La estabilización del Nuevo Orden Mundial pasa necesariamente por la imposición de un modelo de ciudad ajustado hacia sus metas de dominación económico-política, cuando no de eventual tiranía antropológica; la imparable promoción de los espacios urbanos eco-sostenibles, transitables y naturalmente vigilados, encuentra en el ambiguo concepto de «ciudad de los quince minutos» uno de sus sueños de atomización microcéfala más cuestionables y perniciosos para la libre circulación de personas y objetos.
Ciudades de 15 minutos: Objetivo: La jaula resiliente supone la primera monografía crítica (en español) contra un proyecto en apariencia amable, pero finalmente lesivo y pernicioso por cuanto su narrativa embaucadora va dirigida invariablemente hacia la cosificación de los recursos humanos, cuantificados y monitoreados, en un espacio sin posibilidad de iniciativa personal, amén de vaciado de espiritualidad y, por sobre todo, de significado.
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La gran trampa de la «Ciudad de 15 minutos» (CQM desde ahora) reside en su posibilista aparato conceptual, es decir, su gran carcasa eufemística con la que seducir a crédulos e ingenuos (ya que no a los perversos y a los cómplices): cronourbanismo, cronotopía, ciclabilidad, caminabilidad, topofilia, movilidad pendular, movilidad sostenible, intermodalidad, zona de cero emisiones, vitalidad urbana, vigilancia natural, movilidad de último kilómetro, etcétera, no son tanto conceptos trasmisores de ideas nuevas como artefactos encubridores de un programa totalitario blando… De ahí a la penalización por puntos (por ejemplo, el bono social chino) y el acceso restringido vía fichaje (mediante pupila, huella, tarjeta, llavero, etc.) a determinados espacios, no dista sino un paso…
El padre espiritual de la CQM es el useño Clarence Arthur Perry (1872-1944), urbanista, sociólogo e intelectual hoy olvidado, pero que desempeñó en vida un papel relevante en la conformación de lo que tiempo al tiempo sería la ciudad del futuro. La importancia de su contribución reposa en el concepto de unidad vecinal, síntesis de funcionalismo y constructo comunitario, y que al decir de ciertos estudiosos estaba inspirado en las teorías del sociólogo Charles Horton Cooley.
Perry fue el primero en repensar la necesidad de dar con una célula urbana intermedia, ubicable entre la gran urbe y el complejo residencial cerrado, así y con el objeto de fusionar lo mejor de cada perspectiva en la búsqueda de una forma de vida comunitaria, donde la posibilidad de hacer de la ciudad una suma o conjunto de pequeñas aldeas dignificara el nivel de vida de una ciudadanía extenuada por los nuevos rumbos de la mecanización industrial.
No obstante este trabajo precursor, la CQM nunca habría alcanzado tal protagonismo sin la figura del urbanista franco-colombiano Carlos Moreno, considerado su principal teórico y vocero, amén de acuñador del concepto de ciudad de los quince minutos. Bien representativos a este respecto resultan los escritos del propio Moreno, en los que va calzando su sospechosa propuesta urbana, como pone de manifiesto su libro La vida urbana y la proximidad en el tiempo del coronavirus.
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No obstante, el más clarificador de sus textos lleva por título Vivir en proximidad, la ciudad de los 15 minutos, y acusa el impacto de todos los tics y mantras adictos al credo ambientalista, sin desdeñar guiños políticamente correctos y no muy alejados a la agenda woke. El pretexto de su llamada de urgencia no es otro que el de «afrontar la urgencia climática» (sic). Cómo un urbanista de reconocido prestigio ha accedido a dar por buenas tales «historietas» (la falsa narrativa del «cambio climático», desautorizada por la ciencia legítima) para fundamentar sus trabajos urbanísticos, es asunto que nos induce a potenciar una filosofía de la sospecha ante autores-ideólogos como Moreno, insertos en la nefasta coyuntura financiera que el Nuevo Orden pretende imponernos (es decir, la del «Gran Reseteo»).
Sea como fuere, la CQM no es sino una smart city en su fase de máxima definición cosificatoria-confiscatoria (de datos, por sobre todo, pero también de cuerpos); he ahí la meta: normalizar el cautiverio por medio de todos y cada uno de los chantajes/coartadas progresistas empeñados en fusionar el secuestro de la vida civil con la mecánica de la jaula resiliente, estableciendo un puente entre la tecnología 5G (y sus futuras expansiones: 6G, etc.), el transhumanismo aplicado a la centralita de control (léase Internet de los cuerpos) y la robótica de reemplazo. Y todo ello mediado con el falsario pretexto esencial, reiterado hasta la náusea: frenar el cambio climático para evitar el colapso planetario, implementando un mapa urbano donde la propia ciudad inteligente se consolide como «zona de cero emisiones», es decir sin parque de vehículos motorizados (con la exclusiva circulación, a lo sumo, de autobuses eléctricos).
El propósito de este libro pionero es el de llenar un vacío crítico bibliográfico inexcusable en estos tiempos de asfixiante corrección política e imposición de la mentira sistémica.
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José Antonio Bielsa Arbiol es historiador, locutor radiofónico, crítico cinematográfico, docente, escritor y ensayista. Licenciado en Historia del Arte y graduado en Filosofía por la Universidad de Zaragoza.