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Reportajes

Molenbeek, Saint-Josse… Bruselas es la capital nacional y de la Unión Europea más islamizada


Richard Hanlet | 01/05/2024

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

El control policial al que se han visto sometidas las personalidades que debían acoger el 16 de abril en Bruselas la Conferencia Nacional del Conservadurismo ha puesto brevemente en el punto de mira a nuestro vecino belga. De hecho, no fueron las autoridades bruselenses quienes instigaron esta mala jugada, sino únicamente el alcalde de Saint-Josse (uno de los diecinueve municipios equivalentes a los arrondissements de las grandes ciudades francesas), Emir Kir, hijo de un inmigrante turco, con el pretexto confesado de que «la extrema derecha no es bienvenida».

Extraño, a pesar de todo, viniendo de un hombre que fue despedido del Partido Socialista en 2020 por sus vínculos con los Lobos Grises, un grupo ultranacionalista turco (fue uno de sus miembros, Mehmet Ali Agca, quien intentó asesinar al Papa Juan Pablo II) y, por tanto, si las palabras tienen algún significado, ¡extrema derecha él mismo!

Además, si no lo fuera, es dudoso que Wikipedia (cuya proverbial imparcialidad es bien conocida) recordara las condiciones de sus elecciones de 2018: «campaña electoral compuesta de amenazas contra los candidatos, insultos e intentos de fraude en los colegios electorales, mediante falsos apoderados». Ya en 2005, los tribunales belgas dictaminaron que Emir Kir afirmaba falsamente ser licenciado en «ciencias políticas y relaciones internacionales» (y negaba, por supuesto, el genocidio armenio).

Mucho antes de las recomendaciones de Terra Nova, del giro islamoizquierdista de un Mélenchon y de las fechorías de un Kir, el político belga Philippe Moureaux (1938-2018) comprendió todos los beneficios que se pueden obtener seduciendo al pueblo sustituto. En un país donde el voto es obligatorio, no es ningún detalle («Si no tiene opinión, tome la mía…»).

Nacido de una madre heredera del equivalente belga de Bouygues y de un ministro liberal, Moureaux comprendió (como el hijo predilecto de Mitterrand, Mélenchon) que el futuro estaba en el Partido Socialista, al que se afilió. Le siguieron varios cargos ministeriales, pero sobre todo la alcaldía de Molenbeeck de 1992 a 2012. El municipio fue el bastión de Salah Abdeslam y su banda autora de la masacre de Bataclan, base del terrorismo islamista y lugar de tránsito de cientos de asesinos en masa islamistas camino de Siria y otros lugares.

El sucesor de Moureaux al frente del municipio con 22 mezquitas explica ahora que su ciudad no podía hacer nada al respecto y que de estos problemas se ocupaban servicios especiales de un nivel muy superior. Tal vez, pero ¿quién sembró y regó la semilla?

La democracia es demografía, y hoy más de tres cuartas partes (76,6%) de la población de Bruselas es extranjera o de origen extranjero. Y no todos son funcionarios internacionales… La capital más islamizada de Europa es también la capital de la Unión Europea. ¿Coincidencia? Pero como sabemos, el Gran Reemplazo es una fantasía.

Nota: Cortesía de Boulevard Voltaire