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Facebook en crisis: ¿y si la ideología no es tan rentable?


Gaëlle Baudry | 08/02/2022

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Quien siembra viento recoge tempestades. Esta sería, quizás, la moraleja que se extrae de la historia de éxito de Facebook de los últimos años. Después de dieciocho años de buen y leal servicio en la digitalización y el espionaje de la vida de las personas, ¿es hora de seguir adelante?

El golpe de gracia llegó el jueves 3 de febrero. Facebook (disculpas, Meta) estaría en su peor momento, al haber visto caer el grupo californiano su cotización un 25% en Wall Street, en menos de 24 horas, un impacto de 200.000 millones de dólares en su capitalización bursátil. ¿Es una devaluación? En apenas dos años, de marzo de 2020 a diciembre de 2021, la cotización de las acciones de Facebook ha subido más de un 124%, habiendo aprovechado el grupo la crisis sanitaria para enriquecerse. Por lo tanto, la caída del 25% parece, a primera vista, sobre todo una (fuerte) corrección del mercado de un activo sobrevaluado.

Las razones económicas aducidas abundan. Primero, la nueva estrategia del grupo decepcionó. En esto, el cambio de Meta a fines de octubre de 2021 es sintomático de los caprichos de su director general Mark Zuckerberg. El grupo de Facebook, de hecho, cambió su nombre para simbolizar una diversificación de actividades concentradas en el metaverso.

Pero, como buen desconectado (¿nos atrevemos a decir «reaccionario»?), ¿acaso no te habías sumergido en este nuevo universo? El término proviene de la novela futurista The Virtual Samurai, escrita por Neal Stephenson en 1992. Es un mundo completamente virtual donde los usuarios interactúan a través de avatares. Una versión super premium de los Sims, en definitiva, donde las acciones se pueden entrelazar con las de la vida real (ahí se pueden comprar y vender productos). Un ejemplo muy serio es la inversión inmobiliaria.

Sea como fuere, haber apostado tanto dinero (10.000 millones de dólares, en 2021), y de forma tan unilateral, hace pasar a Mark Zuckerberg, al otro lado del Atlántico, por un rey niño habiendo cedido a un capricho, aunque signifique hacer que los usuarios e inversores sufran las consecuencias.

Segundo elemento de explicación: la competencia despiadada de los gigantes Apple, TikTok y Google. No nos detendremos en ello, ya que las otras explicaciones apenas han sido abordadas por los medios franceses. Porque no hay que descartar el componente ideológico. Caza lo real, vuelve al galope. Y con dureza.

En el último trimestre de 2021, la plataforma de Facebook perdió así un millón de usuarios. Además de la presencia masiva y repulsiva de los anuncios, cabe preguntarse por los efectos de la censura. Durante un año y tras el destierro de Donald Trump, los flujos de usuarios se han volcado en plataformas más libres (Odysee, Telegram, Gab, VK, Gettr, Truth Social, etc.), dejando a Facebook, de hecho, obsoleto.

En segundo lugar, Meta está permanentemente en el punto de mira judicial por diversas razones: violación de la privacidad, injerencia internacional, efectos nocivos en las adolescentes (caso de Instagram, en particular, del cual Meta es propietaria), fallas en la seguridad de los datos, desinformación, etc

Finalmente (otro fracaso amargo), el anuncio oficial, la semana pasada, del cese del desarrollo de su propia criptomoneda. Libra, rebautizada como Diem, se anunció en 2019. Facebook quería ofrecer un sistema de pago global, a través de mensajería instantánea, y se posicionó como un competidor directo del sistema bancario. La estructura (The Diem Association) acaba de ser vendida al banco Silvergate. Cabe señalar que las autoridades financieras (particularmente la Reserva Federal) se han tomado el asunto muy en serio, ya que el proyecto no encaja bien con los próximos despliegues de monedas digitales nacionales.

La falta de interés en las big tech, los llamamientos al boicot y la aparición de más actores independientes solo pueden ser esperanzadores para el futuro. Esta inclinación aparece como un movimiento básico. No olvidemos que, como las tiranías, los monopolios no son eternos.

Fuente: Boulevard Voltaire