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La plaga del fideísmo: fideísmo y escepticismo


Patricio Shaw | 18/01/2021

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Así como se puede oscurecer un ambiente debilitando una luz o anteponiéndole un cuerpo opaco, así se puede concebir una actitud fideísta por desuso de las facultades racionales (eventualmente como reacción defectuosa contra su abuso) o por abuso de las facultades no racionales volitivas y sensitivas.

En cualquier caso, el fideísmo afirma lo irracional contra lo racional. Esto no lleva muy lejos o en todo caso no a nada bueno. Tengamos presente que la misma parte irracional sensitiva del hombre está hecha para hacerse racional por participación obedeciendo a la parte que es principalmente y esencialmente racional.

Todo aquello que lo irracional del hombre pueda jamás producir de bueno, solamente lo puede producir gracias a la influencia de lo racional. De hecho, las virtudes llamadas morales por antonomasia pertenecen a la irracionalidad
(apetito sensitivo) que en cierto modo «se hace racional», así como las virtudes intelectuales son patrimonio de la racionalidad propiamente dicha. Las influencias nefastas y de efecto prolongado del Romanticismo del siglo XIX quieren estorbarnos la comprensión de esta realidad tan importante.

El fideísmo es una desviación intelectual compleja. Se da por excelencia en el área religiosa. Aunque todo el fideísmo es defectuoso, su aspecto más rescatable y cercano a la doctrina católica es su reivindicación de la absoluta supremacía de la Fe sobre la razón; su aspecto más deplorable es su aversión a la razón, cuyo resultado natural y necesario es la extinción de lo intelectivo en el relativismo y escepticismo, y la autocracia de lo no-cognitivo por el voluntarismo, el pseudomisticismo y el sentimentalismo. El embrutecimiento de un alma será tan extenso y profundo como su fideísmo.

El escepticismo, aún parcial, es tan aberrante, que la mente humana no puede caer de golpe en un exceso tan contrario a su naturaleza, a sus necesidades, y a su vocación. Es por eso que se llega hasta allí por etapas imperceptibles. Al principio al escéptico le pareció bueno no decidir nada sobre una cuestión, después, sobre varias, multiplicándolas hasta encontrar la ocasión reiterada de felicitarse de la propia moderación. La suspensión del juicio que al principio la prudencia requirió ante temas demasiado complicados, más adelante la pereza y el mal acostumbramiento acarrearon ante temas de los cuales se podían alcanzar conocimientos ciertos.

Los escépticos suelen condenar la precipitación de quienes se aferran con tesón a creencias de las cuales no tienen prueba ni casi idea, pero al extender la duda de lo incierto a lo cierto como si fuera incierto, caen ellos mismos en lo que condenan. Si es precipitado pretender saber lo que no se sabe, más precipitado es pretender que porque no se sabe todo, no se sabe nada.

Patricio Shaw: Sedevacancia: La espiral descendente del postcatolicismo. Letras Inquietas (Febrero de 2021)

La plaga del fideísmo

1. Fideísmo y escepticismo
2. Fideísmo y Fe católica
3. Fideísmo y pensamiento débil
4. Fideísmo y presunción
5. El fideísmo y escepticismo infiltrado entre católicos tradicionalistas