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Multipolaridad: un nuevo orden mundial en construcción


Guy Mettan | 28/10/2023

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A finales de agosto, la reunión de los BRICS en Johannesburgo concluyó con la decisión de ampliar el grupo de cinco miembros fundadores a once, incluidos seis nuevos países. A principios de septiembre, la reunión del G-20 en Nueva Delhi terminó con una declaración conjunta que reforzaba el punto de vista de los países del Sur y se negaba a condenar a Rusia, como habían pedido los países occidentales.

Por supuesto, podríamos haber deseado más, un crecimiento más rápido, una desdolarización más activa, una visión política más nítida y un calendario más ambicioso. Pero se han hecho progresos, y es mejor avanzar sin prisa pero sin pausa que hacer un montón de discursos vacíos.

No nos hagamos ilusiones: Occidente no se quedará de brazos cruzados y hará todo lo que esté en su mano para torpedear la construcción de un mundo verdaderamente multipolar, intentando dividir y conquistar, como tan bien ha hecho hasta ahora. Nunca en la historia de la humanidad una potencia dominante o hegemónica ha compartido su poder sin lucha, por puro espíritu de caridad.

Por eso creo que es esencial que los defensores de un orden mundial multipolar mejoren la integración económica y política de los países de Asia y del Sur, por un lado, y el atractivo de este proceso, por otro. Pero cuando se trata de poder blando, Occidente sigue siendo imbatible.

Tenemos que entender, como dice la ensayista Caitlin Johnstone, que «los hombres más poderosos del mundo son aquellos que han comprendido que el verdadero poder no pertenece a quien controla más votos, tropas o armas, sino a quien controla la narrativa. Han comprendido que el poder consiste en controlar lo que ocurre, pero que el poder absoluto consiste en controlar lo que la gente piensa sobre lo que ocurre. Cuando controlas las historias en la cabeza de la gente, puedes controlar adónde van los votos. Puedes controlar adónde va el dinero. Y adónde van las tropas y las armas. Porque los seres humanos son criaturas que necesitan una narrativa, si puedes dominar esa narrativa, puedes dominar a los seres humanos».

Resulta que Occidente domina los contenidos, las redes y los medios de comunicación que garantizan que su narrativa llegue a una audiencia mayor que la de cualquier otro país del mundo. Conoce bien las técnicas de propaganda y difusión de su mensaje. También tiene la ventaja de hablar con una sola voz, de Japón a Canadá, de Australia a Estados Unidos y, por supuesto, en Europa. Esta unidad es su fuerza, porque ningún miembro de los BRICS, por poderoso que sea, es capaz por sí solo de competir con Occidente en la escena internacional y en las organizaciones que cuentan.

En cambio, cuando el Sur global está unido y trabaja por un objetivo común, a saber, reformar la gobernanza mundial, construir un orden mundial más justo y distribuir mejor la riqueza, su poder de convicción y de atracción es más poderoso que el de Occidente. Lo hemos visto con la capacidad de los BRICS para atraer a nuevos miembros, mientras que el G7 se repliega sobre su pasado y su territorio. Si queremos mejorar el poder blando del orden multipolar, es esencial alejarse de los intereses particulares y de las visiones nacionales de cada miembro, y trabajar en lo que nos une, para definir objetivos comunes, basados en los valores y principios de equidad, respeto mutuo, reparto de poder e igualdad de civilizaciones que sustentan la concepción multipolar del mundo.

Con este espíritu, algunos amigos y yo hemos propuesto a diplomáticos, expertos académicos y otros partidarios de la causa multipolar, de Rusia y otros países amigos, la creación de un Instituto Multipolar en Ginebra, un grupo de reflexión sobre la multipolaridad, con el fin de estimular y difundir el concepto de multipolaridad y el pensamiento multipolar en las organizaciones internacionales y las ONG que se supone que defienden el multilateralismo y representan a la comunidad internacional. En el plano diplomático, ya existe una asociación de Amigos para la Defensa de la Carta de las Naciones Unidas, que agrupa a 22 países y está presidida actualmente por el embajador de Venezuela, y cuyo objetivo es promover un verdadero multilateralismo, respetando a cada una de las naciones que componen las Naciones Unidas. El terreno está, pues, abonado para la creación de un think tank más activo, capaz de aportar ideas y propuestas concretas para hacer avanzar la causa multipolar.

Nota: Cortesía de Euro-Synergies