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Respuesta Cívica: así es el nuevo partido conservador de Hungría


Redacción | 30/10/2021

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El pasado fin de semana tuvo lugar en Budapest el primer congreso de Respuesta Cívica (en húngaro: Polgári Válasz), un nuevo partido conservador que pretende acabar con el duopolio político que, tras las primarias de la oposición unida, en cierto modo se está restableciendo en Hungría. Recientemente, La Nueva Razón publicó una entrevista con el presidente del partido.

La Respuesta Cívica fue fundada por el diputado no adscrito János Bencsik como un movimiento civil en diciembre de 2020, y en marzo de este año la organización fue registrada como partido político. Según su manifiesto, la Respuesta Cívica es una fuerza política conservadora y cívica, cuya brújula es la ética cristiana, y que considera a la nación como una comunidad indisoluble y a la familia como el pilar fundamental de la sociedad.

Aunque sus preceptos suenen como si fueran sacados de un discurso de Viktor Orbán, según Respuesta Cívica, hay un abismo entre la realidad y la retórica del Gobierno, que quiere proyectar una imagen de sí mismo que no es más que un producto de márketing político. El nuevo partido considera que hasta el anticomunismo de los gobernantes es una farsa, ya que el Gobierno ha ofrecido puestos importantes a exfuncionarios comunistas, entre ellos a colaboradores de la policía secreta de la dictadura comunista. También afirman que el Gobierno no apoya a las familias, las empresas nacionales, las comunidades religiosas, o a la minoría húngara en los países vecinos por compromiso valórico, sino con el objetivo de crear un estado de dependencia y así fomentar el clientelismo político.

Al mismo tiempo, los representantes de Respuesta Cívica reconocen que las políticas pro familia del Gobierno han dado ciertos resultados positivos. Por lo tanto, no cuestionan esto, es más, estarían dispuestos a mantener y ampliar la mayoría de esos beneficios y ventajas fiscales. Sin embargo, advierten de que precisamente la intervención estatal, a través de los préstamos subvencionados que el Gobierno ofrece a las familias numerosas para comprar viviendas, ha contribuido al endeudamiento de los sectores más vulnerables y, sobre todo, a la subida del precio de los pisos.

Según el presidente del partido, el Estado no tiene ninguna obligación de mantener a las personas que no se esfuerzan, por eso Respuesta Cívica rechaza la política social de los anteriores Gobiernos socialistas, que se basaba en un sistema de paguitas. También admite que la creación de una sociedad basada en el trabajo ha sido un gran acierto del actual Gobierno de Fidesz, y por eso han mejorado los datos económicos del país, entre ellos el crecimiento del PBI y la tasa de desempleo. Sin embargo, cree que hay ciertos segmentos de la sociedad que, debido a sus características particulares, o quedan excluidos de la movilidad social o, por su edad, ya no pueden trabajar. Supuestamente, el Gobierno de Orbán se aprovecha de su vulnerabilidad para fortalecer su propia clientela política, y lo que hace es prácticamente una compra de votos, especialmente entre los jubilados.

La Respuesta Cívica quiere construir una sociedad en la cual los ciudadanos puedan realizarse y ganarse la vida a base de su talento y esfuerzo. Al mismo tiempo, la responsabilidad social requiere que las personas que han alcanzado cierto éxito ayuden a los miembros menos afortunados de la sociedad, y que los trabajadores al llegar a cierta edad tengan una jubilación digna. Sin embargo, consideran que en Hungría esto no es así y que el Gobierno de Orbán sigue la misma estrategia que ya utilizaban los Gobiernos de izquierda, que consiste en ofrecer a los jubilados óbolos puntuales antes de las elecciones, efectivamente comprando su voto. Este sistema humilla a las personas de la tercera edad y las convierte en rehenes de la voluntad política del Gobierno de turno.
Por otro lado, los efectos económicos del coronavirus han afectado más a la generación activa que a los pensionistas, ya que estos últimos no han perdido ingresos por las restricciones impuestas. La Respuesta Cívica, mientras reconoce que hay jubilados que viven en condiciones difíciles, resalta que, por lo general, son los jóvenes que han perdido su empleo o no han podido seguir con sus estudios por la pandemia. Por lo tanto, les parece justo que esta vez, excepcionalmente, sean ellos quienes reciban ayuda.

La Respuesta Cívica no participa en la coalición de la oposición unida y presentará candidatos en todos los distritos electorales, alegando que a pesar de ser un partido de oposición que critica sin cesar los errores y excesos del Gobierno, son igualmente críticos con los partidos de la izquierda, sobre todo con la Coalición Democrática (DK) del ex primer ministro Ferenc Gyurcsány. Fue el Gobierno de Gyurcsány el que llevó al país a la quiebra y luego falsificó las cuentas del Estado para poder ganar las elecciones de 2006. La Respuesta Cívica aboga por una renovación política y moral, y considera necesario que los personajes como Gyurcsány y Orbán se retiren y entreguen las riendas a una nueva generación que no estuvo involucrada en los cambalaches de los últimos 30 años.

