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Elecciones presidenciales francesas: la post-democracia en marcha


Frédéric Lassez | 14/01/2022

Se trata de tres candidatos que acumulan en torno al 40% de las intenciones de voto y que no consiguen conseguir los patrocinios necesarios para presentarse a las elecciones presidenciales.

Eric Zemmour, Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon ya no saben a qué dignatario dirigirse sin obtener, en esta etapa, otra cosa que evasivas o sarcasmos. Anne Hidalgo, que gira en torno al 3% de intención de voto, brilló una vez más con su franqueza al declarar sobre los candidatos en apuros que si no consiguen sus 500 patrocinios es que no merecían participar en la elección presidencial.

Agrega a esta situación: alcaldes que quisieran patrocinar pero que viven con miedo a las represalias electorales, financieras pero también físicas, en vista de la cantidad de ataques que ahora sufren los funcionarios electos; partidos políticos vinculados a los mismos candidatos llamados «populistas», a los que los bancos niegan préstamos bancarios y que no pueden financiar sus campañas y, por último, un cuestionamiento permanente a la libertad de opinión con un espacio mediático cada vez más sujeto a la censura ya la dictadura del pensamiento único.

Este es el estado de nuestra «democracia» a pocos meses de las elecciones presidenciales. Graves disfunciones que se enmarcan en el marco más amplio de una deriva oligárquica en nuestro sistema político. Lo que los medios tienen la costumbre de llamar modestamente una «crisis de representación».

Las últimas elecciones presidenciales de 2017 son un caso de estudio: más de la cuarta parte de los empadronados no votaron en la segunda vuelta (la mayor abstención desde 1969). Emmanuel Macron finalmente fue elegido por solo el 43,6% de los votantes registrados. Una elección que resultó ser la predeterminada para el 43% de sus votantes, según una encuesta de Ipsos/Sopra Steria. Y, para colmo, el 61% de los encuestados, según la misma encuesta, no querían darle la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas de junio de 2017.

Desafección que se acumula con el fenómeno de abstención masiva que no deja de batir récords: 65,7% de abstención para las autonómicas de junio de 2021 y 58,4% para las municipales de junio de 2020.

Sin embargo, no faltan los análisis en forma de advertencias: en abril de 2020, el Instituto Ipsos señaló «una crisis de representación política más fuerte que nunca», con un 85% de los franceses que consideraban que la política y la economía las élites o incluso los medios de comunicación «tienen intereses fundamentalmente diferentes a los de la gran mayoría de la población». Ya no es una «fractura» sino una secessio plebis. ¿Nuestras élites lo tienen en cuenta?

Preguntado el martes pasado sobre una posible reforma del sistema de patrocinio, Gérald Darmanin declaró: nosotros «no cambiamos las reglas del juego unos días antes del partido». Y, en efecto, ¿por qué cambiar las reglas del juego cuando sabemos que los dados están cargados? Bienvenidos a la post-democracia.

Fuente: Boulevard Voltaire