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Transexuales: ¿las nuevas «hienas guardianas»?


François Bousquet | 17/04/2023

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

En vista de su éxito, las personas trans ni siquiera se molestan en responder a sus críticos, simplemente les dan una paliza.

Repaso a diez días de hiperviolencia trans que apenas conmovieron a los principales medios de comunicación

Si tu hijo se cree un pájaro, ¿lo vas a tirar desde un sexto piso? No. Entonces, ¿por qué, si tu hijo adolescente quiere «transicionar», deberías callarte? Y sin embargo, eso es lo que dice la nueva ley de autodeterminación de género a partir de los 16 años que España acaba de aprobar, sumándose así a Noruega, Suiza, Escocia y otros países.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí, sabiendo que las personas trans ni siquiera somos una minoría, sino una minoría de minorías (pueden inflar las cifras, que partimos de una base muy baja)? ¿Cómo han conseguido imponer su agenda con un número tan exiguo de personas? Pues bien, aquí la virtud debe lamentablemente rendir homenaje al vicio, que ha demostrado ser mucho más hábil, más proactivo, más eficaz. En definitiva, el transactivismo es la obra maestra del combate cultural, el último al menos.

Desde esta perspectiva, nada mejor que leer el informe redactado por Dentons, el mayor bufete de abogados del mundo, y la Fundación Thomson-Reuters con la ayuda de un puñado de ONG trans. Se titula «¿Sólo adultos? Buenas prácticas en el reconocimiento legal del género para los jóvenes». Todo un programa. Es una pieza magistral de lobby. Todo está detallado, desde el arte de la ocultación hasta las técnicas de manipulación. Los redactores explican en blanco y negro cómo ocultar tras un «velo» el propósito legislativo de las personas trans. Fascinante.

¡Las personas trans atacan!

Por eso es fácil entender que un antiguo ministro de Sanidad francés (Olivier Véran, en este caso), cuando tuvo que encargar un «informe sobre la salud y la atención de las personas trans», se lo confiara a activistas trans. Y si alguna vez unos investigadores descarriados tienen la audacia de plantear algo distinto a los habituales juegos de palabras sobre el género, los activistas trans obstaculizan su trabajo. ¿Por qué no habrían de hacerlo? La justicia les está dando la razón. ¿Acaso un hombre trans no acaba de conseguir que el sistema de seguros de enfermedad le reembolse el coste de una mastectomía (extirpación de los senos), que es más una carnicería industrial que una intervención quirúrgica, sin ningún seguimiento médico? Si tienes el estómago fuerte, mira los vídeos en TikTok tras la extirpación de los pechos de chicas jóvenes (el 75% de los adolescentes que quieren cambiar de sexo son… chicas), con cicatrices a lo largo de todo el pecho. La matanza de los inocentes.

Aquí es donde esta inmensa broma de la transfobia muestra su verdadero rostro. No es más que un pretexto y una pantalla para magullar gratuitamente (e irremediablemente) los cuerpos de los adolescentes, acosar a quienes no nos resignamos a estas mutilaciones y, si es necesario, agredirlos. Porque los transactivistas ya no se conforman con reinar el terror en las redes sociales, ahora lo hacen en las calles. Ayer quemaban la saga de Harry Potter en TikTok; hoy quieren quemar a J.K. Rowling.

Echemos un vistazo: el 25 de marzo de este año, en Auckland (Nueva Zelanda), la activista feminista británica Posie Parker, iniciadora de las concentraciones Let Women Speak (Dejemos hablar a las mujeres), fue agredida violentamente por una multitud trans desbocada. «Realmente pensé que si caía al suelo no volvería a levantarme», confesó. Ese día, una abuelita de 70 años fue salvajemente golpeada con un puño por un «maricón» de barba y falda. Una nueva concentración de Let Women Speak, prevista para el día siguiente en Wellington, tuvo que ser cancelada.

El 27 de marzo, en Tennessee, una escuela cristiana de Nashville sufrió el primer asesinato masivo trans de la historia: seis muertos, entre ellos tres niños.

El 31 de marzo, en Vancouver, Chris Billboard, activista antitransición, fue literalmente agarrado por el cuello por una mujer trans loca, etc.

El macho bajo la hembra

Resulta irónico que el activismo feminista progresista se vea invadido en su izquierda por los nuevos radicales trans. J.K. Rowling, Posie Parker o la francesa Marguerite Stern, la ex-femenina detrás de los collages antifeminicidios, cuya aparición en una conferencia sobre laicismo tuvo que ser cancelada por la presión de las personas trans. Esto les ha valido a estas feministas, decididamente de izquierdas pero que sin embargo defienden la diferenciación sexual, el calificativo de «feminazis». Pero quien lo dice es quien lo es.

Ellas, que antes eran perros guardianes, descubren ahora a las hienas guardianas, que de otro modo serían sabuesos amenazadores. Deberíamos observar más de cerca a este mamífero. La hiena vive en un clan bajo el dominio de hembras dominantes, gruñonas y crueles. Estas hembras «transicionaron», por así decirlo, hace mucho tiempo. Más agresivas que cualquier macho de su especie, tienen niveles vertiginosos de testosterona, hasta el punto de haber desarrollado clítoris eréctiles en forma de pene, emblema fálico de su dominio total del clan. Por cierto, una de las mandíbulas más poderosas del reino animal. Pero nos toca a nosotros ponerles el bozal.

Fuente: Boulevard Voltaire

Denis Collin: Transgénero: Un posthumanismo al alcance de todos los presupuestos. Letras Inquietas (Noviembre de 2021)