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¿Hacia un mundo sin contacto?


Laura Fouré | 15/02/2021

He tenido un sueño. Pero a diferencia del pastor Martin Luther King, el mío no trajo esperanza en un futuro más fraterno sino ¡todo lo contrario!

En un universo totalmente desinfectado, preservado de la circulación de virus, microbios y otras bacterias, los hombres vivían en perfecta armonía sin siquiera encontrarse físicamente.

Las empresas impusieron el teletrabajo, organizando reuniones, intercambios y seminarios por videoconferencia y acumulando así muchas ventajas, no solo sanitarias sino también económicas: no es necesario mantener costosas oficinas, comedores y lugares de encuentro entre empleados, susceptibles de generar movimientos de protesta nocivos el buen funcionamiento de los establecimientos.

Lo mismo ocurrió con los escolares, estudiantes de secundaria y estudiantes, cuyas lecciones fueron impartidas a distancia por profesores aliviados de no enfrentarse a niños y jóvenes que prefieren interrumpir a seguir la demostración de un teorema, escuchar una presentación sobre Víctor Hugo o apasionarse por las hazañas bélicas de Juana de Arco.

Tiendas, restaurantes, cafés, teatros, cines, salas de conciertos y pabellones deportivos habían desaparecido definitivamente, reemplazados por entregas a domicilio, obras de teatro, películas y recitales a través de la televisión, discos e Internet. En cuanto a la cultura física, todo el mundo podía practicarla en casa frente a su pantalla, donde un simpático entrenador dio los consejos oportunos para mantener una forma olímpica y una silueta de modelo.

La liberación de los locales ocupados por las actividades descritas permitió acoger a personas sin hogar y poblaciones jóvenes y emprendedoras de África y Asia, cuya instalación se facilitaba constantemente para compensar una tasa de natalidad. Indígenas en caída libre, a pesar de la medidas de fomento de la reproducción en el laboratorio, protegido de los riesgos asociados a las relaciones carnales.

Desde un punto de vista ecológico, el final de los viajes antes necesarios para los viajes a domicilio, el trabajo y las compras y los viajes turísticos ha supuesto una mejora providencial de la calidad del aire y una notable reducción de las emisiones de dióxido de carbono.

Otro efecto positivo de esta nueva forma de vida, la delincuencia y la criminalidad disminuyeron considerablemente, cada ciudadano vigilado de cerca vegetaba solo en un espacio cerrado, comunicándose con sus compañeros solo por teléfono o computadora interpuesta.

Desperté antes de descubrir los medios de subsistencia de esta humanidad finalmente liberada de los peligros de la vida en comunidad, pero muy tranquila de que es un sueño: si queremos evitar que esta pesadilla se convierta en realidad, es urgente entrar en resistencia. contra las almas buenas que dicen querer nuestro bien…

Fuente: Boulevard Voltaire