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Nuevo y esperado esperpento del Régimen del 78: Carles Puigdemont reaparece en Barcelona y no es detenido


Ignacio Eguiluz | 08/08/2024

Todo ha sucedido según lo previsto. Carles Puigdemont ha vuelto a España siete años después y ha opacado la sesión de investidura del socialista Salvador Illa como presidente de la Generalidad. La supuesta operación diseñada por los Mossos para detener al prófugo no ha sido otra cosa que el habitual paripé al que nos tiene acostumbrada la «policía» autonómica catalana (al igual que sus homólogos vascos de la Ertzaintza, los Mossos son cualquier cosa menos una policía). Puigdemont ha podido dar su discurso ante un pequeño grupo de 2.500 fieles o, mejor dicho, frikis (Cataluña tiene en la actualidad algo más de 8 millones de habitantes) y marcharse con total tranquilidad.

Minutos después, la «policía» catalana ha activado la «Operación Jaula» consistente en cerrar las salidas de la Ciudad Condal con el supuesto objetivo de detener al ex-presidente autonómico. Como era de esperar, no se ha practicado el arresto de Carles Puigdemont pero ha sumido, una vez más, a Barcelona en el caos más absoluto debido a los controles de carretera y medios de transporte habilitados no se sabe con qué fin.

Mientras tanto, los Mossos han permitido a los simpatizantes separatistas que han acudido al acto del delincuente y prófugo Puigdemont y que siguen congregados en la zona acceder al Parque de la Ciudadela (en teoría, cerrado para el público y, como a nadie sorprenderá, han retenido a los militantes y simpatizantes de Vox que habían celebrado un acto para exigir la detención del ex-presidente.

Las reacciones políticas al nuevo episodio del esperpento catalán no se han hecho esperar. El candidato del PSC a president de la Generalitat, Salvador Illa, ha cumplido a rajatabla con su papel de tonto útil, colocándose una vez más en «posición egipicia» y así reclamar «la aplicación total» de la amnistía (ilegal e ilegítima, sin ninguna duda) para sus amigos y aliados separatistas catalanes en general y para Carles Puigdemont en particular. «Hay que restablecer la totalidad de los derechos políticos de la ciudadanía de Cataluña», ha leído. Seguramente, en unos minutos aparecerá el socialista castellano-manchego Emiliano García-Page con algún exabrupto sobre la cuestión para generar entre el aborregado votante del PSOE la ilusión de que su partido no es cómplice, socio activo y defensor del separatismo anti-español.

Por parte del Partido Popular, su presidente, Alberto Núñez Feijóo ha publicado un mensaje en X (antes Twitter) ha tildado lo sucedido hoy de «humillación insoportable» y ha acusado al actual inquilino de La Moncloa, Pedro Sánchez, de ser el «máximo responsable». Curiosamente, no hace tanto, Núñez Feijóo aseguró ante la prensa que no tenía «interés» por ver a Puigdemont entre rejas.

Mañana, que será día 9 de agosto e impar, tocará a Núñez Feijóo volver a ofrecer su mano a Sánchez y pedirle un «pacto de Estado» que, una vez más, volverá a ser rechazado entre burlas por el PSOE. Los sumisos ofrecimientos de los populares de convertirse en el caniche del PSOE no deben ser en este caso «una humillación insoportable» para los españoles según el político gallego.

La tercera fuerza nacional, Vox, ha ido (como siempre) más allá que el PP y ha definido como «una puñetera vergüenza» que a Carles Puigdemont «se le permita poder entrar en España sin que nadie lo detenga, pueda subir a un escenario entre vítores a lanzar sus consignas y retransmitirlo en directo por TVE para así humillar, todavía más, a nuestra patria y a los españoles».

Por último, la asociación HazteOir ha anunciado que presentará una denuncia contra el ministro del interior, Fernando Grande-Marlaska, el todavía presidente de la Generalidad Pere Aragonès y el jefe de los Mossos por «permitir que Puigdmeont se vuelva a fugar tras dar un discurso en las inmediaciones del Parlament».