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Guillaume Faye y la visión arqueofuturista (I)


Robert Steuckers | 02/06/2022

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La idea de acoplar la tradición filosófica y mitológica griega con el ímpetu futurista agitó la mente de Guillaume Faye desde el momento en que lo conocí y trabajé con él entre 1979 y 1987. Estos años fueron los más fructíferos de su ruta intelectual.

Guillaume Faye había estado profundamente marcado por sus profesores de griego y latín durante sus años de escuela secundaria. Había leído a Platón, reclamado el realismo de Aristóteles, lecturas que había completado sumergiéndose en las obras de Mircea Eliade, Walter Otto y Georges Dumézil. Faye también fue discípulo del filósofo italiano Giorgio Locchi quien fue el verdadero mentor de lo que luego se llamaría, para simplificar periodísticamente, la Nueva Derecha. Sin Locchi, ella no hubiera sido lo que es, a pesar del ostracismo sufrido injustamente por el pensador italiano a partir de 1979, año de su retiro definitivo.

Para Locchi, la verdadera idea europea, desgraciadamente reprimida por la modernidad, descansa sobre un sólido fundamento mítico, en particular la estructura trifuncional de las sociedades indoeuropeas, destacada por la obra de Georges Dumézil y que los alemanes del siglo XIX, nombró al triplete Lehr-Wehr-und Nährstände (sabios, guerreros, productores). Locchi, que también era un muy buen musicólogo, creía que la música europea, desde Bach, contribuía a romper y fragmentar la regla asfixiante bajo la cual estaba prisionero el «mito europeo».

Para Locchi, Richard Wagner, a través de la Wort-und-Tondichtung (poesía de palabras y sonidos) de sus óperas, asestó los golpes decisivos del martillo para liberar al mito europeo de su prisión secular y lograr finalmente una estructuración de las sociedades europeas en conformidad con el contenido de este mito y, por tanto, restablecer una forma política enteramente liberada de la cantinela cristiana, escolástica, cartesiana y kantiana.

Razonando más allá de la disputa que opuso a Wagner a Nietzsche, Locchi extrajo de la obra de Nietzsche todos los elementos susceptibles de consolidar su tesis liberadora, mientras que Pierre Chassard, que también sería «purificado» y condenado al ostracismo en las filas de la»Nueva Derecha, fustigó, en su obra sobre Nietzsche, el paralizante Platonismo que habían debilitado a Europa en los siglos posteriores al colapso del mundo antiguo. Faye amaba la República de Platón pero no quería dejar los europeos de la segunda mitad del siglo XX para vegetar en la cueva y contentarse con las sombras en las paredes de la misma. El retorno del mito europeo, el retorno al sol de los europeos prisioneros de la caverna, la filosofía con el martillo de Nietzsche que hizo añicos los ídolos carcomidos de la vieja Europa enferma: tales eran las aspiraciones del binomio formado por Locchi y Faye y también de Chassard, quien volvió bien pronto a Eifel donde se había instalado.

La síntesis propuesta por Faye apenas ha sido explicada por escrito, a excepción, sin embargo, de un pequeño folleto de rara densidad, que sus «camaradas» habían descuidado y despreciado, y que habían considerado digno de la papelera. Salvé este texto mecanografiado de la destrucción y mi amigo Jean-Marie Simar, de Lieja, realizó una modesta edición artesanal con los primeros ordenadores personales. Este folleto, que hoy no se encuentra, se titulaba Europa y la Modernidad: Faye observó en él que la modernidad, la de la Ilustración del siglo XVIII llegaba a su fin y amanecía una posmodernidad que acabaría con todos los bloqueos, todos los platonismos incapacitantes y todas las formas de decadencia que la Ilustración y el ideario igualitario de la revolución francesa habían impuesto a nuestros pueblos.

Armin Mohler, basándose en la obra de Wolfgang Welsch, también creía que tras la desaparición del Telón de Acero surgiría una posmodernidad radicalmente diferente a la Ilustración. No sucedió. La posmodernidad que hoy nos sirven como plato fuerte es peor que los peores fracasos de la Ilustración. Para Faye, cuando estaba escribiendo su manuscrito, que iba a ser boicoteado, hubo una implosión de la modernidad, un retorno a las formas tribales y comunitarias (como observó su amigo el filósofo Michel Maffesoli), desacuerdos entre los autoproclamados partidarios de la Ilustración (Adorno, Horkheimer, Habermas, Lévy, etc.), Faye y Mohler, cada uno en su rincón, creen que se puede estimular el movimiento posmoderno de desintegración de la modernidad en dirección a una especie de restauración premoderna, que implica la restauración de lo político (de la Politischen) según la definición que en dieron Carl Schmitt y Julien Freund (¡también amigo de Faye y compañero de fiestas memorables…!).

Guillaume Faye y la visión arqueofuturista

Primera parte
Segunda parte
Tercera parte

Robert Steuckers, Koenraad Logghe y Denis Ilmas: El peregrino absoluto: Marc Eemans y los evolianos de Bruselas. Letras Inquietas (Octubre de 2021)