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La guerra de Ucrania: ¿cuáles son los intereses geopolíticos a largo plazo?


Pierre-Emmanuel Thomann | 02/11/2022

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Los objetivos declarados de esta operación militar rusa en Ucrania, entre ellos alcanzar un acuerdo para poner fin a la crisis con el régimen de Kiev, se conocen desde el inicio de la operación. Las demandas son el reconocimiento de la pertenencia de Crimea a Rusia y la independencia de las repúblicas del Donbass (todo su territorio), la neutralización de Ucrania (mediante la expansión de la OTAN) . También se afirmó que no habría una ocupación a largo plazo del territorio ucraniano. La «desnazificación» y desmilitarización de Ucrania son objetivos más vagos y difíciles de interpretar. Por lo tanto, esta intervención militar se limita a alcanzar objetivos específicos y su trayectoria operativa lo confirma.

El escenario más probable es la consecución mínima de estos objetivos. A partir de ahí, sólo se puede especular sobre las modalidades de salida de la crisis y los objetivos geoestratégicos (vinculados a la seguridad militar) y geopolíticos (el nuevo orden espacial) no explicitados por Rusia. Es concebible que los militares rusos sólo detengan las operaciones una vez que hayan obtenido garantías para aplicar un plan de salida. Pero a medida que avanzan las operaciones, las exigencias podrían ir más allá, si el régimen de Kiev persiste en su postura de línea dura, empujado por Estados Unidos a librar una guerra de desgaste contra Rusia.

Por parte de los Estados miembros de la OTAN y la Unión Europea, la entrega de armas, combinada con las sanciones económicas, tiene el objetivo declarado de presionar a Rusia para que detenga su operación militar y, a más largo plazo, esperar un cambio de régimen en Rusia . Ambos objetivos son ilusorios. Estas sanciones sólo agra-van la situación sin modificar los objetivos del Kremlin, e incluso refuerzan la voluntad rusa.

Optando por precipitarse, Ucrania obtuvo el estatus de país candidato a la Unión Europea en la cumbre del 23 de junio. Sin embargo, la posible adhesión de Ucrania a la Unión Europea, o al menos lo que quede de ella, es un regalo envenenado. El proceso de adhesión ha nacido muerto y es probable que se estanque como en el caso de Turquía. La Unión Europea, tal y como funciona hoy, no sólo no podrá absorber a Ucrania por la carga financiera que supondría, sino que además disolvería su postura de relaciones exteriores. Ucrania trataría de aprovechar su adhesión para torpedear cualquier relación con Rusia y reforzaría el campo de Polonia y los países bálticos, alineados con Estados Unidos, a costa de Francia, Alemania, Italia y Hungría. Esta nueva ampliación volvería a producirse sin el apoyo del pueblo.

Una posible ampliación de la Unión Europea para incluir a Ucrania también desplazaría el centro de gravedad desde Bruselas hacia Alemania y el Este del continente, absorbiendo fondos a expensas de Europa Latina y el Mediterráneo. Además, encerraría las relaciones exteriores de la Unión Europea en una rivalidad sistémica con Rusia, en consonancia con los intereses germano-estadounidenses y, por tanto, en detrimento de las prioridades de Francia, lo que lógicamente debería torpedear el proceso.

Pierre-Emmanuel Thomann: ¿Una nueva Guerra Fría?: La era del postconflicto de Ucrania. Letras Inquietas (Octubre de 2022)

Nota: Este artículo es un extracto del citado libro