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Género: ¿un retorno a la patología?


Rémy Mahoudeaux | 23/08/2020

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A los ideólogos LGBT no les gustarán los hallazgos de este estudio de la Universidad de Cambridge publicado en Nature Communications el 7 de agosto. La traducción de su título es «Alta proporción de autismo y otros diagnósticos psiquiátricos o del neurodesarrollo en personas transgénero o con trastornos de género».

Los autores extraen tres conclusiones. La probabilidad de que una persona con trastornos de género también se vea afectada por el autismo es entre 3 y 6,3 veces mayor que la de las personas cisgénero (que se conciben/perciben que son del mismo sexo que el suyo asignado por biología). Siempre comparadas con las personas cisgénero, estas personas perciben y se presentan con rasgos compatibles con el autismo y minimizan los rasgos propios de la empatía. Además, son propensos, en mayor proporción de lo normal, a otros trastornos psiquiátricos o a problemas neurológicos. Es posible que las personas con trastornos de género sean autistas y no hayan sido diagnosticadas.

El estudio no pretende establecer una causalidad, solo busca hacer hallazgos estadísticos, identificar co-ocurrencias que pueden o no ajustarse a una distribución normal. Dado que son anormales, plantea hipótesis. ¿La inconformidad desarrollada por las personas autistas podría encontrar una expresión fuera del género binario, estereotipo de normalidad? ¿La exposición prenatal a disruptores endocrinos tiene un impacto en la percepción de género de las personas? Finalmente, ¿una sociedad estresante, abusiva y victimaria con personas vulnerables y atípicas no fomentaría estas co-ocurrencias? Hacer estas preguntas no es responderlas, sino simplemente sugerir vías de investigación para comprenderlas mejor.

Añadamos que el estudio lo llevan a cabo grandes nombres de las grandes universidades, principalmente de Cambridge, aunque el argumento de la autoridad está hoy discutido; sus resultados se basan en cohortes estadísticas muy amplias, a diferencia de las que suelen promover los activistas LGBT, y que Nature Communications es una revista supuestamente seria revisada por pares, aunque eso podría no significar mucho después del escándalo de The Lancet.

Para quienes hacen campaña y afirman, desde hace siglos, que el género es la simple elección de un individuo libre, opuesto a la sociedad, y que es fascista impugnar esta doxa, es el accidente. Que descanse en paz el argumento 0% naturaleza 100% cultura que ha existido. Seguro que algunos activistas volverán a remover a este zombi. Los políticos post-marxistas sin duda pretenderán seguir creyendo en la veracidad de esta (¿ex-?) doxa, por interés personal: ¡es necesario que existan clases dominantes y dominadas para que luchen entre sí!

¿Volverá la disforia de género como patología? Esto es políticamente muy incorrecto, pero tal vez pueda facilitar a las personas interesadas las mejores soluciones terapéuticas posibles, respetando al máximo su dignidad e intereses personales.

Fuente: Boulevard Voltaire