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Cooperación estratégica entre Rusia y Cuba: un nuevo comienzo


Leonid Savin | 21/07/2023

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En las actuales turbulencias geopolíticas, pocos países siguen adoptando una postura amistosa e inequívoca hacia Rusia. Incluso entre nuestros vecinos, hay Estados cuyos dirigentes prefieren guardar silencio o utilizar la situación para mejorar su propia posición. Pero entre los viejos amigos, la República de Cuba mantiene un rumbo claro. En las Naciones Unidas, Cuba siempre vota a favor de Rusia (o en contra de las resoluciones antirrusas impulsadas por el colectivo occidental). El presidente cubano Miguel Díaz-Canel ha expresado claramente su apoyo a la operación militar especial de Moscú y ha condenado a los países de la OTAN. Los medios de comunicación cubanos, especialmente los de alcance internacional, como Prensa Latina y TeleSur, han ofrecido una cobertura adecuada de los acontecimientos en los nuevos territorios, el curso de las hostilidades en Ucrania y la posición de Rusia. Las relaciones comerciales, económicas y humanitarias también han alcanzado un nuevo nivel.

A mediados de mayo, una delegación rusa visitó Cuba, donde se celebró una reunión ordinaria de la comisión intergubernamental de cooperación comercial, económica, científica y técnica. Entre los documentos firmados figuran memorandos y acuerdos dirigidos a desarrollar la cooperación bilateral en el sector de la construcción, la cooperación en el marco del sistema unificado de preferencias arancelarias de la Unión Económica Euroasiática, el fortalecimiento de la seguridad energética de Cuba, la ampliación de los suministros mutuos de productos agrícolas de origen vegetal, etc.

En junio, una delegación cubana de alto nivel encabezada por el primer ministro Manuel Marrero Cruz visitó Rusia. Continuaron las negociaciones para ampliar la cooperación y se firmaron acuerdos adicionales. Marrero Cruz se reunió con el presidente ruso Vladimir Putin, así como con los presidentes de las dos cámaras de la Asamblea Federal, Valentina Matvienko y Vyacheslav Volodin. Hablaron no sólo de la interacción bilateral, sino también de la posición ante el antagonista geopolítico común, Estados Unidos. Durante el encuentro con la invitada cubana, Vladimir Putin aseguró que «la parte rusa, por su parte, hará todo lo posible para ayudar a Cuba a superar las sanciones ilegales de Occidente». Marrero Cruz también participó directamente en los trabajos de la cumbre de la Unión Económica Euroasiática en Sochi y asistió al Foro Económico Internacional de San Petersburgo.

Naturalmente, semejante evolución de las relaciones bilaterales no puede dejar de preocupar a Occidente. El periódico francés Le Figaro escribe que «al igual que en los días de la Guerra Fría, cuando los ciudadanos soviéticos paseaban en limusinas Chaika por los muelles de La Habana, la rusificación de Cuba está en pleno apogeo. Vuelven empresarios, turistas y políticos rusos». Estados Unidos, por su parte, intenta manipular a la opinión pública cubana a través de sus agentes de propaganda radicados en Miami. A través de estos medios y blogueros elegidos a dedo, se lanzan diversas ideas al espacio informativo cubano: los rusos van a devorar la economía cubana, pronto volverán a desplegarse misiles nucleares en la isla, soldados rusos van a Cuba disfrazados de diplomáticos, la base de radar de Lourdes va a volver a funcionar, los cubanos van a perder sus empleos, etc.

En primer lugar, es absurdo colocar armas nucleares directamente en territorio cubano y exponerlo a un hipotético ataque de represalia. Con la moderna tecnología hipersónica rusa, se podría lanzar un ataque submarino desde el Golfo de México o el Atlántico contra territorio estadounidense. Cuba también es parte del Tratado de Tlatelolco sobre el estatuto de zona desnuclearizada de América Latina y el Caribe, que La Habana firmó en 1995, aunque los cubanos han señalado los problemas asociados a su aplicación, citando la política agresiva de Estados Unidos, la continua ocupación de la bahía de Guantánamo y el paso por la región de buques y submarinos estadounidenses con armas nucleares a bordo. En cuanto a Lourdes, el complejo simplemente ya no existe. No hay infraestructuras ni equipamientos. El edificio de la antigua base militar alberga un establecimiento educativo, la Universidad de Tecnología de la Información.

Por supuesto, las especulaciones continúan. Recientemente, los medios de comunicación estadounidenses han vuelto a lanzar acusaciones, pero esta vez es a China, y no a Rusia, a quien se acusa de crear un nuevo centro de inteligencia.

Nadie ha negado la posibilidad de reforzar la cooperación técnico-militar entre Rusia y Cuba.Se trata de un proceso natural y, dada la proximidad de Estados Unidos a la isla, la experiencia y las tecnologías militares convencionales de Rusia podrían resultar útiles y vitales para La Habana. Además, la interacción de los organismos de seguridad puede ser importante para mantener el orden público, prevenir el escenario de revoluciones de color (y tales intentos se han producido en varias ocasiones en Cuba), combatir el narcotráfico, etc.

Cuba también cuenta con un centro especializado dirigido por el Ministerio ruso para Situaciones de Emergencia, que funciona como parte de un proyecto conjunto. En Serbia existe una iniciativa similar y sus actividades se extienden al conjunto de los Balcanes. Cabe señalar que la situación socioeconómica en Cuba es actualmente muy difícil. El país atraviesa actualmente una crisis energética y de combustible.Debido a la escasez de gasolina, el transporte público está restringido. La demanda supera a la oferta.

