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La idea nacional: España y los ecos del Imperio, una ontología de la españolidad


José Antonio Bielsa Arbiol | 19/10/2021

Hay en el pensamiento de Ramiro Ledesma una profunda indagación en los arcanos de lo histórico, así como una sutilísima comprensión del misterio del ser español y su misión metafísica en la obra civilizadora del Imperio. Este peregrinar de siglos entronca de lleno con los principios sustentantes de la Tradición hispánica; ni que decir tiene que el combustible de dicha Tradición es la españolidad, guía-y-timón del ser español en su misión ante la Historia.

La españolidad no significa para Ramiro ocurrencia libresca o retórica con la que satisfacer vanidades de leguleyos ni ateneístas, sino columna vertebral de su idea de la Patria y del concepto de lo nacional. En consecuencia, la españolidad implica un ser de razón (que comporta una esencia metafórica que es a la igualmente metafórica patria española, por analogía de proporcionalidad, «lo que el aliento es a un ser vivo»). Y la españolidad se reencuentra por analogía de atribución como cualidad metafórica y hábito virtual.

En analogía con los hábitos reales, la españolidad sería una cualidad firme y estable de la virtual alma de la patria española adquirida a partir de actos heroicos frecuentes y un largo uso de siglos de arraigo; a tenor de ella, el español bien nacido actúa respecto de sus afectos nacionales (hoy, en una época de desarraigados y apóstatas, la mera comprensión de este hecho imposibilita un sano asentimiento, sin mayores coartadas intelectuales).

Para acoger en su corazón llameante tan gallarda empresa, lo propio de lo español (inherente pues a su españolidad congénita) necesitará del Estado hispánico auténtico para realizarse, ergo un Estado totalitario sin concesiones ni reblandecimientos, en conexión con la concepción unificadora que España conoció en el siglo XVI (tras los pasos de los Reyes Católicos, no menos «totalitarios» a su estilo y manera); en concepto, Ramiro sentenciará el 4 de abril de 1931: «Hay que elaborar el Estado hispánico […] robusto y poderoso, que unifique y haga posibles los esfuerzos eminentes […] sin un Estado hispánico auténtico seríamos cualquier cosa, pero no personas políticas con unos derechos y unas libertades. Con un destino colectivo, grande o pequeño, y un futuro».

Este destino es realmente grande pues fue forjador de libertades y dio realidad al mayor de los imperios: es el ser de las Españas, eje de gravedad de la Historia de la humanidad en clave de auténtico progreso material y espiritual; reste añadir que la españolidad se relaciona por razón con entidades geopolíticas reales y nobles, y hace de ellas una extremadamente compleja aleación intelectiva, imaginativa y afectiva, una persona analógica, y un Ideal que siempre moviliza: la Hispanidad. Para forjar este principio dinámico, Ramiro apela a la juventud, a la sangre nueva que aspira a vigilar y proteger al pie de los luceros la integridad-una de la Patria, amenazada por elementos antiespañoles y disolventes de toda laya, y de los que el nefasto separatismo catalán es petulante y artificial engendro de ayer y hoy.

Diremos, para ir cercando este segmento, que no es posible bosquejar una ontología de la españolidad en el pensamiento de Ramiro Ledesma sin estudiar, en su propio nivel de ser de razón, la españolidad como el componente íntimo de la patria española en diversos «grados» de significación, a saber: 1) como el núcleo y soporte de todas sus propiedades reales y potenciales; 2) como creadora de sentido: primero, en cuanto por la españolidad la patria española se distingue al máximo de toda otra patria; segundo, en tanto ella permanece idéntica a sí misma mientras mantiene su virtual esencia, o aliento (que es un ser de razón); y 3) sin omitir que cada vez que se quita uno solo de los virtualmente esenciales componentes de razón de la patria española, la españolidad misma tiende a cero, siendo quebrada en su trama de relaciones racionales a realidades geoantrópicas.

Ramiro, lo mismo que José Antonio Primo de Rivera, afirma que la españolidad (tanto individual como colectivamente) es el aliento nacional del español, y ese aliento es inequívocamente católico; con razón, dijo José Antonio aquello de que «ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en este mundo»… y dijo bien, pues en la medida en que el español participa de la perfección moral, la españolidad es el ser de razón estando por cuya inspiración la patria española está bien constituida en cuanto tal; es la raíz de razón del distintivo y floreciente Árbol moral que es nuestra Madre Patria, la España Eterna de Cristo y María, la que va de Prudencio y Osio de Córdoba a Don Pelayo y el Cid, para culminar triunfante en los Reyes Católicos y el Emperador Carlos.

En cuanto a la entidad católica del jonsismo, por si todavía quedara alguna duda, Ramiro habla claro a propios y extraños (apenas enmascarado tras su seudónimo de Roberto Lanzas): «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la Historia de España».

José Antonio Bielsa Arbiol: El Libro Rojo y Negro de Ramiro. Letras Inquietas (Septiembre de 2021)

Nota: Este artículo un extracto del citado libro