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G.K. Chesterton y la conspiración plutocrática


Nicolas Bonnal | 22/09/2023

 Nuevo libro de José Antonio Bielsa Arbiol: Masonería vaticana

Leemos y releemos a Chesterton, y su brillante El hombre que fue jueves, publicado en 1908, que describe la situación en la que vivimos, que denuncian nuestros anticonspiradores: «Compartís ese delirio idiota de que el triunfo de la anarquía, si llega a producirse, será obra de los pobres. ¿Por qué? Los pobres han sido a veces rebeldes, pero nunca anarquistas. Están más interesados que nadie en la existencia de cualquier tipo de gobierno regular. El destino de los pobres se funde con el destino del país. El destino de los ricos no. Lo único que tienen que hacer los ricos es subirse a su yate y zarpar hacia Nueva Guinea. Los pobres han protestado a veces cuando han sido mal gobernados. Los ricos siempre han protestado contra cualquier gobierno. Los aristócratas siempre han sido anarquistas; las guerras feudales lo atestiguan». Es cierto que a los oligarcas no les gusta obedecer.

En su novela clave sobre el auge del comunismo y la globalización (todo en manos de una camarilla de banqueros), Chesterton, que se había indignado por la guerra de los Boers relacionada con los diamantes (Barnato, Rothschild, Cecil Rhodes y su peligrosa Mesa Redonda), añade: «No somos bufones; somos hombres que luchan en condiciones desesperadas contra una vasta conspiración. Una sociedad secreta de anarquistas nos persigue como a conejos. No se trata de esos pobres locos que, llevados por la filosofía alemana o por el hambre, lanzan una bomba de vez en cuando; se trata de una Iglesia rica, fanática y poderosa: la Iglesia del Pesimismo Occidental, que se ha impuesto la sagrada tarea de destruir a la humanidad como a alimañas».

Chesterton añade con humor y capricho esta alusión a Cecil Rhodes y la Mesa Redonda, de la que Carroll Quigley volverá a hablar en sus clásicos: «He aquí su aplicación a estas circunstancias: la mayoría de los lugartenientes de Dimanche son millonarios que hicieron su fortuna en Sudáfrica o en América. Eso es lo que le ha permitido hacerse con todos los medios de comunicación, y por eso los cuatro últimos campeones de la policía antianarquista corren como liebres hacia el bosque».

Y del mismo modo que hoy culpamos del globalismo y el transhumanismo a los amos de las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple…), Chesterton denuncia a los amos de la red: «Pero permítame señalarle que la fuerza de esta escoria es proporcional a la nuestra y que no somos gran cosa, amigo mío, en el universo sometido a Dimanche. Él ha asegurado personalmente todas las líneas y cables telegráficos. En cuanto a la ejecución de los miembros del Consejo Supremo, eso no es nada para él, es sólo una postal para poner en el correo, y el secretario es suficiente para esa nimiedad».

Nota: Cortesía de Euro-Synergies