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Mirando a la realidad a la cara


Denis Collin | 17/06/2022

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Marx puso al descubierto la lógica de la mercancía como «célula» de la sociedad burguesa. Ha mostrado su desarrollo y uno puede ver fácilmente cuán acertado estaba. El capital rompe todas las barreras morales y disuelve todas las comunidades humanas.

La «mejora del valor» es un proceso despiadado que amenaza con hundir al mundo. Pero son las consecuencias políticas que extrajo Marx las que se invalidan. La clase obrera como la vieja clase burguesa fue aplastada por este mecanismo, como todas las demás comunidades humanas. Es la marcha misma del capital la que «suprime el trabajo asalariado y los patrones». Y todo esto aleja de nuestro horizonte el socialismo (utópico) de Marx: los productores asociados que se hacen cargo de la producción. Los productores asociados trabajan en pequeñas unidades, pero no más allá.

No me gusta rendirme. «¿Para qué ?» dicen los decepcionados, los desilusionados y los desesperados. Todavía tenemos, sea cual sea nuestra edad, la carga del futuro. «Somos responsables de la humanidad», como dijo Sartre, algo pomposamente. Solo tienes que aceptar confiar en el pasado para preservar un futuro posible. La gran mayoría de la humanidad vive en comunidades nacionales, en determinadas culturas y costumbres y no en el espacio abstracto del capital globalizado.

Las naciones son el único lugar donde los humanos pueden tratar de mantener el control de su propio destino, tanto como podamos. Las lenguas y culturas nacionales son la sustancia misma de nuestro espíritu y nuestra relación con el mundo. De la escuela a las instituciones de la república soberana, esto es lo que hay que defender paso a paso. Admitiendo que los demás pueblos tienen, en este punto, un derecho igual al nuestro y absteniéndose de querer dar lecciones a toda la tierra. Los «mestizadores» son partidarios de la globalización capitalista, participan de este deseo de la clase capitalista transnacional de crear una masa de trabajo globalizada, nómada, explotable a su antojo.

Es aquí, sin duda, donde se encuentra uno de los clivajes esenciales de las luchas políticas por venir. Hay otro que también debe desarrollarse: preservar el carácter sagrado de la persona humana frente a quienes han entrado alegremente en el camino de lo «trans», del transgénero al transhumanismo. Me parece que estas divisiones nos obligan a barajar de nuevo las cartas. En definitiva, dejar de vivir mirando hacia atrás.

Denis Collin: Transgénero: Un posthumanismo al alcance de todos los presupuestos. Letras Inquietas (Noviembre de 2021)