Según János Bencsik, los partidos de derechas que participan en la alianza electoral de la oposición pretenden representar los valores conservadores y cristianos dentro de una coalición de izquierdas, lo cual, según su criterio, es una misión imposible. También le preocupa la postura de Péter Márki-Zay, el candidato a primer ministro de la oposición unida, quien quiere declarar inválida la Constitución de Orbán, así como cambiar otras leyes cardinales sin tener la necesaria mayoría de los dos tercios. Eso sería inadmisible para un partido conservador y democrático como la Respuesta Cívica.

Bencsik también cree que independientemente de que sea un personaje conservador el candidato a primer ministro de la oposición unida, el verdadero poder lo tendrán los partidos poscomunistas que gobernaban antes de 2010, junto a las nuevas formaciones que aceptan sin crítica alguna las ideologías progresistas que están avanzando en el mundo occidental. La Respuesta Cívica no está dispuesta a apoyar a esas fuerzas, por eso, en vez de participar en las primarias de la oposición, se dedica a construir su red nacional de afiliados para que en 2022 puedan ofrecer una alternativa a los ciudadanos que no quieren votar ni por una alianza dominada por la izquierda progresista ni por el Gobierno de Viktor Orbán. Según Bencsik, su partido representa los valores conservadores y cívicos que el Fidesz de Orbán ha traicionado y la izquierda nunca ha representado.

En caso de superar el umbral parlamentario en 2022, la Respuesta Cívica se muestra dispuesta a apoyar a Orbán si hay que proteger a la institución de la familia, las fronteras o la soberanía nacional. A fuer de un partido conservador que representa a los jóvenes y los contribuyentes, quieren fortalecer a la clase media, por lo tanto, también están de acuerdo con el actual Gobierno en ciertas cuestiones económicas, como, por ejemplo, la tasa única del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), ya que consideran que un sistema de impuestos progresivos penaliza el esfuerzo individual y fomenta la evasión fiscal.

Al mismo tiempo, el partido también podría colaborar con la oposición unida con el objetivo de crear una ley electoral más justa y equitativa. Del mismo modo, apoyarán las medidas cuyo objetivo es lograr que no sean cuadros políticos los que ocupen los cargos públicos claves en instituciones como el Consejo Mediático o el Tribunal Constitucional.

La Respuesta Cívica reconoce que las instituciones democráticas siguen funcionando en Hungría, sin embargo, según su criterio, el Gobierno de Viktor Orbán ha debilitado el Estado de derecho, y sigue socavando la autonomía de las instituciones y poderes públicos. La Respuesta Cívica critica al Gobierno no solamente por la percibida corrupción sistémica y el nepotismo institucionalizado, sino también por sus intentos de crear un sistema político, económico y social dominado por un solo partido, en el cual la suerte de los ciudadanos no depende de sus méritos y esfuerzos sino de su lealtad política.

Según el partido, las críticas provenientes de los organismos europeos están, al menos parcialmente, justificadas. Al mismo tiempo, señalan que esas mismas instituciones no mostraban la misma preocupación cuando los anteriores gobiernos de izquierdas daban pasos contrarios a los valores democráticos, por lo tanto, reconocen que hay un innegable doble rasero ideológico. Los dirigentes de Respuesta Cívica creen que precisamente ese doble rasero juega a favor de Fidesz, y advierten de que La Unión Europea y los medios extranjeros tienen que comprender que cualquier cambio político en Hungría debe ser el resultado de la voluntad de los ciudadanos húngaros. La presión internacional, sobre todo si viene mezclada con soniquetes progresistas, no hace más que fortalecer a Viktor Orbán, permitiéndole que se yerga como el defensor de la patria y la soberanía nacional. Por lo tanto, los partidos progresistas húngaros que buscan ayuda en el extranjero se engañan a sí mismos y a sus votantes, y su actuación es tan lamentable como contraproducente.

La Respuesta Cívica aboga por un camino medio entre el euroescepticismo y el federalismo utópico. Reconocen la importancia de la cooperación europea en amplios sectores, desde el mercado común hasta desafíos tan complejos como el terrorismo internacional o las guerras cibernéticas, que no se pueden solucionar a nivel nacional. Sin embargo, debido a la experiencia histórica de los magiares, aprecian la soberanía nacional y herencia cultural del país centroeuropeo. Por lo tanto, consideran que la idea de un Estados Unidos de Europa, con el cual sueña la izquierda progresista, es una quimera, y, al menos en Hungría, no tiene mucho apoyo social.