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Nuevas armas turcas para controlar el Mediterráneo


Lorenzo Vita | 15/09/2021

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Turquía no sólo pretende equiparse con drones aéreos, sino también con barcos no tripulados. Un giro que comenzó hace unos años y que muestra una evolución muy rápida, especialmente desde finales de 2020. Las últimas noticias sobre este tema proceden del diario Sabah, uno de los principales medios de comunicación de Turquía. Los medios de comunicación de Anatolia anuncian que el gigante de la defensa Aselsan ha diseñado, en colaboración con el astillero Sefine, nuevas plataformas (de superficie y antisubmarinas), que representan para Ankara un paso más en su política de control de los mares. Una política que se sintetiza desde hace tiempo en la «patria azul».

La defensa turca pretende tenerlos para finales de año. Son prácticamente autóctonos, fruto de una sinergia entre varios segmentos de la industria turca bendecida por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan. Un sistema de nacionalización de la industria armamentística que, en Turquía, encuentra uno de sus pilares en el proyecto Milgem y que pretende no sólo abastecer los arsenales nacionales sin pasar por las importaciones, sino también vender estos sistemas en el extranjero. Los drones turcos ya tienen una gran demanda en varios países europeos y asiáticos. Y ahora Ankara quiere ampliar este mercado al sector marítimo.

Se trata de un enfoque doble que surge de dos necesidades muy sentidas por la administración turca. Por un lado, el objetivo de hacer que su propia defensa dependa cada vez menos del extranjero. Un problema que se ha convertido en central para Turquía, sobre todo después de que fuera consciente de la fragilidad de la cadena de suministro en caso de bloqueo político por parte de Occidente. El caso del F-35 (con todas las diferencias del caso) ilustra un peligro para Erdogan: hacer una política exterior cada vez más autónoma mientras depende de Bruselas y Washington en el plano militar significa tener que rebajar las expectativas de su propio trabajo.

La cuestión ha cobrado tanta importancia que ha tenido que ampliar el programa nacional de aviones no tripulados para incluir las armas del futuro portaaviones Anadolu, que por el momento se ha transformado en un proyecto de portaaviones o portahelicópteros hasta que Turquía retome el programa F-35. Una espera que, sin embargo, no es necesariamente una limitación. De hecho, el bloqueo ha obligado a Ankara a desarrollar, lo antes posible, una tecnología autónoma que sustituya a estos sistemas vinculados a la voluntad de Washington. Y es un cambio que ha permitido a Turquía llevar a cabo un programa interno hasta el punto de poder utilizar sus drones tanto como arma como medio de asociación con otros Estados.

Fuentes cualificadas de InsdeOver informan, por ejemplo, de que es precisamente por este creciente desarrollo de los drones armados (en particular, el temido Bayraktar) por lo que algunos dentro del estado griego creen que la hipótesis de una base para estos activos en la parte norte de Chipre, particularmente en Gecitkale, sigue sobre la mesa. Una hipótesis planteada en el pasado por algunos analistas y que ahora parece completamente inviable. Los drones aéreos, así como las unidades no tripuladas para vigilar las aguas en un radio de unas 600 millas (estos son los datos del proyecto Aselsan) podrían constituir un punto de inflexión fundamental en la proyección estratégica de Turquía en las aguas hirvientes del Egeo y el Mediterráneo oriental.

Fuente: Euro-Synergies