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Entrevistas

Mario Martos: «Recuperar la nación histórica no es posible»


G.L. | 16/09/2020

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Sin género de deudas, de Mario Martos puede decirse aquello de que «tiene en primer lugar su juventud, es decir, una vida proyectada en el mañana, en el futuro». Militante nacional de larga trayectoria y notable compromiso, como presidente de Iberia Cruor desde 2008, es uno de los rostros más visibles de Hacer Nación, un nuevo movimiento socialpatriota promovido, en buena medida, asociaciones no conformes tan representativas como la suya. Y es que, a pesar del indudable éxito conseguido en Jaén por Iberia Cruor, «todo está por hacer».

G.L.: ¿Por qué Hacer Nación?

Mario Martos: Porque las organizaciones socialpatriotas hemos tocado techo. Hemos tocado techo y hemos sido incapaces de incidir en la sociedad de forma significativa, salvo alguna honrosa excepción, y del mismo modo, hemos fracasado también a la hora de recoger los frutos de la normalización de parte de nuestro discurso. Por lo que esto nos ha llevado a la reflexión y de esa debate nace Hacer Nación.

¿Qué es entonces Hacer Nación?

Hacer Nación es un movimiento político que nace de la fusión de distintos colectivos y asociaciones y que tienen el interés común en construir un brazo sindical, un brazo estudiantil, un brazo social y un brazo electoral, de forma moderna, diferente y adaptado a nuestro tiempo. Por ello, nuestro objetivo prioritario es construir una organización y estructura seria a nivel nacional que sea capaz de penetrar en la sociedad en todos sus ámbitos de una forma real.

¿Cuál es la relación Hacer Nación con la asociación cultural no conforme de Jaén Iberia Cruor y con el partido político Respeto?

Básicamente, estos colectivos junto a otros son el germen de Hacer Nación. No es que haya una relación entre colectivos es que Hacer Nación es el siguiente paso natural de dichos colectivos para poder seguir avanzando en la construcción de un movimiento socialpatriota.

¿Ha dejado España de ser una nación?

Una nación es el conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, etc. y que tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo. Además, conforman una comunidad con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios, que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades. En base a eso podemos hablar que España dejó de ser una nación el día que cedió por completo su soberanía a la Unión Europea pero no solo eso. También dejamos de ser una comunidad nacional en el momento que nuestros políticos por intereses partidistas alimentaron el separatismo y el odio guerracivilista. Y ahora nos encontramos con una nación sin soberanía y con un pueblo desunido.

¿Es posible a día de hoy recuperar la nación histórica o debemos crear una nueva?

Pretender recuperar la nación histórica no es posible en cuanto a que la circunstancias actuales de nuestro país no tienen nada que ver con lo que ocurría hace, por ejemplo, 100 años. Por ello, debemos de construir una nueva nación en base a los retos a los que hoy nos enfrentamos, especialmente a la globalización y al neoliberalismo, fenómenos que un siglo atrás no existían y que, por lo tanto, precisan de respuestas distintas.

La identidad y la soberanía son, junto a la justicia social, dos elementos muy importantes para Hacer Nación. ¿Por qué no se ha desarrollado por el momento en España un movimiento identitario fuerte como el francés, alemán o austríaco? ¿Son, por exitosos, un ejemplo a seguir o debemos optar por nuestro propio camino?

En España no se ha desarrollado un movimiento identitario fuerte por la falta de capacidad organizativa. De todas formas, aunque en algún aspecto puedan ser un ejemplo a seguir no hay que perder la perspectiva de nuestras propias circunstancias por lo que debemos de buscar siempre nuestro propio camino. Los problemas de sociedades como la alemana, francesa o austríaca, aunque compartidos en parte, son bastante diferentes. Mientras que en dichos países tienen un problema en cuanto a la integración de la inmigración masiva bastante serio, hasta tal punto de alcanzar el punto de no retorno a la hora de perder su propia identidad nacional, en España, además de ese problema, que compartimos, pero en mucha menor incidencia a día de hoy, tenemos los que nos son propios. Entre otros, nuestro modelo económico que nos lastra y nos convierte en una colonia de la globalización. Por lo que aunque tomemos de ejemplo a otras organizaciones, nunca podemos olvidar que en España debemos generar nuestro propio modelo de movimiento político que dé respuesta a los problemas concretos de nuestra nación.

Gracias a asociaciones como Iberia Cruor y a formaciones como Respeto que gozan de una fuerte implantación municipal, Jaén se ha convertido en uno de los bastiones del patriotismo español. ¿Cómo se ha conseguido esto?

Trabajo, trabajo y trabajo. Pero además ese trabajo, se necesita una estrategia. No hay más receta mágica que esa, y como digo, dicha labor debe de llevar siempre una dirección clara y hacia unos objetivos concretos. Trabajar por simple costumbre pero sin dirección al final lleva a la desaparición del colectivo.

Las asociaciones culturales no conformes han adquirido en el área patriota un peso muy relevante en los últimos años por su otra forma de hacer política. ¿A qué se debe su éxito?

Realmente el éxito de dichas asociaciones es un éxito «falso» e irreal, en el sentido de que al no verse sometidas al examen electoral realmente nunca se puede medir su apoyo en la sociedad por lo que es más fácil vender como éxito el realizar un evento, repartir alimentos o colaborar con otras organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, la realidad es que no hay un gran apoyo social. Dicho esto, sí que pienso que hay un cierto éxito en la forma de trabajo local, al igual que lo ha habido a nivel electoral en el Corredor del Henares, lo hay en las asociaciones. Si haces un buen trabajo local, al final estrechas lazos con la sociedad y creas estructura, por lo que opino que el éxito no está en la división entre partidos o asociaciones, si no en la labor local.

