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La primera urbanización para vecinos católicos: ¿existe un «caso Monasphere»?


Arnaud Florac | 20/01/2022

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Monasphere, una empresa que diseña pueblos en torno a lugares de culto o peregrinación, acaba de proponer una urbanización católica en L’Île-Bouchard, el Clos Saint-Gabriel.

El clamor en las redes sociales y en los medios fue pavloviano: intolerancia, separatismo, cierre a los demás… la lista se podría haber hecho con antelación. El cofundador de Monasphere, Damien Thomas, respondió esta semana a Estelle Denis, en BFM, frente a una audiencia hostil y argumentos francamente idiotas. A decir verdad, no fue tanto una entrevista como un interrogatorio («¿Este pueblo está reservado solo para los cristianos?», más o menos). Damián Thomas respondió con gran valentía, buena voluntad y admirable paciencia, desmontando uno a uno, sin duda con la inspiración del Espíritu Santo, los reproches infundados de sus adversarios.

¿Separatistas, esos católicos que comprarían una casa en este nuevo tipo de urbanización? No realmente. A lo sumo les preocupa estar cerca de un lugar que es importante para ellos, como esos fascistas que compran cerca de la abadía de Lagrasse). El separatismo religioso sería más bien comprar tranquilamente casas en el campo, recrear una vida en aislamiento, salirse del marco legal y desarrollar una forma propia de vida.

Desde 2002, una rigurosa comunidad musulmana vive en Chateauneuf-sur-Cher, un pequeño pueblo de mil habitantes. Los periódicos hablaron de ello pero luego, aparentemente, perdieron interés. Ni por un momento el imán de esta comunidad ha sido cuestionado por una audiencia de censores de televisión pequeños y hostiles. Sorprendente doble rasero.

Damien Thomas puede repetir que su urbanización estará abierta a todos, que no quiere excluirse del famoso y eficaz «convivir» y desplegar tesoros de caridad frente a la estupidez de los periódicos pero siempre será necesariamente sospechoso. Un católico practicante, que quiere vivir cerca de un lugar católico, es un fundamentalista. El católico bueno es aquel que celebra las nuevas fiestas obligatorias del calendario, las que han impuesto los supermercados: Halloween, Black Friday, ramadán, rebajas de invierno, rebajas de verano, las fiestas de fin de año, durante el cual bebemos y nos ofrecemos objetos inútiles, o Semana Santa, sólo asociada (obviamente) a una orgía de bombones. es obvio.

En resumen, en este archipiélago que hoy es Francia, todos parecen tener derecho a sus prerrogativas, al respeto de sus particularidades, a la elección de sus vecinos… excepto los cristianos. Están acostumbrados a la persecución. No es una razón.

Fuente: Boulevard Voltaire