¿Se avecina una Tercera Guerra Mundial?

       

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Para ver más claramente en el conflicto de Nagorno-Karabaj


Nicolas Gauthier | 23/10/2020

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Tras la caída de la Unión Soviética, algunos observadores, entre ellos el ensayista neoconservador Francis Fukuyama, profetizaron «el fin de la historia», el advenimiento de un planeta convertido a la democracia liberal y regulado por el «libre comercio», bajo la benevolente protección de la hiperpotencia estadounidense. Si el comunismo fue una utopía, el «buen gobierno» es otra.

Porque este paréntesis se está cerrando y los antagonismos entre naciones seculares nunca han sido tan actuales, como lo demuestra el conflicto de Nagorno-Karabaj, un enclave armenio en el corazón de Azerbaiyán.

Debe saberse que este territorio, tan grande como un departamento francés, fue cedido en 1921 a Azerbaiyán por Stalin, quien lo dividió para gobernar mejor mientras se ganaba el reconocimiento de Bakú, capital de una tierra llena de petróleo. Setenta años después, los cristianos armenios de Nagorno-Karabaj declararonn su independencia de Azerbaiyán, una república secular, pero poblada principalmente por musulmanes chiítas, que no puede aceptar. Se produjo una guerra y, en 1994, un frágil alto el fuego.

Es este conflicto, latente desde hace más de veinte años, el que acaba de revivir, mientras la Rusia de Putin y la Turquía de Erdogan recuperan su antigua gloria; uno se ve a sí mismo como un zar y el otro como un sultán. Moscú es un partidario tradicional de los armenios mientras que Ankara considera que los azeríes de habla turca son parte de su área de influencia.

Irán, la otra potencia de la región, ha mantenido durante mucho tiempo relaciones económicas y diplomáticas muy estrechas con Ereván, aunque solo sea por su fuerte minoría cristiana de origen armenio, que se ha refugiado en la antigua Persia para huir de las masacres otomanas. Sin embargo, también hay una fuerte minoría azerí en Irán, lo que lo obliga a ser relativamente neutral. En definitiva, estas tres capitales intentan jugar a ser jueces de paz entre los dos protagonistas, mientras los arman más o menos abiertamente.

Para empeorar las cosas, Israel también se está involucrando armando a Azerbaiyán, para gran furia de Moscú. ¿Por qué este juego problemático, sabiendo que si los países árabes se van alineando poco a poco y uno tras otro detrás de Tel Aviv, Turquía sigue apoyando la causa palestina? Hay dos razones para ello.

La primera es que Bakú suministra una gran cantidad de petróleo a Israel, que es transportado por un oleoducto que pasa por Turquía, generando en el proceso una verdadera ganancia inesperada en varios impuestos. La segunda es que Azerbaiyán tiene una frontera muy larga con Irán, lo que permite a los servicios secretos israelíes recopilar información valiosa e infiltrar agentes para estas operaciones encubiertas que los han hecho famosos. Tel Aviv, por tanto, no tiene nada que objetar a Bakú.

Si bien no es, estrictamente hablando, un conflicto religioso entre cristianos y musulmanes, sigue habiendo otra oposición entre dos concepciones de fronteras. Según la de Ereván y Stepanaert (la capital de Nagorno-Karabaj), esta tierra es armenia porque está poblada por armenios: es la jurisprudencia de Kosovo, un país que, debido a la inmigración masiva, se ha vuelto más albanés que serbio. El de Bakú se basa en la intangibilidad de las fronteras, lo que le lleva a afirmar que Nagorno-Karabaj les pertenece porque alguna vez fue suyo. Un poco como Crimea, otro territorio que antiguamente ofreció a Ucrania Nikita Khrushchev, el sucesor de Stalin, con Rusia.

Por el momento, estos poderes se abstienen de cruzar las líneas rojas. Moscú no está interesado en ir directamente al campo de batalla, a pesar de que existe un acuerdo de asistencia militar con Armenia. Pero Ankara tampoco quiere involucrarse demasiado, sabiendo que un conflicto abierto no beneficiaría a nadie, y especialmente a una Turquía ya presente en Libia, Siria y en las fronteras de Grecia por razones petroleras que conocemos. En definitiva, esta historia, que se dio por obsoleta, nunca deja de recuperar sus derechos.

Fuente: Boulevard Voltaire