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Los wokistas deciden cambiar el nombre de un centenar de aves


Nicolas Gauthier | 12/11/2023

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Los ornitólogos estadounidenses no sólo se atreven con todo, sino que parece que nunca se toman vacaciones. El miércoles 1 de noviembre, la American Ornithological Society (AOS), que seguramente no tiene otra cosa en qué ocupar su tiempo, decidió cambiar el nombre de un centenar de aves. A un ritmo de diez al año, esto debería llevar algún tiempo.

Y sin embargo, en un momento en que el planeta no atraviesa su mejor momento, con el conflicto ruso-ucraniano, la amenaza de guerra entre China y Taiwán y Oriente Próximo al borde de la conflagración, es cierto que había un sentimiento de urgencia. De hecho, incluso los principales protagonistas rebosaban impaciencia.

Imagínese la angustia de la pardela de Audubon al ser bautizada con el nombre de John James Audubon, sin duda uno de los mejores ornitólogos de Estados Unidos, pero ferozmente opuesto a la abolición de la esclavitud: esta ave marina no había pegado ojo en décadas.

Lo mismo ocurre con el papamoscas de Hammond, también al borde de un ataque de nervios, ya que su elegante nombre procede de William Alexander Hammond, un cirujano del siglo XIX que creía que «los negros eran seres inferiores». El mismo castigo, la misma razón para el Longpur de McCown, que habría necesitado una unidad de asesoramiento para ser condenado a llevar el nombre del general confederado John Porter McCown.

Una ornitología demasiado blanca y patriarcal

Afortunadamente para ellos, estas aves seguirán teniendo derecho a conservar su nombre en latín, que es justo lo que necesita una Fardela de Audubon, siempre que sea multilingüe. El AM justifica su acción alegando que la mayoría de los ornitólogos afectados son «hombres blancos». Es cierto que, en aquella época, sus colegas negros debían de ser escasos.

Asimismo, la ornitología de la época parecía bastante patriarcal, para disgusto de esta asociación. Con la excepción, sin embargo, de una tal Lucy que dio su nombre a la curruca rabilarga. Sólo esperamos por el bien de esta dama que no se acercara demasiado al Ku Klux Klan en su juventud.

Dicho esto, no podemos sino deplorar la falta de ambición de estos guerreros de hoy en día, pues quedan muchas cosas más importantes por hacer. ¿Un ejemplo? Titi y Gros minet. ¿Titi? Un canario. Pero, ¿por qué ese pequeño tamaño y esa tez amarilla? La nanofobia no está lejos, y la apropiación cultural tampoco. Para hacer bien el trabajo, un actor asiático con verticalidad frustrada habría sido más apropiado. Pero es posible que el doble de Jackie Chan en los dibujos animados no estuviera disponible en ese momento. En cuanto a Sylvestre, el Gran Gato en cuestión, ¿por qué esa socarrona asquerosidad y ese pelo tan negro que tiende a recordarnos las horas más oscuras de nuestra historia? También en este caso, un modelo más adecuado habría sido sin duda Fats Domino, por citar sólo a uno.

Para colmo de males, Friz Freleng, el creador de este dúo infernal, trabajó durante mucho tiempo para un Walt Disney de reputación conservadora y sulfurosa (ni una sola drag queen entre los Siete Enanitos), cuyas obras se reelaboran actualmente para ser más morales: el beso no consentido de la Bella Durmiente, la administración forzosa por parte de su príncipe, por citar sólo un ejemplo a todas luces perjudicial para nuestra juventud.

Hasta Obama estaba preocupado

Ya en 2021, el ex-presidente Barack Obama se mostraba preocupado por la energía de estos buitres cazando pájaros cucos, lamentando que todo esto pudiera convertirse en «mandamientos judiciales», al tiempo que nos recordaba que «no podemos ser perfectos en todas las cosas y en todas las circunstancias». No hay mejor manera de decirlo. Por otro lado, nuestros detectives de nombres de pájaros son, al menos, «perfectos» en «todas las circunstancias y en todas las cosas», siempre y cuando el objetivo sea hacer cada vez más el ridículo en un momento de cada vez menos jovialidad. Mientras tanto, sólo nos queda esperar que el gallito galo pueda decir las palabras de Cambronne, alto y claro y de una vez por todas, a toda esta gallada que, bajo la apariencia del progresismo, está volviendo al apogeo del puritanismo al otro lado del Atlántico. Pero seamos civilizados: ¡nada de insultos en estas columnas!

Nota: Cortesía de Boulevard Voltaire