Reportajes

Me encanta el olor a napalm por la mañana: geoingeniería y otras «arenas del Sáhara» (II)


Pierre-Emile Blairon | 26/07/2024

Filamentos en el aire

Otra versión de estas pulverizaciones ha sido analizada por un laboratorio francés, Analytica, situado en Cuers, cerca de Toulon, en el Var; se trata de «filamentos aerotransportados» que contienen disruptores endocrinos, metales pesados, altos niveles de aluminio, bario y estroncio; para los que quieran ir más lejos, encontrarán adjuntos los informes de estos diversos análisis y las denuncias realizadas por los medios de comunicación, en particular en un informe muy honesto de France 3 de marzo de 2014. Se notará fácilmente el bochorno de las autoridades oficiales que se pronuncian sobre el tema; cuando se pronuncian, porque, según el reportaje, la mayoría de los responsables de estos organismos se han negado a responder a las preguntas de los periodistas y los que responden las cepillan, como el jefe del «departamento técnico de medio ambiente del aeropuerto de Marsella-Provenza» que afirma que «nunca ha oído hablar de los chemtrails», que «no sabe lo que son». ¡O como el médico que llama «charlatán» a cualquiera que haga preguntas al respecto!

Tanto afán por negar cualquier intención malsana, o, por el contrario, tanta discreción, tanta unanimidad en el discurso, y tanta agresividad en ciertos medios, por parte de los colaboradores del sistema, no auguran nada bueno.

¿Le suena familiar? Esas mismas agencias de «verificación», que no son más que instrumentos de propaganda y de difusión de noticias falsas, utilizaron los mismos métodos y las mismas palabras cuando tuvieron que disuadirle de buscar los componentes tóxicos de las pseudovacunas administradas al 80% de la población francesa, cuyos efectos mórbidos y letales empiezan a manifestarse. El vasto sistema de desinformación de ingeniería social desarrollado durante la gran manipulación sanitaria desatada por la secta globalista ha perdido toda credibilidad. Nuestros verdugos conspiradores se verán obligados a inventar otras maquinaciones.

Los conspiradores crean conspiraciones que los «conspiracionistas» denuncian.

Algunos precedentes históricos

Retrocedamos en el tiempo para encontrar las primeras manifestaciones de guerra bacteriológica, biológica o bioclimática.

El primer testimonio de guerra bacteriológica se remonta al siglo XVIII, y fue obra del general inglés Harmherst (1717-1797), que derrotó a los franceses en Canadá en 1760, y cuyo carácter prefiguraba la amoralidad que iba a caracterizar al futuro homo americanus bellicus.

Este individuo, cuyo nombre llevaba una calle de Montreal hasta hace poco, antes de caer en desgracia, había imaginado con éxito propagar una epidemia entre los amerindios, que no querían ceder sus tierras a los invasores ingleses, suministrando a las tribus rebeldes mantas infectadas de viruela. El objetivo declarado era erradicar por completo a las tribus nativas.

«Es una pena para los indios que los franceses no pudieran conservar Canadá, ya que les habrían permitido escapar de la voluntad exterminadora de los británicos, que utilizaron el método de las mantas infectadas en otros conflictos, como en Nueva Zelanda», escribió André Boyer en su blog el 16 de mayo de 2017.

Tuvieron que pasar 250 años para que Montreal dejara de honrar el nombre de este siniestro personaje. Cuánto tiempo se tardará en demostrar la culpabilidad de la CIA en los casos que vamos a relatar en los que se sospecha que la Agencia está implicada?

Me encanta el olor a napalm por la mañana: geoingeniería y otras «arenas del Sáhara»

Primera parte
Segunda parte
Tercera parte

Nota: Cortesía de Euro-Synergies