Tras advertir el presidente de la república Emmanuel Macron del «separatismo islamista» como uno de los principales peligros a los que se enfrenta Francia, el Proyecto Borgoña, es decir, la creación de un estado étnico para los blancos ubicado en la citada e histórica región ha saltado al debate público.
El Proyecto Borgoña se hizo público el pasado 4 de septiembre a través de la página web DemPart y viralizado por el popular canal de Telegram Gallia Daily generando una fuerte controversia entre partidarios y detractos. La citada propuesta sugiere «la balcanización racial del país y la formación de un etnoestado secesionista que sirva de santuario para los europeos», haciendo suyas parte de las tesis formuladas al respecto por Léon Degrelle el siglo pasado.
Según los promotores anónimos del Proyecto Borgoña, «lo importante es anticipar lo que ocurrirá entre ahora y mediados de este siglo, y más aún a fines del siglo XXI». Bajo su punto de vista, «el panorama demográfico en Francia es irrefutable: los blancos estarán en minoría hacia 2060. Inmigración masiva, desnatalidad blanca, supernatalidad no europea, emigración de franceses nativos por falta de oportunidades económicas, mezcla racial… son fenómenos sistémicos que producirán efectos perfectamente predecibles».
Así, ante tal situación, el Proyecto Borgoña propone «una ruptura, una balcanización de Francia» ya que la república «ha quebrado» y es necesario proporcionar «a los franceses y europeos un lugar para vivir y prosperar». El lugar elegido, como su nombre indica, es la histórica región de Borgoña: «Un etnoestado de este tipo tendría como objetivo remediar la cuestión fundamental del espacio vital que una raza necesita para vivir y prosperar» aunque admiten que esta visión supone «una ruptura absoluta con el nacionalismo francés, que siempre ha concebido a Francia como un territorio unificado, indisoluble e indivisible». Sin embargo, siempre según sus promotores, «la urgencia es tal que tenemos que imaginar planes de emergencia y, a corto plazo, Francia, como entidad integral, no podrá sobrevivir a la presión africana y la consiguiente ruptura» por lo que «ya no se trata de salvar a Francia» sino «de salvar a unos franceses» que, a largo plazo, puedan comenzar «una reconquista militar, cultural, territorial y racial de todo el país».
El Proyecto Borgoña aspira a que la citada región se convierta en una «república blanca secesionista» por los siguientes motivos: su carácter fronterizo con numerosos estados europeos, una densidad de población baja, su particular geografía y, por último, el fuerte regionalismo existente que ha generado una identidad muy marcada.
Sea factible o no la creación de un etnoestado en Borgoña, el debate abierto por sus promotores ha saltado más allá de las redes sociales, los canales de Telegram y los grupos de WhatsApp y ha llegado, incluso, hasta los mass media. La polémica, en todo caso, está servida.
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