Con, según las cifras oficiales, más de 40.000 fallecidos por el coronavirus, esta reflexión es dolorosa y habrá quien pueda malinterpretarla pero, desde un punto de vista político debe hacerse: ¿supone la situación actual una ventana de oportunidad para desarrollar el nacionalismo español, tal y como sucedió con el proceso separatista catalán?

Realmente esta terrible situación va a traer cambios muy drásticos que, a día de hoy, no podemos analizar porque no sabemos aún el alcance real de las consecuencias, no sólo por la gestión de nuestros políticos y su responsabilidad en los fallecidos, si no por la crisis económica sin precedentes que se asoma a la vuelta de la esquina. Lo que sí que podemos es comparar dicha situación con otras transformaciones sociales, salvando las distancias, que han tenido lugar en nuestro territorio en los últimos años. La primera fue la irrupción de Podemos, que nació al amparo del 15-M como consecuencia directa a las protestas contra la crisis financiera de 2008 y su gestión. Y más cercano en el tiempo, nos encontramos la irrupción de Vox a raíz del problema territorial español expresado en el procés, como bien indicas en la pregunta. Por lo que a raíz de esto, sí que podemos sacar en claro que viene una transformación social y habrá un hueco libre en la sociedad a ocupar. Es decir, oportunidad claro que va a haber pero la cuestión es si tenemos o no la capacidad de ocupar ese hueco. Yo, a nivel personal, creo que sí ya que nuestros postulados que podríamos resumir en tres: recuperar nuestra soberanía, defender el sector público y cambiar el modelo económico por uno se tipo intervencionista y proteccionista, son una solución viable ante los problemas que se nos avecinan. Y para que esa alternativa que planteamos pueda ser real y palpable nace Hacer Nación.

España ya está inmersa en una crisis económica de dimensiones desconocidas y, seguramente, nunca vistas. Aunque desde el Gobierno se intente difundir que su detonante se circunscribe a la pandemia, es innegable que la economía española viene lastrada, desde hace años, por problemas estructurales muy graves. En vuestra Universidad de Verano celebrada recientemente y que ha contado con, entre otros, intelectuales de la talla de José Luis Orella, Guillermo Rocafort o Davy Rodríguez, se ha hecho una denuncia contundente contra el liberalismo como causante de la crisis. ¿Existe alternativa al liberalismo?

Alternativas siempre existen, incluso dentro de las propias democracias occidentales: un mayor intervencionismo en sectores estratégicos por parte del Estado o dirigir la economía mediante la intervención es factible llevarlo a cabo, como nos explicó el propio Davy en la Universidad de Verano, que nos puso de ejemplo el dirigismo francés. Ahora bien, es distinto es exista voluntad política, y en España no la hay, por eso hemos venido desarrollando nuestra economía en base a lo que nos imponían desde Bruselas y la propia globalización (desindustrialización, deslocalización, terciarización de la economía, más precariedad laboral, etc.). El problema de todo esto es que la dependencia de nuestra economía del exterior es tal que la dinámica adquirida es de acrecentar nuestros problemas en lugar de solucionarlo. Y, en este punto, es donde hay que romper la baraja y reestructurar toda nuestra economía con una intervención estatal en los sectores estratégicos. Un país no puede vivir solo del turismo, un país necesitas de chimeneas para vivir, es decir de política industrial para implantar fábricas.

¿Puede combatirse una ideología tan hegemónica a día de hoy como lo es liberalismo? Parafraseando a Agustín de Foxá, ¿cómo le hacemos cosquilas al tigre?

Yo creo la forma de combatirlo es desde el sentido común. Este liberalismo tan radical nos está llevando a la precariedad, y eso es un hecho objetivo: solo hay que ver los efectos del neoliberalismo en nuestra tierra y como aunque las siguientes generaciones ganan en comodidad por los avances tecnológicos pierden en derechos al aumentar la precariedad. Porque el tener más tecnología no va relacionado con una mejor calidad de vida si estás explotado durante 30 años para pagar una vivienda, si vives al día o no puedes formar una familia hasta bien entrados los treinta. Por lo que, aunque sea una ideología hegemónica en la teoría, a la hora de la práctica, la realidad le da una bofetada al neoliberalismo en toda la cara. Eesas son las armas que debemos de usar para combatirlo e implantar alternativas realizables.

Tras varias décadas de fracasos electorales estrepitosos y generalizados, el nacionalismo español ha hecho un intenso trabajo metapolítico a todos los niveles. Sin embargo y por el momento, ha sido Vox quien, aparentemente, ha recogido en forma de votos parte de esa labor. ¿Ha llegado Vox para quedarse o, simplemente, ha tomado prestados de manera coyuntural y como mal menor esos apoyos?

Vox es la respuesta a un problema concreto, el territorial, y aunque toque más palos, la realidad es esa. En principio, si que ha venido para quedarse pero, al igual que Podemos tendrá su bajón cuando el motivo principal por el que surgió se vaya desvaneciendo en el tiempo, entonces habrá que ver la capacidad de este partido para reinventarse o no. Pero, ahora mismo la realidad es que hay Vox para rato. Y, encima, ocupando parte de un espacio sociológico que compartimos. Con eso encima de la mesa, nosotros tenemos que tener la capacidad de reorganización.