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Asia Central en el centro de los intereses estadounidenses


Leonid Savin | 13/10/2023

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En la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Joe Biden se reunió con los dirigentes de los países de Asia Central, en honor a las repúblicas postsoviéticas (Turkmenistán, Kazajstán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán) que Estados Unidos denomina el C5.

La Casa Blanca declaró que «el presidente estadounidense debatió con sus interlocutores la importancia de crear un entorno empresarial más favorable para las empresas estadounidenses y las inversiones del sector privado mediante la creación de una plataforma comercial del sector privado que complemente la plataforma diplomática del C5+1». «Estados Unidos ha propuesto lanzar el Diálogo sobre Minerales Críticos del C5+1 para desarrollar la vasta riqueza mineral de Asia Central y mejorar la seguridad de los minerales críticos. Este esfuerzo forma parte del trabajo en curso de Estados Unidos para apoyar la inversión y el desarrollo de la Ruta de Transporte Transcaspiana (el Corredor Medio) a través de Asociaciones Globales de Infraestructura e Inversión».

Con esta declaración, todo queda claro: Estados Unidos quiere acceder a los recursos naturales y controlar las comunicaciones en la región.

La reunión de los líderes de Asia Central era esperada y estaba bastante programada en la agenda del Departamento de Estado estadounidense. A principios de este año, Frederick Starr, un destacado académico estadounidense especializado en Asia Central y vinculado al establishment estadounidense, publicó un informe basado en investigaciones de campo en la región sobre la percepción de las acciones de Estados Unidos. El informe concluye que últimamente Estados Unidos es percibido de forma bastante crítica en los países de Asia Central, aunque existe una cierta red de occidentalistas que dependen de la ayuda financiera de Washington y hablan, por tanto, de la creciente influencia de Rusia y China. Las recomendaciones incluyen la necesidad de que el presidente estadounidense se reúna con los líderes de estas repúblicas. También se mencionó la importancia de los diversos instrumentos económicos que refuerzan la influencia estadounidense en la región. Se sugirió incluir a Estados Unidos y Azerbaiyán en la agenda regional común, lo que transformaría el concepto C5+1 en C6+1.

La progresiva implicación económica de Occidente en los asuntos de los países de Asia Central podría acabar cambiando la atmósfera política. Para ello pueden utilizarse diversos pretextos. Por ejemplo, Uzbekistán podría convertirse en un centro energético, y no se trata sólo de corredores de transporte para el gas, sino también para otros tipos de energía.

The New York Times escribe que «los Emiratos quieren ser vistos como una superpotencia respetuosa con el clima en energías renovables, invirtiendo miles de millones en energía eólica y solar en países como Uzbekistán, incluso mientras ayudan a esos mismos países en desarrollo a producir combustibles fósiles durante décadas con sus otras inversiones». También es probable que la UE y Estados Unidos se beneficien de la actual apertura de la economía uzbeka.

Según los medios de comunicación, Pekín podría abandonar el tránsito ruso para evitar las sanciones occidentales y utilizar una nueva ruta a través de Kirguistán.

La introducción de este enlace ferroviario reduciría considerablemente la duración del viaje y ofrecería una alternativa a la ruta actual entre Kazajstán y Rusia. Desde Uzbekistán, el ferrocarril podría conectar con la línea ferroviaria Uzbekistán-Turkmenistán hasta el puerto de Turkmenbashi en el Mar Caspio o el puerto de Bakú en Azerbaiyán, y acceder a los mercados de Georgia, Turquía e incluso países del Mar Negro como Bulgaria. Kirguistán tiene un gran interés en esta ruta, ya que, al igual que Uzbekistán, el país no tiene salida al mar.

Desde una perspectiva geopolítica, el ferrocarril está en consonancia con los objetivos más amplios de la política exterior china en el marco de la iniciativa Belt and Road, que pretende reforzar la conectividad del transporte y la cooperación económica en toda Eurasia.

A la Rand Corporation también le preocupan los intereses estadounidenses en Asia Central. El analista Hunter Stoll sugiere renovar la inversión económica en los países de la región. El Secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, visitó Kazajstán y Uzbekistán este año, la primera visita personal de un Secretario de Estado estadounidense en ejercicio desde hace más de tres años. Se reunió con representantes de cinco países de Asia Central. Blinken anunció que la administración Biden aportará 20 millones de dólares a la Iniciativa de Resiliencia Económica para Asia Central (ERICEN), con lo que la financiación total ascenderá a 50 millones de dólares. ERICEN tiene tres pilares principales: ampliar las rutas comerciales, reforzar el sector privado e invertir en las personas a través de la formación y la educación.

Esto es lo que se conoce como «poder blando». Stoll sugiere utilizar una herramienta de poder duro, a saber, la presencia militar estadounidense en Asia Central. Para ello, es necesario crear una tapadera adecuada: la lucha contra el terrorismo. Para no irritar a Rusia o China, la presencia debe ser mínima y los beneficios máximos.

El Programa de Asociación Estatal fomenta las relaciones entre las unidades de la Guardia Nacional estadounidense y los países de Asia Central. Desde 2002, la Guardia Nacional de Virginia se ha asociado con Tayikistán; desde la década de 1990, las Guardias Nacionales de Arizona y Montana se han asociado con Kazajistán y Kirguistán, respectivamente; la Guardia Nacional de Misisipi y Uzbekistán se han asociado desde 2012; y hasta 2011, la Guardia Nacional de Nevada se asoció con Turkmenistán.

Además, desde 2002, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo en repetidas ocasiones el Ejercicio Steppe Eagle, un ejercicio de entrenamiento multinacional en el que participan tropas estadounidenses, británicas, kazajas, kirguisas, uzbekas y tayikas.

Stoll subraya la importancia de las funciones reales sobre el terreno de las fuerzas especiales del Mando de Defensa Central de Estados Unidos, cuya zona de responsabilidad es Asia Central.

No cabe duda de que, dada la actividad de Rusia respecto a Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea intentarán sacar partido de esta situación. Y en el contexto de los informes periódicos de rusofobia en Kazajstán o los intentos de intensificar las relaciones entre Kirguistán y Tayikistán, cualquier señal de una mayor presencia occidental en Asia Central debería ser motivo de preocupación.

Nota: Cortesía de Euro-Synergies