Los niños están muy poco entrenados en el racismo. Sobre la base de esta observación, Éditions Milan, filial del grupo Bayard (antes Bayard Presse) publica un libro (La Violence) que, finalmente, da motivos para odiar a una parte de la población por su color de piel. Sobre este tema actual, la colección «Mis pequeñas preguntas» bajo el título Vivir juntos proporciona ejemplos concretos que permitirán a los niños pequeños comenzar la vida con una sólida formación en la segregación.
Utilizando imágenes ingenuas adaptadas a la primera infancia, el ilustrador muestra cómo, en todos los lugares y en todas las circunstancias, el famoso «racializado» es víctima de la maldad, agresividad y rudeza del hombre blanco. Ya está. El origen de la violencia está ahí. Y, qué diablos, bailemos en círculo alrededor de una cruz de fuego con sombreros puntiagudos en la cabeza.
En el patio de la escuela, ¿quién agarra al simpático estudiante mestizo por el cuello? En un paso de peatones, ¿quién se porta mal ante la mirada indignada de una simpática dama negra? Frente a un abogado de color, ¿quién llega rodeado de un policía? El blanco, una y otra vez él. El blanco horrible. Consecuencia de las fechorías de este maldito personaje, ¿quién viene a contarle sus miserias a un compasivo psicólogo? El pobre niño negro. Y ahí lo tienes. Tralalá, bailemos alegremente con nuestros amigos del Ku Klux Klan, estos precursores del odio racial.
Con este monumento de la estupidez racista se ha dado un paso. Al diablo con las alusiones y las insinuaciones, el odio se muestra claramente aquí. La distinción entre el bien y el mal ya no se detalla. El niño sabrá desde pequeño si está del lado de los buenos o de los malos. Blanco: color incorrecto. Sin suerte. «Quizás en otra vida renacerás en el lado bueno. Mientras tanto, puedes ir a la escuela con la culpa clavada en tu estómago. Ve, pequeño…», dice el libro. Como beneficio adicional, la inevitable promoción de Black Lives Matter. Bonito dibujo de puño negro con cadena alrededor del brazo. Semanas de dibujo con una rodilla en el suelo: el ilustrador sufrió. Sesiones de fisioterapia no reembolsables.
Por unos euros, los padres con dolencias ofrecerán este «manual de suicidio» a sus hijos. Golpeado, robado, chantajeado por algún aprendiz de escoria, el estudiante blanco comprenderá que solo obtiene lo que se merece. Su mamá y su papá estarán orgullosos de él. Quienes vituperan a los senegaleses que fuman crack bajo sus ventanas no tuvieron la oportunidad de beneficiarse de libros explicativos desde su más tierna infancia…. Bien entrenados, comprenderan, hoy, el alcance de su responsabilidad en este asunto: inquietudes nocturnas.
Pediría más. Se autodenunciaría…. Si Editions Milán pudiera tener la amabilidad de lanzar un folleto titulado Fumémonos crack juntos. Es para el pequeño.
Fuente: Boulevard Voltaire
Jany Leroy es articulista.