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«Caso Koldo», amnistía, Cataluña, País Vasco…: ¿ha llegado el fin de Pedro Sánchez?


Redacción | 02/03/2024

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No corren buenos días para Pedro Sánchez y el PSOE. Y no parece que esto vaya a cambiar en los próximos meses, a pesar de los intentos de Ferraz y su claque de mass media conveniente y multimillonariamente engrasados con el dinero de los españoles (ya saben el mantra «progre»: los impuestos van destinados a sanidad y educación).

Más allá del «caso Koldo» en el que no nos detendremos puesto que ha quedado demostrado que, realmente, es el «caso PSOE» y que ha copado portadas, tertulias y cafés en los últimos días, el futuro pinta negro para Pedro Sánchez y el PSOE, el PSOE y Pedro Sánchez.

Sánchez se las prometía muy felices allá por el pasado verano tras el 23-J. A pesar de que el PSOE fue derrotado ampliamente por el Partido Popular, la aritmética salió de cara para el líder socialista, quien podría seguir okupando La Moncloa gracias al apoyo de separatistas y comunistas.

Sin embargo, el inicio del curso político puso en evidencia que la autocracia de Sánchez (tal y como la definió acertadamente Santiago Abascal en las Cortes) toca a su fin. El «caso Koldo» o «caso PSOE» (el orden de factores no altera el producto) es una un clavo más en el ataud político de Pedro Sánchez.

La negociación de la amnistía con los separatistas catalanes no es el camino de vino y rosas que Sánchez imaginó. Los de Carles Puigdemont están vendiendo su futuro apoyo a precio de oro. Los varapalos judiciales en Europa y en el Tribunal Supremo aceptando que Carles Puigdemont sea juzgado por terrorismo son más palos en una rueda, la de Sánchez, que amenaza con salir de su eje. En otras palabras: estamos en marzo y Pedro Sánchez todavía no ha podido firmar la amnistía que prometió a Puchi y su tropa a cambio de su apoyo en Madrid. Es cierto que Sánchez es un superviviente y ha demostrado en no pocas ocasiones hacer de la necesidad virtud. Pero la realidad es que la descontada amnistía aún no ha llegado y es posible que nunca lo haga.

El calendario electoral de 2024 será un vía crucis para Pedro Sánchez. La primera cita serán los comicios regionales vascos en donde muchas encuestas dan a EH Bildu como primera fuerza, superando a un PNV que ha dejado de ser la poderosa máquina electoral y de poder que antaño fue. La mayoría de los analistas en política vasca dan por hecho que, antes o después, los de Arnaldo Otegi darán su ansiado sorpasso a los jeltzales. Es cierto que la aritmética demoscópica concede al PNV y al PSOE (dos siglas, mismo programa: el del PNV, claro) posibilidades de reeditar su mayoría absoluta.

Pero no es menos cierto que muchas de esas encuentas añaden que el PNV y el PSOE precisarán del concurso (bien por acción, bien por omisión) del Partido Popular. Sí, esa fuerza de extrema derecha, franquista y neonazi para algunos sociatas y peneuveros. Andoni Ortuzar y algún otro bien alimentado inquilino de Sabin Etxea quizás sufran de indigestión al tener que comerse semejante sapo para que su candidato (un maketo al que no conocen ni en su casa) haga las veces de inquilino de Ajuria Enea.

Tras las elecciones autonómicas vascas, llegará el turno de las europeas. No parece que haya discusión sobre lo que sucederá el próximo mes de junio: el centro-derecha (esto es, Partido Popular y Vox) volverá a arrasar al PSOE y sus socios comunistas y separatistas como sucedió en las elecciones autónomicas y locales de 2023. Que los comicios europeos sean a circunscripción única garantizan una cómoda victoria para Alberto Núñez Feijóo, el tercer puesto y más asientos en Bruselas para los de Santiago Abascal y un sonoro varapalo para Sánchez y sus socios, sus socios y Sánchez, que provocará (o debería provocar) movimientos en Ferraz.

Y, para más inri, los catalanes también serán llamados a las urnas antes de final de año. Habrá que ver cómo Cataluña (el último bastión de voto que le queda al PSOE) digiere el pacto de Sánchez con Puigdemot et alia y la amnistía a los golpistas. Tras el hundimiento de Ciudadanos, parte del voto naranja volvió al PSOE con la ilógoca esperanza de que un sujeto como Salvador Illa pudiera hacer de muro de contención ante el separatismo (siendo este más separatista que los propios separatistas en su fuero interno).

Que puedan formar o no gobierno los Puigdemont, Junqueras y demás es lo de menos para Sánchez: la clave será si el PSOE se despeña o aguanta el tipo. Una tercera derrota electoral en un año (y más en Cataluña) será complicadísima de gestionar políticamente para Pedro Sánchez. Un día sí y otro también, la oposición, un creciente número de mass media (siempre al sol que más dinero en publicidad institucional reparta) e, incluso, compañeros de partido y socios en el Congreso pedirán elecciones generales anticipadas.

Por eso, el «caso PSOE» o «caso Koldo» no es más que otra muesca en el saldo de Sánchez, cada día con más debes que haberes. El número de frentes a los que tienen acudir Pedro Sánchez (un extraordinario pirómano bombero) comienza a ser ingestionable para un sujeto que, si algo ha demostrado, ha sido una extraordinaria capacidad de salir adelante, incluso en las circunstancias más complicadas. Pero la baraka, antes o después, se agota. Y la de Sánchez, que tantas veces a acudido en su auxilio, puede que se termine antes de final de año.