El Observatorio de la Sirenita hace sonar la alarma. Con el objetivo de proteger a los niños del discurso ideológico en las redes sociales, publica un manifiesto firmado por 140 científicos e intelectuales de los países europeos con el fin de preservar a los más jóvenes y frágiles. El reto es convocar a las autoridades legítimas y los recursos necesarios donde se ha instalado un silencio ensordecedor.
El primer paso es desafiar el dogma sistémico de la disforia de género. Porque si no tomas la dirección del viento, eres transfóbico. Si no te doblegas ante los peligrosos mandatos de la agitación antropológica, entonces tu mirada sobre el otro es luciferina. Esta carta tiene como objetivo alertar al sistema educativo, a los servicios de protección a la infancia y al Colegio de Médicos, cuando las lenguas siguen ligadas en un mundo donde el anatema se lanza rápidamente, donde el valor social es crucial.
Llueven los testimonios que revelan un aumento exponencial de jóvenes desorientados, convencidos de haber caído en paracaídas en la envoltura carnal del otro sexo. Dicho sea de paso, tales disonancias siempre han existido pero solo representan la minoría de una minoría. Sin embargo, las observaciones a posteriori y el discurso contraintuitivo inaudito se están extendiendo por todas partes. Está en juego la integridad psíquica y física de nuestros niños y nuestro silencio equivaldría a abandonarlos cuando se trata de voces mutiladoras.
Entonces, ¿deseo real de cambiar de sexo o presión y constante hype mediático de los lobbies LGBTQ+, un acrónimo que marea y parece un cajón de sastre desprovisto de raíces antropológicas? Netflix, las redes sociales sacuden los compases y el inconsciente colectivo de los cerebros en plena construcción para inculcar esta nueva religión del cuerpo, ese cuerpo que tanto amamos odiar.
El documental Petite fille, de Sébastien Lifshitz, emitido en Arte, arroja luz sobre este niño que desea convertirse en una niña. En nuestra sociedad líquida, Sasha, un nombre mixto, impone este hecho indiscutible negando toda filiación e identidad consustancial con su lugar de origen. Sasha ex nihilo. Sasha sin gorra. Los mecánicos de los aprendices de brujo, ávidos de hacer dinero a costa del sufrimiento infantil, ofrecen tratamiento médico con una gran indulgencia artificial.
Empezamos a exigir que nos llamen por un nombre de pila como si hubiéramos sido fabricados en la superficie y (aún mejor) del sexo opuesto. ¿No cedió Jean-Michel Blanquer al deseo de los niños de elegir ellos mismos su nombre de pila, los profesores no querían hacer una ola por miedo a ser replanteados por la jerarquía? La escalada de cualquier cosa es una bola de nieve, te ofrecemos bloqueadores de la pubertad para cortar tus hormonas originales de raíz. Entorpecer el desarrollo biológico del adolescente se convierte en lo último en sociedades líquidas.
La Academia Nacional de Medicina francesa advierte «en cuanto a los tratamientos quirúrgicos, en particular la masectomía autorizada en Francia a partir de los 14 años, y los relativos a los genitales externos (vulva, pene), es necesario subrayar su carácter irreversible». El carácter irreversible de una transición puede conducir, en el peor de los casos, al cáncer, al suicidio oa una depresión grave. Por lo tanto, hacemos un llamado a la cautela para que nuestros hijos puedan crecer en completa serenidad.
Fuente: Boulevard Voltaire