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¿Qué importa de las elecciones en Cataluña? Solo los resultados de Alianza Catalana


Ignacio Eguiluz | 10/05/2024

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Este domingo, 12 de mayo, se celebrarán los comicios regionales catalanes. Aunque esas siempre fieles correas de transmisión de los cénaculos del poder que son los mass media han centrado su atención en quién ganará las elecciones, la realidad es que esto no es más que el dedo que tapa la luna.

La irrelevancia del «tripartito» socialista e «indepe»

Es irrelevante que el domingo el candidato más votado sea Salvador Illa, Carles Puigdemont o Pere Aragonès. A fin de cuentas, Junts, ERC o el PSC son exactamente lo mismo y, en el fondo, estos tres partidos no son más que marionetas de un PSOE state of mind abanderado (que no liderado) por Pedro Sánchez, un simple titiritero al servicio de otros que están más arriba, mucho más arriba que él. Illa, Puigdemont o Aragonés, al igual que Sánchez, harán lo que se les ordene. La independencia de Cataluña o su permanencia en España no se decidirá este domingo, ni en Barcelona o en Madrid y mucho menos por este cuarteto de sujetos sin oficio ni beneficio más allá de ser políticos profesionales.

El PP y Vox acuden a las elecciones catalanas con la mente puesta en La Moncloa

Más allá del morbo (por llamarlo de alguna forma) de saber si el PP logrará su soñado sorpasso regional a Vox, la realidad es que ambas formaciones seguirán siendo políticamente irrelevantes en Cataluña. La composición del próximo gobierno autonómico no se decidirá con su concurso y su presencia en el Parlament nos dejará alguna que otra anécdota noticiosa y algún intercambio de pareceres más o menos divertido con «indepes» y socialistas, socialistas e «indepes». El futuro del PP y de Vox no pasa por estos comicios sino por sus posibilidades de desalojar de forma conjunta de La Moncloa a Pedro Sánchez, aunque esto provoque quebraderos de cabeza entre los elementos más «bienpensantes» de Génova 13 que parecen más centrados en destruir a los de Santiago Abascal que en derrotar al sanchismo.

Lo interesante: ¿qué hará Alianza Catalana?

Lo capital será el resultado que obtenga la Aliança Catalana de Silvia Orriols a última hora de la noche del domingo. Tras la debacle de Plataforma por Cataluña en las elecciones municipales de 2015, el espacio «a la derecha» del PP y de la antigua Convergencia quedó huérfano. Y no era precisamente minúsculo: cuatro años antes, en 2011, los de Josep Anglada rozaron los 70 concejales repartidos en 40 municipios de la comunidad y se quedaron a las puertas de entrar al Parlament con más de 80.000 votos.

La irrupción de Vox en la arena política recogió parte del voto de Plataforma por Cataluña, sobre todo entre aquellos sectores más unionistas, muy inquietos tras el golpe de Estado del 1 de octubre de 2017. Aunque el mensaje político de los de Santiago Abascal en Cataluña no ha obviado el grave problema de seguridad y migratorio que sufre la región, es un hecho que Vox mantiene un discurso en clave más nacional y su posición con respecto a eso que se ha denominado como el «catalanismo» oscila entre el rechazo o la suspicacia. A diferencia del partido creado por Josep Anglada, que supo aunar en torno suyo a votantes de sensibilidad españolista como catalanista optando por un discurso único contra la inmigración ilegal y masiva sin posicionarse en la cuestión nacional, Vox no ha calado entre estos últimos por su oposición frontal al separatismo. Y ahí es donde aparece Alianza Catalana.

La trayectoria de Silvia Orriols es, sin duda, independentista. La hoy alcaldesa de Ripoll nunca lo ha negado u ocultado. La cuestión soberanista en su partido está presente con mayor o menor intensidad y las declaraciones favorables a la separación de Cataluña son periódicas. Sin embargo, todo esto podría obedecer a una estrategia: si ya es difícil concurrir a unas elecciones con una formación crítica con el inmigracionismo, hacerlo desde planteamientos unionistas se antoja como una misión imposible en ciertas zonas de Cataluña. Suele decirse que para ganar una guerra hay que dar las batallas de una en una. Existe la posibilidad de que su independentismo sea puro tacticismo y busque una mimetización con el ecosistema político separatista a fin de evitar echar más leña al fuego.

¿Estará Alianza Catalana en el próximo Parlament?

Las encuestas publicadas en los últimos días han coincidido en que Aliança Catalana estará presente en el Parlament durante la próxima legislatura. Es imposible saber en qué número, puesto que los estudios demoscópicos publicados le conceden una horquilla amplísima entre 1 y 7 asientos. Más allá de las encuestas (que acostumbran a ser meras campañas de agit-prop teledirigidas por tal o cual partido), la realidad es que el establishment «indepe», socialista y comunista catalán da por hecho que los de Orriols lograrán representación en la cámara catalana. Prueba de ello es el pacto suscrito por todas las formaciones políticas concurrentes a las elecciones (salvo PP y Vox) de no buscar apoyos parlamentarios en Alianza Catalana bajo la excusa manida y aburrida del «neofascismo», la «ultraderecha», la «islamofobia», la «defensa de los derechos humanos» y la «democracia». Paradójicamente, uno de los partidos, ERC, envió a la firma del acuerdo a una candidata de origen musulman que se presentó en el acto tapada con el hijab, lo que debe ser una especie de recordatorio de la «libertad» y los «derechos» que disfrutan las mujeres bajo el yugo religioso impuesto por el islam.

Lo que pasa en Cataluña, termina pasando en el resto de España

La posible entrada de Alianza Catalana al Parlament será un maremoto de imprevisibles consecuencias. El separatismo en España siempre ha sido una rara avis respecto a sus homólogos europeos. En el resto de países del continente, los partidos separatistas son, como es lógico, de «derecha nacionalista». No tiene ningún sentido defender la secesión de una región alegando sus particulares culturales, lingüística, identitarias o étnicas mientras se abraza el izquierdismo internacionalista. Este absurdo solo existe en España en donde formaciones que aseguran ser independentistas defienden la inmigración masiva (la forma más rápida de arrasar con cualquier rasgo identitario) y la eliminación de las fronteras (welcome refugees, ya saben).

El triunfo electoral de una formación, en teoría, independentista y anti-inmigración como es Alianza Catalana puede abrir la puerta a partidos similares en otras regiones, particularmente el País Vasco y Galicia. A nivel político, es un hecho que lo que sucede en Francia, se extiende antes o después al resto de Europa. Y lo que pasa en Cataluña, termina exportándose a otras comunidades de España. Si Silvia Orriols y los suyos logran entrar por la puerta grande al Parlament, no cabe duda de que su estela política será seguida por otros, haciendo saltar por los aires el consenso separatista general en torno a las ideas de la izquierda aderezadas de un antiespañolismo ramplón y aldeano.

Que Illa, Aragonès o, incluso, Puigdemont puedan ser elegidos presidentes es insustancial porque los tres defienden lo mismo. Guste o no, estamos inmersos en un escenario político con dos bandos enfrentados a muerte: los wokistas frente a los arraigados, los cosmopólitas frente a los identitarios. Si Silvia Orriols y su Alianza Catalán entran al Parlament, será toda una declaración de guerra.