Destacados: Agenda 2030 | Libros | Nueva Derecha

       

Artículos

Elecciones vascas: ¿y si el PNV y EH Bildu reeditan el Pacto de Estella?


Ignacio Eguiluz | 19/04/2024

 Nuevo libro de Santiago Prestel: Contra la democracia

Este domingo, 21 de abril, se celebrarán las elecciones regionales vascas, la primera de las tres citas electorales del año (esto es, europeas y catalanas), siempre y cuando Pedro Sánchez sea capaz de mantener la exigua mayoría que le permite, por el momento, seguir ocupando el palacio de La Moncloa.

Unas elecciones que no lo son

Poco hay que decir sobre los comicios que decidirán la composición de la cámara autónomica vascongada. En primer lugar, tal y como hemos insistido diferentes autores en otros artículos publicados en Adáraga, depositar un papel en una urna nunca ha sido la solución a nada y seguirá sin serlo. La partitocracia española (incluímos también a sus tentáculos autonómicos) permite poca o nula participación de la ciudadanía en la toma de decisiones de los asuntos públicos más allá de elegir una papeleta cada cuatro años. En segundo lugar, las elecciones vascas no se celebran en una libre concurrencia como bien saben los candidatos de formaciones como, por ejemplo, el Partido Popular o Vox y con buena parte del censo original del País Vasco exiliado a otras partes de España tras casi medio siglo de terrorismo abertzale y/o de izquierda y sustituido por nuevos caladeros de voto (mayoritariamente inmigrante) debidamente engrasados con las más que generosas rentas de garantías de ingresos. Así pues, el resultado del próximo domingo podrá ser aceptado por la junta electoral pero no será legítimo. Y, en tercer lugar, todas las encuestas publicadas hasta la fecha coinciden en que el País Vasco se ha convertido en un régimen de partido único separatista (más exactamente, antiespañol) formado por PNV y EH Bildu, EH Bildu y PNV, sin importar el orden pues el resultado es el mismo.

El papel reservado para el resto de partidos (PSOE, Sumar y Podemos incluidos) es, simplemente, el de proporcionar una imagen de pluralidad falsa. Y decimos falsa porque, en Vascongadas, cualquier ámbito está férreamente controlado por los hijos de Sabino (en su amplia mayoría, maketos que han decidido optar por el papel de converso con ínfulas de segunda o tercera fila cuyo papel, parafraseando a Lenin, es el de tontos útiles del abertzalismo). El candidato de Pedro Sánchez, un tal Eneko Andueza, ha elegido como eslogan de campaña «Vota al que decide». Si algo se tiene claro por parte del movimiento único abertzale es que Andueza no va a decidir nada y su papel será, si así lo deciden las dirigencias del PNV y EH Bildu, EH Bildu y PNV, el de comparsa, como previamente hicieron otros tontos útiles.

¿Y si el PNV no pacta con el PSOE?

Se da por hecho en los medios madrileños y vascos que el próximo ejecutivo autonómico volverá a estar dirigido por el PNV con el concurso de Andueza et alia, como viene sucediendo en las últimas décadas. Sin embargo, todo apunta a que EH Bildu puede convertirse por primera vez en su historia en la formación más votada y con más escaños en Vascongadas. Esto abre una opción diferente que ya se intentó una vez pero falló porque ETA decidió que no era el momento o que no se estaban haciendo las cosas como quería. Esta opción es reeditar el pacto de Estella.

Como recordarán nuestros lectores, el pacto de Estella fue suscrito por las diferentes formaciones abertzales el 12 de septiembre de 1998. La fortaleza mostrada por el ejecutivo de José María Aznar ante ETA, la ilegalización de su brazo político y la posibilidad de que los separatistas perdieran el control de las instituciones vascas ante un posible pacto entre el PP y (aunque hoy parezca increíble) el PSOE puso en guardia a la banda terrorista en particular y a los abertzales en general. La recogida de nueces tras agitar el árbol durante años podía llegar a su fin. Bajo la excusa de la «búsqueda de la paz», el «diálogo entre las partes» y un «proceso abierto», los ideólogos de ETA (perversos, pero no estúpidos) trataron de evitar su liquidación y derribo aglutinando tras de sí a todo el abertzalismo y a algunos de sus tontos útiles, como fue el caso de Izquierda Unida.

Sin embargo, algo sucedió en el siempre unido bloque separatista y ETA decidió dar por finalizado el Pacto de Estella el 28 de noviembre de 1999. Según los etarras, el PNV y Eusko Alkartasuna «mostraron más interés por la paz que por la soberanía». Y para que quedase claro quien mandaba en el euskocortijo, ETA asesinó dos meses después al teniente coronel Pedro Antonio Blanco en Madrid.

La cuestión es que nos encontramos en 2024 y las cosas han cambiado mucho (por supuesto, a peor) en España y en el País Vasco a lo largo de estas más de dos décadas. Con José Luis Rodríguez Zapatero, el PSOE decidió intentar ser aceptado como otro grupo abertzale o independentista más en Vascongadas y Cataluña y, sin el menor atisbo de vergüenza, hizo todo lo posible por blanquear a ETA y a su brazo político (a fin de cuentas, comparten ideología pues todos son socialistas). Tras la llegada de Pedro Sánchez, el proceso de abertzalización del PSOE se completó, llegando al punto de que hoy son socios de gobierno. Por mucho que quieran ocultarlo la cohorte de terminales mediáticas socialistas, la realidad es que, sin los votos de EH Bildu y PNV, PNV y EH Bildu, Sánchez no estaría hoy ocupando La Moncloa ni volando en el Falcon.

Fin de la partida

¿Qué ganó el PSOE con esta jugada? Pan para hoy y hambre para mañana: Pedro Sánchez se mantiene como presidente de España a cambio de aceptar que Cataluña y el País Vasco ejerzan de facto como estados independientes dirigidos en exclusiva por sus élites separatistas. El problema es que el abertzalismo vasco-catalán, siempre hambriento, no se conforma con ser una simple autonomía (que entienden como unas migajas) pudiendo comer el plato entero que no es otro que la independencia, a ser posible subvencionada por el contribuyente español.

Cada día que pasa es más evidente que Pedro Sánchez está más cerca de ser desalojado de La Moncloa. Ya no puede salir a la calle sin recibir una catarata de insultos (nosotros pensamos que son acertadas calificaciones en la mayoría de casos) por parte del respetable, los casos de corrupción se le amontan, el desempleo, a pesar del maquillaje, es creciente, el número de quiebras empresariales en España es el más alto de Europa, su crédito político tras la amnistía a los separatistas catalanes está liquidado, la Unión Europea ha dejado más que claro que no se fía de su gestión y su desprestigio internacional es absoluto.

Así las cosas, y volviendo a lo que puede pasar en el País Vasco tras los comicios de este domingo, no es descartable que los abertzales pongan en marcha la segunda parte del Pacto de Estella. En esta ocasión, todo sería más fácil para ellos: Aznar no está en La Moncloa sino Sánchez y Vascongadas es un régimen de partido único con dos siglas (PNV y EH Bildu, EH Bildu y PNV) que son y defienden lo mismo. De cumplirse las encuestas, ambas formaciones rondarían el 70% de los votos y una mayoría de escaños que rozaría lo «norcoreano». Como explicó Lenin, los tontos útiles lo son hasta que dejan de serlo. Más pronto que tarde (puede que este mismo lunes), el PSOE de Eneko Andueza dejará de ser útil y solo será el tonto.