Y el suministro es difícil de organizar. Aunque Cuba produce suficiente petróleo y gas, estos recursos naturales se utilizan para generar electricidad. En el sector agroindustrial también escasean los alimentos, y algunos productos están agotados desde hace meses. El actual bloqueo estadounidense impide cualquier comercio internacional digno de ese nombre.Sin embargo, algunos países vecinos desafían las sanciones de Washington. Entre ellos se encuentran México, Venezuela y Nicaragua. Desde el regreso de Lula al poder en Brasil, las relaciones entre ambos países también han mejorado (bajo Bolsonaro, el programa para médicos cubanos que trabajan en Brasil se ha reducido). En mayo, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, visitó La Habana. Llegó a prometer al Gobierno cubano que se esforzaría por resolver los problemas vinculados a las sanciones.

Aunque el primer día de su visita intentó hacer algunos comentarios sobre quién debería cooperar con Cuba (en referencia a la posición respecto a Rusia), enseguida se le hizo entender que la cuestión de la interacción entre La Habana y Moscú no se discutiría con él en absoluto, ya que no le concernía. Borrell aprendió la lección y nunca volvió a tratar el tema. En general, Cuba atribuye a Rusia su avance tecnológico y la eliminación de una serie de problemas actuales. Se han firmado acuerdos sobre energía, logística y suministro de alimentos. La red de tiendas estatales de Cuba debería recibir pronto una amplia gama de productos alimenticios procedentes de Rusia. Ya han comenzado los trabajos en la planta metalúrgica J. Martí Antillana de Acero, donde el taller de fundición eléctrica de acero está equipado con equipos rusos, y su puesta en marcha ha sido posible gracias a la inversión rusa. Actualmente se está modernizando el sistema ferroviario. El proyecto, ejecutado por los Ferrocarriles Rusos, tiene una duración de diez años. Rusia también suministró una nueva flota de vagones y locomotoras hace unos cinco años.

Por último, se han introducido las tarjetas MIR en Cuba y Aeroflot ha empezado a operar vuelos al país, lo que aumentará considerablemente el flujo de turistas. Hay que decir, sin embargo, que en comparación con Estados Unidos y Canadá, no hay muchos ciudadanos rusos en Cuba. Desde Estados Unidos hay unos 30 vuelos diarios a varios aeropuertos. Desde Canadá, hay más de diez. Hasta hace poco, sólo era posible volar directamente de Rusia a Cuba dos veces por semana en vuelos chárter. Además, sólo había vuelos a los aeropuertos de Varadero y Cayo Coco. Todavía no hay vuelos directos a las ciudades más grandes de Cuba, incluida la capital, La Habana.

Sin embargo, la flota de aviones adquirida en Estados Unidos y que corre el riesgo de ser bloqueada por los países occidentales puede utilizarse para vuelos a Cuba. El turismo, a pesar de los países desde los que se viaja a Cuba, es una de las principales fuentes de ingresos del Estado. Pero, indirectamente, también refleja el nivel de interés mutuo entre los países. Si consideramos otros segmentos en los que Cuba ocupa una posición de liderazgo, cabe destacar la industria minera. Más concretamente, el cobalto y el níquel. Cuba es uno de los líderes en la extracción de níquel, junto con Rusia, Canadá y Australia. El trabajo de la empresa minera canadiense Sherritt International en Cuba presenta un matiz muy interesante. Mientras que Estados Unidos es estricto con la aplicación de sanciones por parte de sus socios, esta empresa es una excepción.La razón es que el níquel se utiliza para fabricar monedas de un centavo, lo que significa que el níquel se extrae para beneficio directo de Estados Unidos. Teóricamente, si Rusia aplastara la presencia canadiense en este sector en Cuba (con un trato preferencial para La Habana), estaríamos asestando un golpe paralelo a los intereses de dos Estados hostiles a la vez. Otros proyectos de este tipo podrían llegar a buen puerto, ya que Rusia goza del máximo trato preferencial. Sin embargo, una serie de matices siguen complicando las transacciones, como la ausencia de bancos rusos en Cuba.

Sabemos que este problema está en vías de solución, y que su solución permitirá reforzar la cooperación entre los dos países, no sólo a nivel estatal, sino también a nivel de empresas privadas. Otro aspecto importante que obstaculiza la cooperación es la burocratización de los procesos por ambas partes. Por ejemplo, las partes acuerdan ciertas medidas o proyectos a alto nivel. Pero a la hora de ir al grano, todo se ve obstaculizado a nivel intermedio por la falta de un marco legislativo adecuado. Y ni Rusia ni Cuba van a cambiar las leyes para adaptarlas a ningún acuerdo.

Por eso necesitamos opciones alternativas que convengan a ambas partes y sorteen los obstáculos existentes.Los estudiantes cubanos vienen aquí a estudiar bajo cuotas y tienen que aprender ruso durante un año más. Cuba y Rusia gastan sumas considerables en sus estudios y alojamiento. Sería más eficaz crear cursos de ruso directamente en Cuba, para que los estudiantes que ya están preparados y motivados vengan a nosotros. Esto reduciría los costes para ambos países, al tiempo que mejoraría la imagen de Rusia en Cuba.

Lo mismo ocurre con los intercambios de estudiantes y científicos entre ambos países. Estos intercambios simplemente no existen. Sin embargo, parece que tras las sanciones impuestas por Estados Unidos y los países de la UE, hemos liberado un potencial considerable (al que podemos añadir el personal diplomático), que puede reorientarse parcialmente hacia Cuba.De hecho, si escarbamos un poco más, nos damos cuenta de que desde la época soviética existen proyectos inacabados en Cuba, como la construcción de una central nuclear y del metro de La Habana. Estos dos proyectos podrían descongelarse y relanzarse sobre la base de tecnologías más eficaces.Estas iniciativas a largo plazo apoyarían una línea común de cooperación estratégica.

Nota: Cortesía de Euro-Synergies