vivieron en aquella época. Los cristianos podían llamar «España» al territorio que ocupaban porque no tenían otro nombre («península ibérica» apareció en el siglo XIX), pero no llamaron «españoles» a los musulmanes. Tampoco ellos se llamaron de esa forma. Lo que muestro es que la diferencia entre unos y otros difícilmente podían ser mayores.

¿Qué encontrará el lector en esta obra, que se enmarca dentro tu extraordinario y extenso trabajo de revisión sobre la historia de España?

Una demostración exhaustiva de que Al Ándalus no fue la España musulmana. Un recordatorio de que los procesos de etnogénesis tienen también retrocesos y finales. Y una reválida de lo que se ha demostrado en los volúmenes anteriores sobre la existencia de España desde la conquista romana, pues no se puede forzar la documentación para sostener que cualquier población de la península ibérica es española.

¿Existen paralelismos entre Al Ándalus y la España contemporánea, en la que el peso de la inmigración musulmana es cada vez mayor en todos los sentidos?

No puede haberlos entre una sociedad islámica medieval y una occidental contemporánea. En cuanto a la inmigración musulmana diré algo políticamente incorrecto, sintagma que han convertido en equivalente de «verdad incómoda»: en las últimas décadas han llegado muchísimos más musulmanes que durante toda la Reconquista (seis veces más por lo menos, por ser prudente). Sobre todo a España, porque Portugal tiene una población musulmana unas cuarenta y cinco veces menor.

¿Qué podemos aprender de Al Ándalus y de aquel momento histórico que podamos aplicar a día de hoy?

En principio, nada. Y digo en principio porque no he estudiado el asunto, ni creo que merezca la pena que lo haga algún día porque estoy seguro que no encontraría algo importante. Eso sí: estimo que se pueden extraer dos lecciones. Una es que los conflictos internos pueden acabar con un país. La otra es la importancia del feudalismo, que con la herencia grecorromana, explica el desarrollo alcanzado por Occidente. Pese a su mala fama, el feudalismo hizo posible que se compartiera el poder sin tener que recurrir a romper el país y limitó los poderes de los reyes (las libertades medievales son el antecedente de nuestra libertad). Y redujo considerablemente la violencia interior: los reyes dejaron de ser asesinados (lo fueron la mayoría de los emperadores romanos y casi todos los reyes de Granada, en la última parte de la historia de Al Ándalus) y los monarcas dejaron de hacer matanzas de nobles (incluso, les recompensaban cuando volvían a la obediencia, lo que nos suele parecer terrible, pero que fue mejor que la alternativa).

Armando Besga Marroquín: Al Ándalus: La España que dejó de ser España. Letras Inquietas (Julio de 2023)