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Conflicto en Ucrania: ¡la «gran sustitución» ha comenzado!


Denis Collin | 17/03/2022

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Las esperanzas de ser escuchados son escasas en estos tiempos en los que a cualquiera que intente comprender lo que sucede se le acusa de poner excusas y se le dice a todo el mundo que «elija un bando»; es increíble lo mucho que le gustan los bandos a esta gente.

No obstante, intentaré hacer una última aclaración antes de que los simpáticos me envíen al pelotón de fusilamiento como traidor a la patria: ¡menos mal que Brice Couturier, BHL y Glucksmann, que en su juventud solían ser «maos» o hijos de «maos» del agua más pura y destilada, no están en el poder! Porque tienen exactamente el mismo funcionamiento mental que ese Putin que dicen combatir…

1. Si todavía fuera lo suficientemente religioso, diría como los camaradas trotskistas: «¡Tropas rusas fuera de Ucrania! ¡Tropas francesas, fuera de África! ¡Desmantelar la OTAN! Ni Putin, ni Biden, ni Macron». (Tribuna de los Trabajadores, 9 de marzo). Además, el mismo periódico tiene toda la razón al recordar a Jean Jaurès: «El capitalismo lleva la guerra en su interior como la nube lleva la tormenta». Pero dado el estado de decadencia del movimiento obrero y socialista, me temo que estas bonitas palabras no serán más que palabras vacías. En cualquier caso, fundamentalmente, es esta «línea» la que reconozco como la mejor, idealmente sin duda, pero la mejor.

2. Si hay que denunciar a Putin y su empresa en Ucrania, no tengo ninguna duda. Este hombre es un autócrata, un destacado representante de esa clase de oligarcas que tomó el relevo de la burocracia estalinista tras la caída de la Unión Soviética. Como sabemos, esta burocracia, que controlaba la sociedad soviética y todas sus minucias, ya no tenía ninguna relación con el socialismo y para grandes sectores de esta casta dirigente la única perspectiva realista era la restauración pura y dura del capitalismo «liberal». Este es el camino que siguieron los principales oligarcas y sus líderes, Yeltsin y su adjunto Putin, que fueron llevados a la «pila bautismal» por los servicios estadounidenses que organizaron una gigantesca operación de fraude electoral en 1996 para evitar la victoria del… ¡candidato comunista! Putin es, en efecto, un «hijo de puta» (por utilizar el lenguaje americano en este caso), ¡pero en muchos aspectos es su hijo de puta! Pero al igual que la revolución bolchevique estaba incrustada en el viejo aparato estatal zarista («apenas pintado de rojo», decía Lenin), la restauración capitalista estaba incrustada en el viejo aparato estatal soviético. Ni más ni menos.

3) La oposición entre los «occidentales» y los rusos es básicamente una oposición sobre si los Estados Unidos seguirán controlando Europa y así poder resistir el creciente imperio chino. Y para ello hay que vigilar de cerca a Rusia y mantener una tensión permanente, muy útil para el aparato militar-industrial estadounidense. Para Putin, la cuestión que se plantea es simplemente de supervivencia, supervivencia para él y sus amigos oligarcas, pero también, sin duda, para la propia Rusia. Su enorme arsenal nuclear, lo sabe, es inútil ya que no puede utilizarlo sin arriesgarse a una represalia mortal. Rusia es un «enano» económico (aproximadamente el PIB de España) y su población sigue disminuyendo. Como en todas las naciones de Europa del Este, incluida Ucrania, la cuestión de su propia supervivencia se plantea y provoca todo tipo de reacciones que conocemos bien. Los que hoy denuncian a gritos a Putin deberían tratar de entender que la evolución de este régimen ruso tiene los mismos resortes que la de Polonia o Hungría, esas famosas «democracias iliberales».

4) Putin ha cometido un triple error: violación del derecho internacional, error moral al tomar la iniciativa de la guerra y error estratégico, ya que no puede ganar esta guerra y como mucho obtendrá la neutralización provisional de Ucrania, al tiempo que se ha hecho aún más dependiente de China. Nada puede excusar a Putin y la exigencia de un alto el fuego y la retirada de las tropas rusas de Ucrania es evidente. Lo que debemos buscar es la paz y, por tanto, la negociación. ¡Sólo puedes hacer la paz con tu enemigo! Y para hacer la paz, hay que hacer compromisos, excepto cuando se pretende la aniquilación total del enemigo o su rendición incondicional. La propuesta, retomada por Mélenchon, de una conferencia de la OSCE es de simple sentido común.

5) Si se logra la paz en Ucrania, preservando los derechos nacionales del pueblo ucraniano (lo que también presupone que se preservan los derechos nacionales rusos, porque Crimea no es más ucraniana de lo que el Sarre era francés, si queremos hacer una comparación histórica) no se arreglará nada. Lo que se necesita es un replanteamiento global, que incluya la reintegración de Rusia en el concierto de las naciones europeas… algo que desagradará mucho al Tío Sam, que se vería así marginado.

6) Desgraciadamente, la hipótesis optimista de una apertura de la paz sobre la reconstrucción de un orden europeo pacífico tiene pocas posibilidades de hacerse realidad. Los llamamientos del presidente francés a la «soberanía europea» son una retórica preelectoral sin la menor posibilidad de que se cumplan. Por cierto, los alemanes ya han anunciado que van a comprar el avión de combate estadounidense… mientras escribo, parece que se ha pisado el acelerador de las sanciones contra Rusia, ya que los europeos son las primeras víctimas de estas sanciones y los chinos los grandes ganadores. En cambio, lo que nos espera es un largo periodo de inestabilidad y una lenta desintegración de las naciones europeas como preludio de su lenta salida de la historia. La «gran sustitución» ha comenzado, ¡aunque no sea en absoluto en la dirección prevista por Renaud Camus!

Denis Collin: Malestar en la ciencia. Letras Inquietas (Marzo de 2022)

Traductor: Carlos X. Blanco