Podemos identificar fácilmente en todas estas manifestaciones un odio inconsciente al sexo, es decir al placer sexual que termina con el orgasmo cuya función esencial Wilhelm Reich ha demostrado claramente.
Rechazar la palabra sexo en favor de un término de género muy neutral es todo un programa. El género es gramática mientras que el sexo huele a esperma y jugo de amor, el sudor de cuerpos entrelazados, en fin, la vida. Por definición, el sexo es binario. Siempre necesitas un órgano en otro, incluso en la masturbación, necesitas la cosa en la mano o la mano en la cosa. Rechazar la binariedad del sexo es en verdad rechazar el placer sexual, renunciar al orgasmo. ¡Reich despierta, se han vuelto locos!
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— Letras Inquietas (@let_inquietas) November 21, 2021
En la lógica trans, ante todo está el disgusto por el propio sexo. Me siento como una mujer en el cuerpo de un hombre, eso significa: no me gusta el cuerpo de este hombre. E inversamente. Pero si me convierto en mujer, ¿cómo voy a amar estos cuerpos masculinos ahora? De ahí esta peculiaridad muy común: las personas transgénero se vuelven homosexuales. Quiero convertirme en mujer para llevar una vida lésbica. También conocemos parejas de lesbianas que se separan cuando una de ellas pasa a un cambio de sexo.
Asimismo, los hombres que se han convertido en «mujeres» para convertirse en lesbianas. Esto no impide, si no se ha completado el cambio de sexo, que estas parejas del mismo sexo tengan hijos, hijos de dos hombres o dos mujeres según el estado civil, pero en realidad de, como todos los hijos, gametos masculinos y femeninos. Todavía estamos en el simulacro.
Los psicólogos hablan de trastornos de la identidad de género. Es poner una palabra sobre lo que malinterpretamos. Este trastorno de la identidad de género se refiere fundamentalmente a la incapacidad de aceptar el propio deseo con franqueza y sin rodeos. ¿Cómo no ver la ancestral obsesión por el sexo? Freud había dicho, en una carta a Jones (1914): «Quien prometa a la humanidad librarla de la vergonzosa sujeción sexual, sea cual sea la tontería que decida decir, será considerado un héroe». Estamos ahí: se trata de prometer a la humanidad que nos libraremos de la «sujeción sexual» ya que ya no estaremos atados a un género. Lo que es muy molesto es que todavía estamos obligados, en la reasignación como se hace hoy, a elegir entre hombre y mujer.
¿Por qué no podemos elegir ser «neutral», o de un sexo aún desconocido y por inventar que no sería ni masculino, ni femenino, ni neutro ? Este delirio ahora es común y muestra que la lucha contra la concepción «binario» es en verdad también una lucha contra la lógica, que, como todo el mundo sabe desde los primeros delirios posteriores a los sesenta y ocho, es sin duda de esencia «fascista .
Nota: Este artículo un extracto del citado libro
Denis Collin (Rouen, Francia, 1952), después de ocupar diversos empleos, obtuvo el grado en filosofía (1994) y el título de Doctor (1995) y profesor agregado, enseñó filosofía en un Liceo en Évreux e impartió clases en la Universidad de Rouen hasta 2018. Actualmente está retirado. Fundó y presidió hasta 2019 la Universidad Popular de Évreux. Lleva la pagina web de información política La Sociale. Su filosofía se sitúa en continuidad con pensamiento de Karl Marx, mientras rechaza el marxismo ortodoxo en sus diversas variantes, aproximándose en sus posturas a las de otros pensadores transversales como Alan de Benoist, líder de la llamada Nueva Derecha o los marxistas heterodoxos Costanzo Preve y Diego Fusaro, de quienes ha llevado a cabo traducciones y con quienes comparte muchos planteamientos.