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Capitán Haddock: ¡80 velas y ni una sola cana!


Jany Leroy | 22/01/2021

Hace 80 años, Tintín conoció al Capitán Haddock. Aparecido en el álbum El cangrejo de las pinzas doradas, el personaje nunca dejó al periodista solo ante el peligro. Amante del whisky, fumador de pipa, grosero, enojado. Una condensación de lo políticamente incorrecto. Sin duda sexista, tal vez homófobo, racista por supuesto. Todo para disgustar a las ligas de la virtud actuales pero que ya abundaban en su momento en base a otros criterios.

Impensable mostrar el más mínimo escote, de ahí la Castafiore vestida con un vestido que le llega casi hasta el cuello, el flirteo prohibido, una historia de amor… Tintín aparece así como un soltero un poco asexual. Nunca un ojo en una conquista potencial. Tan bueno como el oro.

Otros tiempos, otros guardianes. En 2021, Hergé, sin duda, se vería obligado a dibujar un Capitán Haddock para no fumadores, bebedor, tal vez, pero con moderación. Cinco piezas frutas al día y zumo de verduras ilimitado. Verde hasta la tapa. Borracho de buenos sentimientos.

Y luego una disculpa y otra disculpa del autor. Por la gordofobia respecto a la cantante, por la insuficiencia de personajes femeninos, el machismo de esto y aquello (además de la acusación de racismo por la que ya pagó el precio). Las aventuras de Tintín consistirían entonces en encontrar los mil y un trucos que permitan eludir los mandamientos de la moral ambiental. Tintín en la tierra de las personas LGBT. Evitación del acto de equilibrio estrecho por encima de los editoriales de Christophe Barbier. Caminamos por el planeta de los Osos Amorosos. Poco oxígeno, ingravidez irreal. Autores de cómics, ¡esta es una fuente de inspiración!

El tándem Haddock/Tintín representa la tradicional alianza paradójica del fuego y el agua. Augusto y payaso blanco. Poder y controles y equilibrios. Uno es pausado, pensativo, el otro, tosco y espontáneo hasta el punto del exceso. De una naturaleza que molesta al bien pensado en progreso.

La multiplicación de anatemas como «conspiradores», «populistas» y otras sentencias punitivas son sólo la expresión de un rechazo categórico al contrapoder. En un momento en que la «cultura cancelada» sueña con un mundo sin el Capitán Haddock, aviva la llama de sus 80 velas. ¡Y larga vida a todos sus hijos!

Fuente: Boulevard Voltaire