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Crisis de Ucrania: Europa necesita a Rusia


Christian Vanneste | 26/01/2022

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Ucrania fue la primera cuna de Rusia. Su historia y geografía explican la complejidad de la situación actual. Algunas regiones, como el Óblast de Járkov, se incorporaron a Ucrania en el siglo XX y son claramente rusas. Un país culturalmente muy vinculado desde el principio a Rusia, integrado mayoritariamente en el Imperio Ruso desde el siglo XVIII, no puede ser considerado fácilmente en Moscú como un enemigo, tanto más peligroso cuanto más cercano.

Es comprensible que los rusos no acepten que las armas de la OTAN apunten a su frontera en un territorio que todavía era suyo en 1990. Rusia ya no es comunista. No tiene intención de imponer ninguna ideología en el mundo o en Europa. Le habían prometido que los ex-miembros del Pacto de Varsovia no se unirían a la OTAN. Sin embargo, el paso se ha dado, y más allá, ya que los países bálticos ahora forman parte de él, como Polonia.

Ucrania lo exige, mientras que la caída de la Unión Soviética inutiliza la organización atlántica. Este desarrollo es espantoso, ya que parece absurdo: Europa necesita a Rusia, su energía, sus materias primas. Sin embargo, a fuerza de provocaciones e injerencias en las antiguas repúblicas soviéticas, Rusia ha sido arrojada a los brazos de China. Sin embargo, la solución razonable era posible: Rusia no frustró las alternancias políticas en Ucrania. Quería una Ucrania federal que tuviera en cuenta la diversidad del país, y una neutralidad de éste, sin encontrar el aliado lógico, formando ese glacis que tanto había sufrido durante la ofensiva nazi.

Hoy, la amenaza de un ataque del ejército ucraniano contra las repúblicas separatistas de Donbass es real. Los turcos vendieron drones a Kiev. Turquía es miembro de la OTAN y ya ha demostrado la eficacia de su ayuda contra Armenia. Esta vez, el ejército ruso no debe contentarse con intervenir, y entonces el conflicto no podrá evitarse ya que Estados Unidos y sus aliados también se verán obligados a intervenir. Ya reina una gran conmoción: desde los daneses hasta los españoles, se envían aviones y barcos a la zona. Los británicos suministran armas a Ucrania. Francia dice que está lista para colocar tropas en Rumania. Como viene siendo costumbre, la Unión Europea se alinea con Washington y propone sanciones.

Estas propuestas de la Comisión de Bruselas tienen pocas posibilidades de ser implementadas. El peso pesado de Europa, Alemania, se vería mucho más afectado que Rusia y Berlín frena este riesgo suicida. Un miembro destacado de la Armada alemana incluso tuvo que renunciar después de hablar muy bien de Putin. Esta crisis es reveladora: el Brexit separó claramente al Imperio anglosajón de Europa. El asunto de los submarinos franceses, cuya compra abandonó Australia en favor de los estadounidenses, fue una fuerte señal de esta escisión. Los alemanes lógicamente prefieren, tanto en nombre de la economía como en nombre de la ecología, el gas ruso al gas de esquisto estadounidense. ¿Por qué Europa debería seguir siendo el caniche de Washington? Los intereses ya no son los mismos.

Es hora de que Francia, en lugar de ladrar con su amo, se libere de él y se coloque como mediadora con países que tienen un miedo histórico a Rusia, como Polonia, y al frente de los que tienen gran ventaja en mantener buenas relaciones con Moscú. Los problemas políticos internos del señor Johnson o el señor Biden no tienen por qué afectar el futuro de las naciones europeas.

Fuente: Boulevard Voltaire